La formación militar de Víctor Zambrano marcó su vida. “Afirmativo” se escucha al otro lado del teléfono para mostrar conformidad; “comprendido” responde luego de confirmar la hora para una entrevista, como dirigiéndose a un superior. “Tomar el objetivo y asegurarlo” fue la orden que él mismo se propuso cuando en 1987 regresó al terreno de sus padres cerca de Puerto Maldonado y lo encontró invadido por una cooperativa, quienes habían deforestado la selva donde nació.
Luego de haber sido infante de la Marina de Guerra y entrenado comandos por casi quince años, se atrincheró en el lugar que todavía consideraba su hogar, de donde lo ahuyentaron con perros un año antes. Ya tenía seis años como marino retirado cuando las personas que vivían cerca comenzaban a hablar de un militar loco en la zona donde hoy existe un corredor turístico. Un día se vio acorralado por quince personas, quienes querían desalojarlo. Abandonar el sitio no era una opción. Decidió asegurar el objetivo: se quitó la camisa militar de camuflaje que siempre mostraba, sacó su cuchillo de comando, se cortó el pecho, coloreó de sangre su rostro y empezó a gritar y correr tras los cooperativistas.
Así nació el área de conservación privada K’erenda Homet, por el que Zambrano recibió hace poco el Premio National Geographic de Liderazgo en Conservación 2016, uno de los más importantes galardones para líderes ambientalistas en el mundo, que cada año elige un ganador de Latinoamérica y África. “En la Amazonía peruana, Víctor Zambrano ha luchado en la primera línea contra la minería y tala ilegales. Él ha luchado por décadas para restaurar los ecosistemas dañados recuperando sin ayuda suelos, flora y preciosa vida salvaje”, asegura la prestigiosa institución internacional.
[Ambientalista peruano recibió premio de National Geographic por luchar contra minería ilegal]
Actualmente “Don Víctor”, como lo conocen, es presidente de la comunidad Isuyama y también presidente del Comité de Gestión de la Reserva Nacional Tambopata, una institución de la sociedad civil respaldada por la ley que busca vigilar de cerca las actividades que se realizan dentro del área protegida. En esta entrevista para Actualidad Ambiental nos cuenta algunos aspectos de su trabajo ambientalista y sus pareceres sobre los graves problemas que enfrenta la Capital peruana de la biodiversidad.
-Don Víctor, felicitaciones por el logro obtenido de la National Geographic
-Para mí ha sido una experiencia única porque ni siquiera hubiera soñado tener un reconocimiento de esta categoría. Y lógicamente es un reto y un compromiso de seguir en esta línea de trabajo, de vida. Buscamos que se manejen adecuadamente los recursos, se defienda principalmente el bosque. Es el trabajo que he planteado durante toda mi vida.
Yo agradezco a las diferentes instituciones que me han apoyado: ACEER, quienes me nominaron al premio, a National Geographic por ser una entidad que ha capitalizado las acciones que hemos tenido en nuestra vida. A las demás instituciones: a los amigos de la SPDA, que siempre han estado de cerca preocupados porque mi acción no decaiga; a los demás aliados estratégicos: Aider, Cáritas Madre de Dios, ACCA, quienes también juegan un papel importante.
“Siempre quise ser como los nativos de Madre de Dios”
-¿Qué tan importante fue para usted haber nacido y crecido en Madre de Dios?
-Desde que tuve uso de razón, ese hermano o hermana nativa para mí fue el representante que se metió en mi ser, en mi alma y quise ser como ellos. Jamás de niño o de adolescente me gustó usar zapatos. No porque sea una moda, sino porque quería ser como ellos. No usaba ropa, me resistía. Me gustaba estar metido en el monte. Ahí sí me sentía feliz. Entonces, estos temas son los que vienen abonando a través de los años.
-Parece que la Marina marcó un antes y un después en usted…
-Ahí es donde orienté mi vida para adelante. Fui de la primera promoción de la Escuela Básica de Infantería de Marina, donde, modestia aparte, fui el número uno. Con ese antecedente fui instructor de comandos durante 10 años, de los 15 que estuve en la Marina. Formamos entre 1200 y 1500 infantes de marina. Esos jóvenes de esa época son los que siguen recordándose, quienes están a la expectativa de mí y un grupo de instructores que los formamos como hombres de bien, para una sociedad distinta. Lo que ahí impulsamos fue el trabajo por convicción, y no por temor al castigo. Esto lo hicimos hasta 1980, cuando tomé la decisión de retirarme.
-Y cómo decide regresar a Madre de Dios
-En 1986, a finales de año, decido retirarme de Lima porque ya era algo insoportable que en mi mente nunca me olvidé de mi tierra. Y donde estuviera, cualquier país, siempre añoraba mi tierra. Imagínate que cuando era instructor de comandos, comencé a hacer pequeños oasis en desierto de Ancón. Porque yo era de acá (Madre de Dios) y no me gustaban desiertos inertes. Con mis alumnos, en medio del arenal, en la parte superior de un cerro sembré como tres árboles y a veces los obligaba a que me ayuden a llevarles agua hasta arriba. Me retiré y eso desapareció. Eso te puede mostrar hasta dónde llega mi anhelo de vivir rodeado de árboles.
El marino loco de Tambopata
-¿En qué situación encontró este terreno donde ahora estamos?
-Ya estaba ocupado, había ganado. Porque era un pastizal, era una pampa. A los 400 metros se veía la carretera. Solo había una pequeña instalación de un cuidante de ese entonces. Todo ya lo habían deforestado, no había árboles. La primera vez que me fui, dejé un paraíso. Para cuando volví en 1986, todo era desierto, quemado, suelos degradados.
-Qué es lo que más lo atraía de vuelta a Madre de Dios
-Yo dejé todo tipo de comodidades en Lima: tenía mi vivienda, dos casas, carro, tenía todo. Pero era tanta la ansiedad de llegar acá, de hacer una vida distinta, que lo hice. Entonces, previamente yo vine a Madre de Dios para ver mis terrenos, pero había sido entregado a una cooperativa por orden del gobierno militar de Velasco. Esa transacción nunca se inscribió en registros públicos. Vine a indagar la situación y me corrieron con perros cuando quise coger una lima. Fue entonces cuando me vino más el deseo de retornar a mi tierra. “¡Cómo es posible!”, dije. “Yo que he correteado en este fundo y que me vengan a botar como si fuera un intruso”, y ese fue mi reto. Lugo pedí el término de mi trabajo y vine con todo.
De repente tomé algunas decisiones extremas. Yo andaba uniformado en esa época pese a que estaba retirado: uniforme verde, botas, y todo lo demás. Para que vean que yo estaba decidido a quedarme acá, hice lo que siempre hacía con mis alumnos comandos en etapas de riesgo. Me saqué la camisa, saqué mi puñal, me rasgué el pecho, comenzó a manar sangre, me embarré la cara con ella y comencé a corretearlos a toditos. Como un loco. Luego mandé a uno de mis hijos que vaya al pueblo a avisarle a la policía. Luego empezaron a decir que aquí había un marino que estaba loco.
“Tuve más reelecciones que el propio Fujimori”
-Luego usted llegó a formar la Federación Agraria de Madre de Dios.
-Hasta ese tiempo, los agricultores podían pedir créditos en el Banco Agrario y que pedían un pequeño interés de 6% anual. Pero llega Fujimori, lanza el paquetazo y el interés subió al 800%. Para el campesino no iba a ser posible pagar esa deuda ni vendiendo todo lo que tenía. De ahí viene un malestar general de todos. Entonces me vinculé con el grupito del Comité de Productores Agrarios y nos sumamos a las reivindicaciones de la naciente Federación Agraria de Madre de Dios. Luego me nombran presidente del Comité de Lucha de la Federación: ya no solo de este pedacito, sino de toda la región de Madre de Dios.
-Los noventas fueron épocas difíciles para los gremios peruanos. ¿Cómo la Federación Agraria de Madre de Dios pudo salir adelante?
-Fue una etapa interesante, sacrificada… con riesgos y todo lo demás. Llevamos adelante una situación sui generis en la época porque hubo presión de unidades de investigación que querían meternos presos, porque estábamos intentando sumar a toda la población. En esa época no había forma de sacar nuestros productos, estábamos aislados en Madre de Dios. Entonces tomamos la decisión de llevar adelante un paro regional por más de diez días. Fujimori estuvo a punto de mandar fuerzas especiales para deshacer todo esto. Recién luego de eso se dan cuenta que en Madre de Dios había agricultores, no en cientos sino en miles.
-¿Y fue luego de eso que lo eligieron presidente de la federación?
-Tuvieron que desaparecer a los dirigentes porque los estaban persiguiendo, y solo quedó el Comité de Lucha. Durante un año asumí la presidencia de facto. Estuve en ese cargo durante más de diez años. Tuve más reelecciones que el propio Fujimori. Como buen militar, no debía dudar de las cosas y debía decir “comprendido”.
Logramos pasar de ser un premio de lucha a una federación con propuestas. Tuvimos en promedio trece técnicos, entre ingenieros economistas, etc. Habíamos conseguido varios proyectos a nivel internacional.
El sueño de vivir entre árboles
-¿Cómo es que decide dedicarse a la conservación privada en K’erenda Homet?
-El concepto de conservación lo llevó prácticamente desde que nací. Y cuando comencé a practicar esto, lo que la gente decía es “cómo este sujeto empieza a hablar de cosas raras, qué es eso de desarrollo sostenible”. Lo que hice fue adoptar un sistema no para mejorar la tierra de cultivo, sino para mejorar el paisaje donde iba a vivir. Cuando era niño, me encantaba vivir rodeado de animales silvestres. Y ese sueño de niño lo hice realidad de adulto.
-Y cómo veían las otras personas el trabajo que realizaba aquí
-Nadie entendía. Porque cuando me metía al monte, no se notaba lo que estaba haciendo. Ellos me tildaban de flojo porque no me tiraba abajo las hierbas, no tenía “limpio” este territorio como era antes, sino que la naturaleza, más lo que yo he puesto, comenzó a crecer. De afuera se veía todo “monte”. “¿Qué haces sembrando tantos árboles?”, me decían, “habiendo tantos árboles en la Amazonía, si esto nunca se va a acabar”. Pero hoy todo el mundo me da la razón, de que esa es la única manera de hacer que el bosque siga vivo.
-¿Qué logros ha tenido aquí en K’erenda Homet?
-Indagamos qué tipo de especies había aquí antes para reproducirlas nuevamente. Entonces, tenemos 120 especies, de las cuales el 60% son frutales y el 40% son maderables y medicinales. ¿Por qué más frutas? Porque la idea es atraer más fauna silvestre. Luego nuestros técnicos llevaron la experiencia de K’erenda a varios países. ¿Sabes cómo se llamaba? El Sistema Agroforestal Tambopata (SAT). Y ese es un concepto que ha ido creciendo.
-¿Qué especies de fauna se pueden ver en K’erenda?
-Todas las que uno pudiera pensar, menos sachavacas: otorongos, pumas, mancos, huanganas, sajinos, tigrillos (el negro y el pintado), añuje, picuros, pavas, venados colorados… Con ayuda de cámaras trampa, ubicadas en puntos estratégicos, pudimos ver el primer puma en diciembre del año pasado, también los tigrillos. Siempre dije que había y ahora está la muestra evidente. Ese es el sueño más grande de mi vida: demostrar que esta área de conservación privada permite refugiar a esos animales.
“Interdicciones en Madre de Dios no han funcionado”
-Por otra parte, el fundo K’erenda está dentro de la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata, la que viene siendo seriamente afectada por minería ilegal…
-Todos los que vivimos aquí, en el Corredor Ecoturístico, sabemos que este es el bastión de toda la margen izquierda del río Tambopata, que aquí no hay minería. Por la decisión que ha tomado su gente, en conjunto con la Marina y el Sernanp. Lo demás, lamentablemente está fuera de control. Pero no es porque no haya tenido acción el Comité de Gestión de la RN Tambopata. Hemos agotado todas las gestiones a más alto nivel, donde hemos llevado planteamientos, las alternativas de soluciones. Pero nunca le han dado el peso que corresponde porque se creían autosuficientes las autoridades nacionales para contrarrestar este problema.
Y todo ello hasta este momento, donde nuestra reserva, desde octubre del año pasado, ha sido sometida a una invasión sistemática. No se ha tomado las medidas del caso en el momento oportuno. Cuando estaban unos cuantos, se podía solucionar, no se hizo. Incluso las autoridades de acá apoyaron en alguna medida.
-Usted dijo hace unos meses que las interdicciones en Madre de Dios no habían tenido resultado. ¿Se repite el mismo panorama ahora?
-Por supuesto que sí. Todas las comisiones que se nombraron, desde el primer alto comisionado, Daniel Urresti, y los demás que lo sucedieron, todo ha sido porque se gaste en cualquier cosa menos en interdicción. Y lo que se ha hecho en interdicciones, ha sido totalmente una estrategia arcaica. Yo he enseñado tácticas de combate, y lo mínimo que se hace cuando se toma un objetivo es consolidarlo. Pero acá nadie lo ha hecho: tomaban el objetivo, y ese mismo día se retiraban. ¿Qué tipo de consolidación había ahí? Lo que hacían era ir, intervenir, quemar algo y después retirarse. Sin resultados. Los mineros aprendieron: antes de que venga la policía esconden sus motores, queman lo que queda y salen cuando se va la autoridad.
-Tal vez algunas personas podrían preguntarse qué alternativas tendrían los ilegales para alejarse de las zonas afectadas…
-Las alternativas son simples: son gente que vienen de otros lugares, generalmente de la sierra. Cada uno tiene su propiedad, simplemente vienen para capitalizar. El intento que hubo para desalojarlos al inicio de la gestión de Humala fue tan efectivo que la mayoría tomó cualquier medio que pudo y se fueron. Luego de tres meses volvieron todos. Acá no tenemos que ponerle un aspecto social extremo de necesidad para esa gente, porque vienen traídas por esas mafias y les pagan en un sistema totalmente ilegal. Tenemos que comprender que, si bien es cierto son familias pobres, vienen con alguien que les paga. ¿Dónde se van a ir? El asunto se acomoda mejor si las reglas están claras. Y si te dicen que esto está prohibido, ellos entienden. Pero como nadie le dice nada, lo siguen haciendo.
-¿Qué tan efectivo fue instalar un puesto de control de la Marina dentro de la Reserva?
-Yo participé en la inauguración del puesto de control “Azul”. Se instalaron los marinos y toda esa semana hubo interdicciones. La gente que estaba metida en la Reserva comenzó a salir en masa porque había alguien todos los días que los presionaba. Pero se les acabaron los víveres a los marinos y tuvieron que retirarse. Inmediatamente volvieron los ilegales con fuerza. Entonces, cuando hay alguien permanentemente que les diga que deben desalojar, lo hacen. Son conscientes que hacen una actividad ilegal. Pero nadie les dice nada, y como de por medio la autoridad está descompuesta, corrompida, ahí están los resultados.
-Haciendo un breve balance, ¿diría que las acciones de este Gobierno para erradicar la minería ilegal han sido eficaces?
-Yo lamento decirlo porque tengo muchos amigos ahí en el Ministerio del Ambiente y en otras instancias. Definitivamente no ha funcionado. Siete decretos legislativos, cinco normas complementarias. ¿De qué ha servido? No hay un solo minero formalizado. ¿Qué podemos hacer nosotros como sociedad civil si no hay resultados? Si no hay una acción concertada con la gente que tiene la capacidad de ver alternativas en esta región…
Para formalizar le ponen mil trabas al minero. Y qué más quiere, seguir siendo ilegal y no pagar nada. Son las propias instituciones las que han puesto las barreras para que no haya formalización. Tenemos que ser sinceros. Ese nudo debemos desenredarlo en esta nueva gestión. No es necesario derogar esos decretos, sino modificarlos, hacerlos más accesibles para que este proceso de formalización avance.
Madre de Dios en emergencia
-¿Fue oportuna la declaratoria de emergencia sanitaria vigente desde hace unas semanas?
-Se justifica la emergencia pero no es oportuna. Porque nosotros, como parte de la Comisión Ambiental Regional, en el 2012 pedimos al Ministerio del Ambiente la declaratoria de emergencia ambiental sanitaria. Planteamos los planes de acción, lo entregamos y el señor Humala no quiso. Y qué raro que ahora, que ya va a terminar su Gobierno, se anime a declarar la emergencia sanitaria. ¿Habrá algún efecto? Ninguno. Supongamos que determinan el grado de contaminación, y etcétera. ¿Pero eso te permitirá parar esa actividad? Si los mineros ilegales siguen vertiendo elementos contaminantes a los ríos.
-¿Fue un error político?
-Sí, fue un error político desde nuestro punto de vista. Y nosotros estamos a favor de todas las cosas que hace el Estado en búsqueda de soluciones para este problema. Entonces las acciones deben ser en el momento preciso para que funcione.
“Debemos trabajar porque no todo está perdido”
-¿Ya han empezado algún tipo de coordinación con las nuevas autoridades electas?
-Ahora tenemos que empezar nuevamente porque no todo está perdido. Tenemos esperanza en que esta nueva gestión pueda enderezar las cosas. Y sin necesidad de entrar en situaciones extremas, sino aquel que es ilegal tiene que desalojar, pues. Y aquel que es informal, tiene que formalizarse. Pero para aplicar autoridad, no debe haber corruptos. Debemos refundar también algunas instituciones del Estado como la Policía. Porque la corrupción es uno de los flagelos que nos agobian y esa es la brecha que no permite que una acción que viene de arriba llegue a donde debe llegar.
Si hay oportunidad de dialogar con cualquier autoridad de este Gobierno o del nuevo, en buena hora. Yo daré lo que está a mi alcance para solucionar los diferentes problemas que tenemos a nivel de la región. Lamentablemente, como población o miembros de algunas organizaciones podemos tener alternativas de solución, pero nunca nadie se ha interesado en que planteemos las propuestas ante esas instancias.
-¿Qué es lo que debería hacer el próximo Gobierno para formalizar a los informales y erradicar a los mineros ilegales?
-Primero, lo que todos estábamos pidiendo: que se declare el estado de emergencia ahí, en “La Pampa”, exclusivamente ahí. Desalojen a los ilegales y comience el proceso de formalización de la zona donde sí se permite la minería. Pero en esas zonas permitidas ya concedieron permisos temporales y no les interesa formalizarse. Pero si no se hace una muestra de que ese principio de autoridad ha sido recuperado, todo va a seguir igual. Porque el proceso de diálogo ya pasó. Era el proceso de acciones concretas. Es lo que estábamos esperando todos, hasta el señor Otsuka (gobernador regional) estaba de acuerdo con que se declare estado de emergencia. Pero donde declaran emergencia es en otra zona, y a todos nos molestó.
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Texto y fotos: Bernie Moreno / bmoreno@spda.org.pe
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