- Especialistas reconocen que nos encontramos ante una nueva pandemia por zoonosis.
- El cambio climático y la urbanización pueden originar que el surgimiento de enfermedades infecciosas sea más frecuente.
Por Ximena Mejía / xmejia@spda.org.pe
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a la viruela del mono como una emergencia de salud global luego de que se reportaran más de 16 mil casos en 75 países. En Latinoamérica, Brasil es el país con más casos confirmados por esta enfermedad y Perú es el segundo con 224 casos positivos, según el último reporte del Ministerio de Salud (Minsa).
La declaración de la OMS hizo un llamado oficial a los estados para trabajar en la detección oportuna y control de la enfermedad, que antes era endémica, pues este tipo de viruela ya se podía encontrar en la República del Congo (África) desde la década de 1970.
Ahora, la viruela del mono se presenta como una nueva enfermedad por los nuevos cambios registrados. César Cárcamo Cavagnaro, médico epidemiólogo e investigador de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH), lo explica a continuación.
“Antes los contagios se transmitían de primates o ratas a humanos y desaparecían en cuestión de meses, pero esta vez algo ha cambiado en el virus y genera que se contagie también entre hombres. Ese llamado de atención de la OMS es para prevenir que al igual que con la COVID-19, el virus pueda mutar”, dijo en entrevista para Actualidad Ambiental.
El contagio puede originarse por el contacto íntimo durante una relación sexual, por fluidos corporales o contacto con la piel. Para evitar la propagación, el especialista recomienda evitar el contacto con gente enferma, continuar con el lavado de manos constantemente y procurar estar en espacios ventilados.
La evidencia científica indica que los hombres que tienen sexo con hombres son el grupo más afectado, aunque no se limita a esta población. La viruela del mono puede afectar a cualquier persona dependiendo el nivel de exposición.
En las últimas semanas se ha podido encontrar información sesgada, donde la comunidad LGBTIQ+ fue la más estigmatizada por esta enfermedad. Para Larissa Otero Vegas, médico epidemióloga especialista en el control de enfermedades tropicales de la UPCH, los servicios de salud deben esforzarse el doble para evitar cualquier tipo de discriminación.
«No se ha determinado que sea una infección de transmisión sexual, pero al transmitirse por contacto cercano, el contacto sexual es de alto riesgo. Para la prevención y el control de la infección es indispensable reducir barreras para la detección, que las personas con síntomas probables sepan a dónde deben ir, quieran ir y puedan hacerlo», explicó la especialista.
Cabe resaltar que la enfermedad puede durar hasta 21 días y no en todos los casos se presentan lesiones o erupciones en la piel. Los síntomas más frecuentes son: fiebre, cansancio, escalofríos y heridas por todo el cuerpo.
“Estamos ante una segunda pandemia y debemos estar preparados para las que vendrán. Hay cosas en nuestra cultura que debemos cambiar como el transporte público que es poco ventilado, podemos mejorar las condiciones de vida y así evitar nuevas enfermedades. Esto pasó con la tuberculosis, en el primer mundo se controló antes del tratamiento, mejorando las condiciones de vida de las personas”, señaló Cárcamo.
En países de Europa y Estados Unidos se ha probado el uso de la vacuna JYNNEOS (conocida como Imvamune o Imvanex) para la protección frente a la viruela del mono en mayores de 18 años. Sin embargo, su abastecimiento en los centros de salud de todo el mundo es limitado.
El riesgo de una nueva zoonosis
Luis Zari, especialista legal del Programa de Bosques y Servicios Ecosistémicos de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), explica por qué no se puede desvincular el surgimiento de enfermedades zoonóticas con el problema de tráfico ilegal de fauna silvestre y nuestro rol en la cadena de comercio.
“Este delito representa un peligro para la salud pública, no solamente por la convivencia de animales vivos o muertos con otros productos alimenticios que se compran en los mercados, sino también por los trayectos que se realizan para traficar estas especies y que pueden suponer contenedores de enfermedades que se trasladan de un lado a otro”, afirmó.
“Actualmente, se encuentra en proceso de formulación el nuevo Plan de Acción 2023-2027 de la Estrategia para Reducir el Tráfico Ilegal de Fauna Silvestre en el Perú. Esto representa una buena oportunidad para incorporar el enfoque de una sola salud en las acciones que se establezcan en el nuevo plan de acción para prevenir enfermedades futuras a través de la reducción del comercio ilegal de fauna silvestre”, añadió.
El enfoque de “una sola salud” está relacionado con políticas públicas de prevención y control alineadas con un enfoque de sanidad animal y viceversa, lo que repercute a su vez en la salud de los ecosistemas.
Para Cárcamo Cavagnaro, la caza descontrolada produce un desbalance en la naturaleza, la población mundial continúa en aumento y con ello, se genera una mayor explotación de los recursos naturales.
“El surgimiento de infecciones tiene relación con el comportamiento del hombre con los recursos naturales. En la selva hay comunidades que viven de la cacería y es natural, pero hay mercados donde no se controla la compra de animales y algunas especies en peligro terminan en estos comercios. Yo creo que hay que empezar a investigar lo que ocurre en estos espacios para saber a qué nos arriesgamos”, resaltó.
¿Cómo prevenir este tipo de enfermedades?
Larissa Otero menciona que es inevitable notar que Perú es el país con las cargas más altas de enfermedades infecciosas como la COVID-19, la tuberculosis, la resistencia antimicrobiana y ahora la viruela del mono. Al respecto, la especialista brinda algunas pautas para cambiar este escenario.
«Fortalecer y modernizar las instituciones que previenen y controlan las enfermedades infecciosas, desde los centros especializados, hasta las redes de laboratorio, los sistemas de información, y toda la cadena de atención desde el primer nivel hasta el hospital de referencia», destacó.
Además, explicó que se deben fortalecer los programas de pregrado y postgrado en ciencias de la salud tanto en áreas técnicas como la gestión, la toma de decisiones basada en evidencia científica y en el análisis de datos locales, y no dejar de lado las habilidades blandas como la comunicación efectiva con la población y pacientes, la empatía y la colaboración.
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