- Lideresas indígenas, que luchan por el reconocimiento de sus derechos y por sus comunidades, piden igualdad de oportunidades y atención por parte del Estado hacia los pueblos indígenas.
Por Angela Rodriguez
El 8 de marzo se conmemora a nivel internacional el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, un día que sirve para recordar la lucha de las mujeres por participar dentro de la sociedad y tener oportunidades de desarrollo y calidad de vida como personas, reflexionar sobre lo logrado y continuar luchando por más cambios. Pero, si queremos hablar de igualdad de derechos no podemos pasar por alto que, pese a los avances, todavía existen brechas muy importantes por superar, sobre todo para aquellas que además de ser vulnerables por su condición de mujer, lo están por su cultura y orígenes.
En el Perú, las mujeres indígenas representan el 51% de la población indígena, el 21% de la población femenina nacional y el 10% de la población peruana, según el censo nacional del 2017. Sin embargo, el 81.2% de ellas no accede a educación superior, el 64% no llega a la secundaria y menos del 50% cuenta con educación primaria.
Para Zoila Ochoa, dirigente nacional de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), la educación de las mujeres indígenas debe ser una prioridad si se quiere hablar de inclusión y desarrollo, pues “para tener cualquier oportunidad primero debemos tener educación”.
Zoila, identificada como huitota, es nativa de la comunidad Centro Arenal, situada en el río Amazonas, a una media hora de la ciudad de Iquitos (Loreto). Con más de 30 años como líder indígena, cuando empezó a participar en la defensa de los derechos de su comunidad, territorio y cultura, no contaba con estudios, por eso hoy hace uso de su voz como líder para pedir “que a las niñas se les dé esa oportunidad de prepararse”.
Actualidad Ambiental conversó con tres mujeres indígenas loretanas de distintas generaciones, todas ellas coinciden en que la educación es un derecho fundamental al que deben acceder las niñas y adolescentes si se quiere lograr igualdad de oportunidades y cambiar la situación de pobreza y olvido en el que se encuentran las comunidades nativas en Loreto. Algo que se debe tener en cuenta es que en muchas comunidades no existen escuelas secundarias y la educación de las niñas no es visto como prioridad.
“En la comunidad solo hay inicial y primaria, si se quiere estudiar secundaria se tiene que ir a la capital del distrito. La mayoría de las niñas no puede estudiar secundaria, porque es lejos y significa un gasto pues tienen que vivir fuera de sus casas. Y las que logran terminar secundaria se quedan solo hasta ese nivel, aunque la mayor parte no llegan ni a eso”, nos cuenta Mari Luz Canaquiri Murayari, presidenta de la Asociación de Mujeres Indígenas Huaynakana Kamatahuaranakan.
Mari Luz, vive en la comunidad indígena Shapajilla, ubicada a orillas del río Marañon, distrito de Paranirí, provincia de Loreto Nauta, a unas 8 horas de Iquitos. Ella, de raíces Kukama, lucha por derechos como remediación por los derrames petroleros que ha sufrido su comunidad, atención en salud y agua potable, pero también lucha por que las mujeres indígenas accedan a educación y sean tomadas en cuenta en la toma de decisiones.
“En la comunidad ni siquiera tenemos agua tratada, algo básico. Consumimos agua del río que está contaminado. En los análisis que hicieron por tanto reclamo de nosotros como pueblos, se ha visto esto, que hay metales pesados en el río de donde nosotros consumimos agua y todo eso complica nuestra salud. Cuando hay derrames la mayoría nos enfermamos con enfermedades desconocidas, nos duele la cabeza, nos sentimos mal y no tenemos quien nos diagnostique o atienda. El Centro de salud no tiene equipos para que nos analicen y nos den resultados”, denuncia Mari Luz.
La líder indígena de Huaynakana Kamatahuaranakan, resalta cómo la situación económica en la que se encuentran las comunidades agudiza la brecha de derechos para las mujeres. “La zona en la que yo vivo es considerada en extrema pobreza. Como mujeres estamos vulnerabilizadas en nuestros derechos, porque vivimos en la zona rural lejos de la ciudad”, nos cuenta.
La dirigente de Aidesep pide que la sociedad deje estudiar a las mujeres para “que no frustren nuestro anhelo de salir adelante”, pues -según señala- a veces desde las mismas familias se impide que las niñas puedan estudiar.
Gimena Cariajano Sanchez, vicepresidenta de la Organización de Estudiantes de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Peruana (Oepiap), coincide con Mari Luz y Zoila en que como mujeres indígenas deben enfrentar discriminación no solo por parte del mundo occidental, sino también dentro de sus comunidades y organizaciones, en las que se les niegan oportunidades de asumir cargos de representatividad. Por eso, ella comenta emocionada lo orgullosa que se siente al ser la primera mujer en ocupar el cargo de vicepresidente en su organización.
Gimena, de raíces Achuar, es nativa de la comunidad San Cristóbal, ubicada a orillas del río Corrientes, a unas 14 horas de Iquitos, donde ha llegado para cumplir sus sueños. Actualmente, estudia Ingeniería Ambiental en la Universidad Científica del Perú (UCP) y espera regresar un día a su comunidad como la primera ingeniera.
“Uno de mis sueños es ser la primera ingeniera ambiental en mi comunidad porque hay muchas ingenieras ambientales de la empresa que trabaja en mi comunidad, pero poco o nada hacen. ¿Por qué? Porque ellas no viven ahí, no viven esa realidad en su propia piel y por eso le dan poca importancia al cuidado de nuestro territorio y nuestra naturaleza”, enfatiza.
La comunidad en la que creció Gimena, al igual que la comunidad de Mari Luz, está contaminada por derrames de petróleo, una situación que afecta la calidad de vida de la población. “Mi comunidad es la base del Lote 8, entonces se explota bastante petróleo, y yo soy testigo de cómo contaminan, vengo de un río contaminado por petróleo”, denuncia Gimena, y agrega que esta situación la motivó a estudiar Ingeniería Ambiental. “Quiero aprender cómo poder proteger y preservar los recursos”, confiesa.
Sobre la situación en la que se encuentran las mujeres, Gimena considera que “aún hay discriminación hacia nosotras, si bien hemos avanzado mucho en cuanto a igualdad y respeto, la violencia hacia las mujeres sigue aumentando. Yo vengo de esa realidad en la que las mujeres sufren violencia, maltratos físicos y psicológicos”.
Por eso, ella busca ser la inspiración para más mujeres, para que busquen desarrollarse, pero también exige al Estado que implemente más leyes en beneficio de las mujeres y garantice su protección e igualdad de oportunidades.
“¿Por qué no podría una mujer indígena ser una ingeniera, abogada o doctora? Yo quiero transmitir ese mensaje de que podemos ser más, de que podemos aspirar a más”, señala Gimena con un tono de voz enérgico.
Por su parte, Mari Luz resalta que las mujeres kukama están organizadas para poder reclamar por sus derechos colectivos como mujeres y como indígenas, destacando que hace falta visibilizar los problemas que enfrentan, como la falta de seguridad jurídica territorial, pues sin ello, nos explica, están desprotegidas ya que cualquiera podría invadir su territorio.
“Por eso, nosotras nos organizamos para poder alzar nuestra voz y que el Gobierno nos escuche. Nuestra voz también sirve, nuestra opinión también sirve y queremos que nos escuchen. Las mujeres somos seres humanos que tenemos los mismos derechos que los varones, que todos y no vamos a permitir más abusos o humillaciones”, concluye.
Finalmente, Zoila Ochoa, indica que desde Aidesep vienen trabajando iniciativas como el programa Mujer, el cual buscan incluir tanto en la agenda indígena como en la agenda nacional. Y aprovecha este espacio para motivar a otras mujeres a luchar por sus derechos.
“A todas las mujeres indígenas del Perú, las invito a defender nuestros derechos. Tengamos valor de visibilizar las injusticias, tenemos que ser valientes”, manifiesta.
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