Guillermo Reaño / Proyecto Entre Cuencas 2018
La noticia cayó como un baldazo de agua fría: el Estado peruano, haciendo uso de las facultades que le confiere la ley, había otorgado un permiso de explotación minera a una empresa de capitales canadienses sobre unas tierras de libre disposición en las provincias de Quispicanchi y Canchis, en el Cusco, que incluían al cerro Vinicunca, la Montaña de Colores, el nuevo ícono del turismo peruano y uno de los cien lugares que la prestigiosa revista National Geographic recomienda visitar a sus lectores antes de morir.
El malestar ciudadano no tardó mucho en tomar por asalto el planeta Internet y en pocas horas los pronunciamientos de artistas, políticos, congresistas y hasta del propio presidente de la República no se dejaron esperar.
“La Montaña de Siete Colores será preservada. Es nuestro deber salvaguardar y proteger una bellísima creación de la naturaleza ubicada en el Cusco, Patrimonio Cultural de la Humanidad”, anunció el presidente Martín Vizcarra en su cuenta de Twitter un día después del destape periodístico que hiciera la ONG CooperAcción en su web institucional.
No mencionó el jefe de Estado, tal vez debido la estrechez propia de los 140 caracteres, que el Cusco, según un informe de la misma institución, tiene el 14.57% de su territorio concesionado al sector minero, siendo la región del Perú con la mayor tasa de crecimiento porcentual del área ocupada por concesiones mineras en el último semestre del 2017.
El cerro Vinicunca es la punta de un iceberg –minero– que empieza a hacerse visible en una región que, paradójicamente, posee seis áreas naturales protegidas (ANP), dos áreas de conservación regional (ACR), 17 áreas de conservación privada (ACP), tres concesiones de conservación, una de ecoturismo, una servidumbre ecológica y un sitio RAMSAR.
El boom turístico Vinicunca
El cerro Vinicunca se encuentra a 100 km al sureste de la ciudad del Cusco, en un flanco de la Cordillera del Vilcanota, la segunda más larga de los Andes peruanos con 469 montañas, cuyas cumbres más notables siguen siendo consideradas sagradas por las poblaciones mayoritariamente quechuahablanmtes de sus entornos.
Se trata de una montaña a 5200 msnm que destaca por la presencia visible en sus laderas de unas franjas de intensos tonos fucsia, turquesa, lavanda y dorado que empezaron a cobrar fama a partir del año 2014, cuando las agencias de turismo iniciaron la promoción de la zona con el nombre de Montaña Arcoíris, Montaña Siete Colores o Montaña de Colores.
Rainbow Mountain para los turistas de todo el mundo que llegan hasta la comunidad de Pampachiri, distrito de Pitumarca, en la provincia de Canchis, para gozar de las espléndidas vistas que ofrece Vinicunca y las montañas de sus alrededores.
Una de ellas, tal vez la más conocida, el apu Ausangate, el pico nevado de 6384 msnm, que domina el paisaje imponente de un territorio poblado por comunidades que viven de sus hatos de alpacas y llamas y de una agricultura de subsistencia.
Juan Carlos Flores, promotor de la agencia Andean Lodges, una empresa que opera en sociedad con dos comunidades de la zona una ruta de turismo étnico alrededor de Ausangate, recuerda que Vinicunca, las lagunas de sus contornos y los demás nevados de la cordillera del Vilcanota, han despertado la admiración de los turistas mucho antes de que se inaugurara la carretera Interoceánica del Sur, la vía que recorre el distrito de Ocongate, en la provincia de Quispicanchi, la otra ruta de ingreso al Ausangate.
“La riqueza natural y cultural de los alrededores del nevado Ausangate es impresionante, nos lo comentó en la ciudad del Cusco, si se gestionara su territorio apropiadamente podría convertirse en el motor de desarrollo para las comunidades que viven en el área”, explica.
Es necesario mencionar que en las proximidades del apu Ausangate, en las faldas del macizo Colquepunku, se reúnen cada año miles de fieles para venerar al Señor de Señor de Qoyllur Ri’ti.
Proteger lo que es de todos
Para buscar precisamente el desarrollo de las comunidades y la protección de los recursos naturales de la zona, el Gobierno Regional del Cusco, inició en el año 2007 el proceso de creación del Área de Conservación Regional Ausangate.
Como es sabido, la Ley 26834 de Áreas Naturales Protegidas les confiere a las regiones el derecho de administrar, en coordinación con las municipalidades, las poblaciones locales o las comunidades campesinas, determinados espacios dentro de su territorio con el objetivo de conservar la diversidad biológica local.
Desde la reglamentación de ese mecanismo legal en el año 20o5 se han establecido en el Perú dieciocho Áreas de Conservación Regional, dos de las cuales, Choquequirao y Tres Cañones, se encuentran precisamente en la región Cusco.
El biólogo Miguel Ángel Atausupa, actual gerente de Recursos Naturales y Gestión del Medio Ambiente del Cusco, refiere que en el 2009 el gobierno regional se tomó el trabajo de incluir al Ausangate en la ordenanza 050 que declaraba de interés público la protección y conservación ambiental de 18 áreas priorizadas en toda la región.
A pesar que las municipalidades locales han dejado explícito desde entonces en sus instrumentos de ordenamiento territorial la existencia futura del área, el proyecto de creación del ACR Ausangate sufrió los retrasos y vaivenes que caracterizan la gestión pública local.
Se trabajó un primer expediente técnico, hace memoria el biólogo Atausupa, que incluía dentro de los límites de la ACR proyectada a la mayoría de los recursos culturales y naturales que componen el área. La propuesta no solamente consideraba al nevado Ausangate y las lagunas que conforman la red hídrica más potente de la región, también incluía dentro del ACR por establecerse al famoso cerro Vinicunca.
Dicha propuesta intentaba conservar 126 016.37 hectáreas que se extendían a través de previos privados, tierras comunales y espacios públicos de los distritos de Ocongate, Marcapata, Pitumarca y Checacupe, en las provincias de Quispicanchi y Canchis de la región del Cusco con el objetivo “de conservar la diversidad de plantas y animales y el entorno que conforman, así como los nevados y manantiales, el área natural de los paisajes y los valores culturales del área del Ausangate”.
Lamentablemente, tiempo después, el equipo técnico del Gobierno Regional a cargo de llevar adelante la iniciativa se vio obligado a dar un paso atrás y retirar del expediente las tierras del cerro Vinicunca.
Turismo Vs Conservación
¿Por qué se retiraron del expediente técnico de creación del ACR Ausangate el cerro Vinicunca y las montañas coloradas que fueron concesionadas según CoperAcción a la empresa peruano-canadiense Minquest Perú?
La respuesta nos la dio el propio gerente de Medio Ambiente del Cusco: cuando se iniciaron las consultas con las comunidades propietarias de estos recursos, sus dirigentes más conspicuos, algunos de ellos claramente vinculados a la actividad turística que se ha desatado en la zona, se opusieron a la creación del área aduciendo que la propuesta ocultaba las intenciones reales del Estado de quedarse con sus recursos.
“Hay personas plenamente identificadas -lo comentó en exclusiva para Actualidad Ambiental– que confunden a la población local con información contraria a lo que queremos hacer. Los propios comuneros nos han comentado que particulares y empresas mineras los han visitado con diferentes ofrecimientos para realizar actividades que al final terminan influyendo en el pensamiento y en las decisiones de las comunidades”, manifestó.
A mediados del 2016, el fotógrafo de naturaleza Arturo Bullard rebotó en las redes sociales una fotografía tomada por una turista nacional que mostraba una inmensa pinta sobre una de las laderas del cerro Vinicunca.
Preocupado por el atentado visual se comunicó con algunos empresarios vinculados al turismo en el Cusco –entre ellos el actual ministro de Comercio Exterior y Turismo, Rogers Valencia- quienes le refirieron que la disputa entre las poblaciones locales por el control del dinero que se cobra por ingresar a Vinicunca estaba a punto de generar un estallido social en la zona sin precedentes.
Desde entonces a la fecha, la situación no ha llegado a desbordarse debido a los acuerdos que las propias comunidades han ido tomando entre sí sobre el manejo del recurso.
Un informe periodístico propalado por la agencia de noticias The Associated Press, citado en largos reportajes publicados en The New York Times y BBC Mundo, da cuenta que solo por concepto del pago de boleto de ingreso a Vinicunca, la comunidad de Pampachiri, habitada por 1500 personas, recauda anualmente 400 mil dólares que se invierten, según lo declarado por sus dirigentes, en el mantenimiento de los caminos rurales y en la escuela de la localidad.
“Los comuneros han comprado maquinaria pesada, nos comentó un empresario turístico que opera en destino que no quiso que mencionemos su nombre por temor a las represalias que se pudieran tomar contra él, que está siendo utilizada para abrir trochas sin ningún sustento técnico”, señala el informe.
En la actualidad son cuatro los controles que existen para ingresar a Vinicunca. En cada uno de ellos la tarifa acordada por las comunidades es de diez soles.
Eso es para el caso de la famosa Rainbow Mountain. En otros sectores del apu Ausangate, según nos lo refirieron nuestras fuentes, algunos grupos de caminantes se ven obligados a pagar por derecho de tránsito hasta siete veces.
Negocio redondo para las comunidades de los entornos cuyos ingresos por turismo se han multiplicado en los últimos años.
Eso explica en parte la oposición de los dirigentes de la comunidad de Pampachiri, la más beneficiada con el boom turístico que se desató en Vinicunca, al establecimiento del ACR Ausangate.
A la negativa de esta comunidad, se fueron sumando en los últimos meses –una vez iniciado el proceso de consulta previa que la ley establece para la creación de las ACR- la oposición de las comunidades campesinas de Ausangate, Marcapata Collana, Sahuancay, Collasuyo, Ananiso y Ochollocllo.
En otras palabras, con el objetivo de cuidar los ingresos económicos que recaudan las comunidades locales y continuar con el modelo de turismo en boga en un sector muy importante de la ruta del Ausangate, los dirigentes que participaron de las reuniones que decidieron la suerte del ACR Ausangate, dejaron en el limbo las tierras comunales que debían defender de una ofensiva minera visible por lo menos desde el año 2015.
Mineros en el techo del mundo
Minquest Perú SAC, la compañía subsidiaria en nuestro país de la transnacional Camino Minerals, solicitó en el año 2015 al Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet), la concesión minera denominada Red Beds 2, cuyas 400 hectáreas se encuentran ubicadas en una zona comprendida entre los municipios de Cusipata y Pitumarca.
Para los medianamente informados, sobre las laderas multicolores de la famosa Montaña Arcoís.
Hechas las consultas técnicas y al ver que la mencionada concesión no colisionaba con petitorio de ministerio alguno o cuestionamiento de alguna dependencia pública en particular, en marzo INGEMMET dio el visto bueno para que Minquest Perú inicie operaciones en el espacio solicitado.
La bomba encontró mal parado al Gobierno Regional del Cusco. El gerente Atausupa nos comentó a través del Whatsapp que la revelación de CooerAcción los había cogido por sorpresa. Lo mismo manifestó Rosendo Baca, director de la Dirección Regional de Comercio Exterior y Turismo (Dircetur) de Cusco, la oficina encargada de fiscalizar y ordenar la actividad turística en toda la región.
Baca anunció la puesta en marcha de las acciones pertinentes que declaren intangible la zona donde se deberá crear el Área de Conservación Regional Ausangate.
Lo mismo propuso el grupo parlamentario Nuevo Perú que ingresó por mesa de partes el proyecto de ley 3063/2018 que declara “la intangibilidad de la totalidad del área de la Montaña de Siete Colores” y deroga la Resolución de Presidencia n° 042-2018-INGEMMET/PCD del 11 de abril del 2018.
Más rápida fue la respuesta de Minquest Perú SAC, la empresa beneficiada con la concesión minera que produjo el aluvión mediático. En carta hecha pública la semana pasada, que lleva por fecha el 21 de mayo, la compañía renuncia públicamente a los derechos adquiridos para intervenir en la zona de la discordia y se compromete a ceder “la concesión minera a la entidad correspondiente para poner en salvaguarda la integridad tanto del desarrollo cultural y turístico de esta área, como ícono representativo y cultural del Perú”.
Así están las cosas en la región Cusco. Falta conocer la posición final de su Gobierno Regional frente al tema del ACR Ausangate.
¿O insisten, como se ha sugerido, en presentar expediente técnico de ACR a las autoridades correspondientes sin el cerro Vinicunca dentro de sus límites o buscan el apoyo de las comunidades que decidieron salirse de la propuesta para presentar un proyecto que abarque nuevamente a todas las zonas de interés cultural y natural del prodigioso Ausangate?
Mientras tanto los plazos corren y es preciso salir del embrollo legal que ha producido la colusión entre turismo, minería y conservación en las alturas del Cusco. Según lo que nos había comentado el gerente de Medio Ambiente de la región Cusco, se tenía previsto llevar a cabo en la primera semana de julio una reunión con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) para definir la suerte del ACR Ausangate. Como están las cosas, resulta mejor pedir unos días de prórroga.
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