- Conoce a Vanessa Racua, líder indígena de Madre de Dios que trabaja en el empoderamiento de las mujeres indígenas y en la defensa de sus derechos.
Por Fiorella Fiestas / ffiestas@spda.org.pe
En el 2019, Vanessa Racua asumió el reto de dirigir la Secretaría de la Mujer de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), una propuesta que este año busca impulsar tres de los siete temas que la conforman: liderazgo, violencia de género y seguridad alimentaria. Debido a su trabajo, Racua ha viajado dentro y fuera del país, ha conocido gente de diferentes partes del mundo e incluso se ha reunido con el presidente de la República. Pero algo le preocupa, en su jardín no crecen flores. ¿Se puede luchar por los derechos de las mujeres indígenas de 37 comunidades nativas y llegar a tiempo a casa a regar las plantas del jardín?
El año pasado la Secretaría de la Mujer de la Fenamad, a cargo de ella, recibió diversas solicitudes de las comunidades pidiendo su intervención. “Hay mujeres que desean capacitarse, pero por tema presupuestal no podemos ir”. Esto genera una brecha que se ve reflejada en las cifras del censo del 2017, que indica que el 88% de las comunidades son presididas por hombres. Por eso este año una de sus primeras acciones es viajar con su equipo al Manu en busca de promotoras: mujeres que quieran llevar el discurso de equidad de género a sus comunidades. Se espera que ellos mismos elijan a sus representantes.
“A veces no se sienten capaces, a pesar de tener el conocimiento. Siempre hay ese temor de ‘lo haré bien o no’, pero de lo que se trata es de aceptar el reto; como yo lo hice”, señala la lideresa. Asimismo, asegura que si pudiera pararse frente a las jóvenes que están saliendo a conocer otras realidades les diría que “valoren su personalidad y de dónde vienen. Que no se dejen influenciar por lo externo. Es bueno saber, pero no dejar de ser quien eres, tu cultura, por querer ser otra persona. Muchas veces negamos quiénes somos, por vergüenza o miedo a la burla”.
Ser dirigente era uno de sus sueños, pero no estaba en sus planes. Desde niña quería ser guía de turismo especialista en aves, como su tío, Silverio Duri Valdivia, reconocido guía naturalista de la Comunidad Nativa Ese Eja Infierno con más de diez años de experiencia y considerado como uno de los mejores líderes turísticos del Manu, Bolivia y Machu Picchu. “Siempre lo verás donde hay bosques y aves», sonríe Vanessa. Decidida a seguir sus pasos, en el 2009 inició sus estudios y por eso tuvo que mudarse a la ciudad. Y todo cambió. “Vivir en la comunidad es tranquilo, tienes fruta, tienes todo. No tienes que pagar para comer”, recuerda. Fenamad ofrece un albergue para que los estudiantes de comunidades puedan vivir en la ciudad hasta terminar sus estudios, Vanessa fue uno de ellos. Esto le permitió ver el trabajo de otros líderes indígenas. “Veía y me preguntaba qué tenía que hacer para ser como ellos”, nos cuenta.
En el colegio siempre obtuvo el primer puesto; fue brigadier y hace tres años se convirtió en la primera mujer de su familia en ocupar un cargo en el consejo directivo de su comunidad. “No me considero una excelente líder, pero siempre debo estar adelante”, confiesa. Gracias a ese cargo representó en el 2018 a su comunidad en el congreso que Fenamad realizó en la Comunidad Nativa de Kotsimba, donde se reúnen dirigentes de las 37 comunidades para escuchar los informes y avances de la Fenamad en favor a las comunidades nativas y elegir nuevos integrantes para el consejo directivo. Un escenario que le permitió aceptar la propuesta de representar al pueblo Ese Eja integradas por las comunidades nativas de Infierno, Palmareal y Sonene, y posteriormente ser responsable de la Secretaría de la Mujer.
“No quería que me pase lo mismo”
Más del 60% de la población femenina indígena ha sufrido de violencia familiar según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes) del 2018. La mamá, hermana y tía de Vanessa pertenecen a esa estadística. “No quería que me pase lo mismo. Conocer a los dirigentes te hace sentir protegida porque conoces y sabes a dónde ir, a quién acudir y sabes que puedes ayudar en algún momento. Pero si una mujer de alguna comunidad alejada de la ciudad quiere denunciar es complicado por la distancia”, asegura.
Entre las prioridades de este año está lograr, desde las oficinas y direcciones de la Fenamad, que las mujeres sepan a dónde acudir en caso de violencia doméstica. Para ello, se viene coordinando con el Ministerio de la Mujer para llegar a las comunidades y se viene trabajando para colocar los temas de la Agenda Mujer en diferentes espacios regionales, nacionales e internacionales.
Asegura que lo más difícil de ser dirigente fue aprender a hablar en público; no es tímida, pero prefiere observar antes que opinar. Si le preguntas por su comunidad te dirá que es el paraíso y si le pides describir a la mujer indígena te dirá que es “sabia”. Le tiene miedo a la muerte, o más bien, a morir y dejar solos a sus hijos; y le gustaría que la recuerden por sus logros, por los buenos resultados que logre en su paso como dirigenta. En estos días adecúa su agenda para que no coincida con el nacimiento de su hijo que será a mediados de junio; el último de tres. “Es un sacrificio que todos los dirigentes enfrentan, alejarse de la familia”, comenta. Intenta dormir en sus ratos libres y asegura que por más que plante en su jardín no crecen flores. “Lo bueno es que mi pareja me apoya, les echa agua cuando no estoy”, nos cuenta la lideresa indígena.
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