En la provincia de Atalaya (región Ucayali), en la frontera entre Perú y Brasil, se encuentra el distrito de Yurúa, un lugar inédito lleno de una riqueza cultural y natural envidiable, que contrasta fuertemente con las difíciles condiciones de vida que sus habitantes enfrentan día a día.
Yurúa es el paraíso si lo vemos como uno de los últimos rincones del país donde se puede ver a la Amazonía cara a cara, casi intacta, idílica en toda su magnitud. Desde el cielo, en la avioneta (única vía de acceso), se ve la inacabable alfombra verde tupida que caracteriza el bosque cuando está sano y que llega literalmente hasta el borde de la plaza de Puerto Breu, su capital. Ya abajo, en tierra firme, la diversidad cultural de su población se hace evidente casi de inmediato, y se vuelve fascinante al recorrer el territorio por el río, donde encontramos a familias enteras pescando zúngaros gigantes y acampando en las playas durante esta época del año.
Al mismo tiempo puede ser un escenario poco prometedor si lo vemos como uno de los últimos rincones del país donde se viven las dramáticas consecuencias por la ausencia del Estado. Donde una apendicitis te mata sí o sí, donde ser maestro es un acto heroico, y donde el costo de la vida es ridículamente alto, al punto que todo (agua, jabón, lapiceros y cuadernos, cemento y hasta combustible) cuesta el triple que en el resto del país.
Por el momento la apuesta de la Municipalidad Provincial de Yurua es fortalecer la conexión aérea mediante el mejoramiento de su aeródromo (para recibir más avionetas y otras naves más grandes, con capacidad para traer más gente y carga a menos precio durante todo el año) y gestionar más acuerdos comerciales con Brasil, para poder adquirir bienes de consumo indispensables a precios más razonables. Todo esto en el corto plazo.
Las siguientes imágenes intentan recoger ambos lados de la historia con la finalidad de llamar la atención del Estado Peruano y las organizaciones de la sociedad civil sobre la situación de esta y otras poblaciones que viven en las fronteras del Perú, y así propiciar el debate necesario para definir cómo se atenderán las necesidades en estas zonas.
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Fotos: Diego Pérez / Eltaller.pe
Puerto Breu desde los cielos. Breu, es una de las capitales distritales más pequeñas del país. Está asentada junto al río Yurúa, que nace del bloque de áreas naturales protegidas del Purús y que fluye hacia Brasil, llegando a juntarse con el río Amazonas antes de desembocar en el mar.
Durante el verano, las familias suelen pasar días enteros en las playas que se forman con el descenso del caudal del río. Durante esta época la pesca es muy buena.
Dos niños de la etnia amahuaca juegan en el río. En esta época del año sus aguas son tan bajas que casi no se pueden navegar, pero son ideales para nadar, algo que estos muchachos dominan a la perfección desde chiquitos.
Hilbert Ruiz Gómez, asheninka de la CN Dulce Gloria pesca con la tarrafa. «Todos los días se pesca, en nuestra casa nunca falta el pescado». El río Yurúa es conocido por la cantidad de peces que produce, al punto que no es difícil encontrar grandes bagres como zúngaros y saltones que superan los 100 kilos.
Luz Mari Ruiz Santos (asheninka) se alista para iniciar el día en la CN Dulce Gloria. La pintura facial hecha a base de achiote es principalmente usada como bloqueador para proteger el rostro del sol. Cada individuo se pinta un diseño distinto, algunos incluso se pintan las letras de su nombre en el rostro.
Luis Cárdenas Tello nos muestra orgulloso su legado Amahuaca. Yurúa es un distrito multi étnico conviven 6 pueblos indígenas distintos, entre ellos los amahuacas, asheninka, ashaninka, yaminahua, yanesha, chitonahuas, junto con una pequeña cantidad de mestizos y gente de Brasil.
El verano es el momento perfecto para divertirse entre amigos. A pesar de que en estas playas hay rayas cuya picadura es muy dolorosa, un grupo niños de la CN San Pablo, de la etnia yaminagua juega lanzándose de cabeza y dando mortales en las pozas que se forman alrededor de los troncos varados en el rio durante la estación seca.
La tarde viene con amenaza de tormenta y la familia en la playa decide sacar el plástico para reforzar el refugio de palma. De un momento a otro, el sol da paso a las nubes, los rayos y el viento. Por eso, incluso en la época seca, no está garantizada la entrada o salida de avionetas a Breu.
En las comunidades de Yurúa no hay agua potable. En el caso de la CN San Pablo, todos obtienen agua directamente del río o de pozos como este. En estos agujeros cavados en el suelo arcilloso, la gente recoge agua para cocinar, se baña, lava su ropa y también la bebe directamente.
Elba Perez Ruiz, de la CN Dulce Gloria, es atendida en la posta por un cuadro de deshidratación severo. Los casos más atendidos en esta posta son producto de enfermedades diarreicas, que se originan en el consumo de agua y alimentos que no son seguros.
Elisban Pérez Pacaya de la etnia yaminahua muestra las marcas de la caracha o sarna humana que no lo deja dormir. El vive en CN Coronel Portillo, una pequeña comunidad que tiene poco tiempo asentada en su nueva ubicación y que aún no cuenta con una posta equipada con los medicamentos necesarios para tratar casos como el de Elisban.
Esta es la escuelita que dirige el Leandro Cartagena, profesor en la CN Santa Rosita, la más cercana a la frontera con Brasil y una de las más pobres del distrito y quizás del país. Según el profe, «no hay mesas ni sillas pero hay ganas».
Los doctores Edwin Paolo Anca y Hernando Pari tratan a una víctima de mordedura de víbora, el afectado estaba cortando hojas de yarina luego de cazar un venado cuando una serpiente loro machaco lo atacó. Para su suerte, la Municipalidad adquirió 7 sueros antiofídicos polivalentes, suficientes para tratar la mordedura en este caso, ya que una evacuación por aire hubiera resultado bastante complicada de noche.
La avioneta llega una vez más a Puerto Breu. Nuevamente ingresan personas y artículos de primera necesidad, nuevamente salen personas a Pucallpa y de ahí al resto del país. Me quedo con la frase de un pasajero esperando el vuelo a Pucallpa: «En Breu uno sabe cuándo va a salir, pero no sabe cuándo va a entrar».
Yurúa es solo una muestra de lo que sucede en otras zonas de remotas de nuestro país. Entender lo que ahí sucede es importante para poder buscar formas de llegar a nuestras poblaciones de frontera sin destruirlas en el proceso.
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