- Esta actividad ancestral es importante para la seguridad hídrica, y ha asegurado la actividad agrícola en zonas donde el agua escasea, o donde ya se sienten los efectos del cambio climático.
En el Perú la siembra y cosecha de agua no es una actividad nueva, sino viene de siglos atrás. Esta forma parte de los conocimientos ancestrales que hasta hoy se practica e incluso se ha empezado a replicar en otros países.
¿En qué consiste esta actividad milenaria?
La siembra y cosecha de agua es el proceso de recolección (siembra) de agua de lluvia en el subsuelo para poder recuperarla tiempo después (cosecharla). Se realiza a través de la construcción de zanjas de infiltración, qochas, conservación y recuperación de praderas, así como la forestación y reforestación. La idea es prepararse para tiempos de estiaje.
Esta práctica, además, ha asegurado la actividad agrícola en zonas donde el agua escasea, o donde ya se sienten los efectos del cambio climático. Por su efectividad, la siembra y cosecha de agua ha sido replicada además en otros países donde desconocían esta técnica y ha sido materia de diversos estudios.
En la actualidad, en nuestro país existen diversos proyectos que promueven esta actividad como medida de adaptación al cambio climático y, además, como alternativa de empleo sostenible para las comunidades altoandinas. Entre ellas se encuentra el Fondo Sierra Azul, del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri).
Sierra Azul tiene como objetivo “incrementar la seguridad hídrica agraria contribuyendo a la prosperidad del agro peruano a través de la siembra y cosecha de agua” favoreciendo “prioritariamente a aquellos agricultores con menores niveles de ingreso económico, en situación de pobreza y extrema pobreza, a través del financiamiento de Actividades Complementarias”.
Práctica reconocida por ley
Debido a su importancia de esta práctica ancestral, en julio de 2019 se promulgó la Ley 30989, que declaró de interés nacional y de necesidad pública la implementación de la siembra y cosecha de agua “en las partes altas y medias de las cuencas, como obra pública, comunal u otras, así como la difusión de las técnicas ancestrales de siembra y cosecha de agua en la población, tomando en consideración la gestión integrada de los recursos hídricos, las buenas prácticas implementadas en las partes altas de las cuencas, sus beneficios para los ecosistemas y para las poblaciones asentadas en las cuencas bajas”.
«Más allá de las preferencias políticas es importante que todas y todas estemos conectados y seamos conscientes de esta práctica tradicional en nuestro país que no solo aporta a la regulación y seguridad hídrica sino que está basada en la propia naturaleza», manifestó al respecto Carol Mora, directora del Programa de Política y Gobernanza Ambiental de la SPDA.
Dato:
- Si deseas conocer más sobre los beneficios hídricos asociados a esta práctica te recomendamos revisar el siguiente documento Contribuciones potenciales de la infraestructura preincaica de infiltración de agua para la seguridad hídrica en los Andes.
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