Tráfico de tierras y deforestación amenazan los últimos bosques secos del Huallaga

lunes 21 de febrero, 2022

Foto: AMPA

  • Los últimos relictos de bosques secos luchan contra invasiones en el Valle del Biavo.

 

Vista desde el aire, la selva en San Martín se extiende hacia el infinito con armonía y paz en apariencia, pero esa es solo una ilusión, porque debajo de ese manto verde se desata una guerra medioambiental provocada por la deforestación de los bosques a causa de las invasiones, la agricultura desproporcionada y el tráfico ilegal de madera.

Desde hace algunos años atrás, la carretera al Valle del Pavo se abre camino en medio de las 1925.23 hectáreas de la Concesión para la Conservación Chuacullo. Esta carretera, considerada ilegal, ha traído consigo más de un problema a los guardianes que defienden con sus vidas la conservación de los bosques.

“Nosotros somos guardianes voluntarios de estos pocos bosques que quedan acá en el Valle del Biavo. De verdad da mucha pena, mucha indignación, mucha impotencia la acción de estas personas”, declara Marvin García Vásquez, socio de la Asociación de Productores Apícolas del Valle del Biavo, que administra la Concesión para Conservación Chuacullo.

Desde su otorgamiento en el año 2015 y hasta el 2020, Chuacullo perdió 37.7 hectáreas de bosques. Solamente entre el año 2021 y lo que va del 2022, aproximadamente 35 hectáreas de bosques han sido deforestados. En un poco más de un año, se ha duplicado la pérdida de bosques en el área.

Al respecto, las concesiones para la Conservación de Chuacullo, Quinillal, Valle del Biavo, Sangapillal, Ojos de Agua y Bosques del Futuro, resguardan los últimos relictos de bosques estacionalmente secos del Huallaga Central. Aunque cada día son más escasos, pese a que son los últimos bosques generadores de agua y refugios de especies endémicas y únicas como el helecho Platycerium andinum, la quinilla, la manchinga, ocelotes, cotomonos, anfibios y muchas más.

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Avance de la deforestación de octubre de 2021 a enero de 2022. Imagen: AMPA

Este ecosistema único solo existe entre las provincias de Picota, Huallaga, El Dorado y Bellavista, y fueron espacializados en la década de los 80, en 350 mil hectáreas, hoy solo están protegidos a través de las concesiones para conservación, menos de 20 mil hectáreas, y si no se toma acción rápidamente para frenar su depredación, podrían desaparecer. Esta pérdida sería irreparable.

“Con la agricultura migratoria ilegal, se están perdiendo miles de hectáreas de bosques. Además, personas inescrupulosas vienen apropiándose de áreas que están destinadas a la conservación”, comenta John Ventura, fiscal adjunto de la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental (FEMA) Juanjuí.

Uno de los principales problemas que enfrenta el bosque seco es el tráfico de tierras para la instalación de maizales, promovidas por programas de gobierno, además del tráfico de madera para viviendas y para carbón. La ausencia del Estado y la falta de respuesta rápida por parte de las autoridades ha favorecido una migración cada vez más fuerte.

«Tenemos miedo de entrar a nuestra concesión porque realmente la vez pasada cuando hemos ido nos han seguido en moto lineal las personas que supuestamente son dueños de este terreno, y dijimos que no vamos a volver a ingresar si no tenemos la policía o la fiscalía, así como socios ya no”, explica Peggi Upiachihua Paredes, socia y guardiana del bosque.

De acuerdo con la experta en temas de bosques, se requiere urgentemente mayor presupuesto para las autoridades competentes como la Autoridad Regional Ambiental, la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental y la Policía a fin de atender debidamente la situación.

Frente a ello, Fredy Vásquez Panduro, socio y defensor de la concesión, pidió hacer un llamado al Ministerio Público y al Ministerio del Ambiente, para que se tomen sus acciones, que no tengan miedo. «Nosotros afrontamos la situación, dialogamos, pero más allá no hay ese apoyo que necesitamos, y queremos que se tomen acciones para frenar esto. Salgamos y defendamos nuestra naturaleza. Porque si nosotros no la defendemos, ¿quién va a defenderla?”, sostuvo Vásquez Panduro.

Foto: AMPA

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* La nota apareció originalmente en la revista Rumbos.

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