- Hace poco Netflix estrenó Sergio, una película biográfica sobre el funcionario de la ONU que estaba voceado para reemplazar a Kofi Annan pero falleció por un atentado en Irak. ¿Qué tanto sabemos sobre este brasileño cuya muerte causó un fuerte impacto internacional y, sobre todo, marcó un hito en la historia de las Naciones Unidas?
Por Jaime Tranca / jtranca@spda.org.pe
El martes 19 de agosto de 2003, a las 16:40 horas, un camión de cemento lleno de explosivos caseros impactó contra el hotel Canal en Bagdad (Irak), lugar donde funcionaba la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas. El hecho, considerado uno de los peores golpes al organismo desde su creación en 1945, dejó más de 100 heridos y causó la muerte de 22 personas, entre ellas se encontraba el enviado especial de la ONU para Irak, Sergio Vieira de Mello.
El brasileño había llegado a dicho país en junio de ese año por pedido exclusivo de Kofi Annan quien consideraba a Vieira como el mejor hombre para afrontar esa crisis que ya contaba con varios muertos y heridos. Antes de arribar al país que hasta hace poco era gobernado por Sadam Husein, Sergio Vieira había pedido licencia de cuatro meses de su puesto como Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU.
La elección de Vieira para contribuir a la paz en Irak no fue casualidad. En aquel entonces ya contaba con 34 años de experiencia en la ONU, además tenía una fama de conciliador en países en conflicto bélico, y era considerado un diplomático brillante. En Irak, su tarea era trabajar en la reconstrucción del país, el regreso de los refugiados, la recuperación económica, la reforma judicial y la administración civil.
La misión no era fácil. Vieira y su equipo sabían que todos los días arriesgaban la vida en dicho país, como narró en su momento Mario Vargas Llosa, quien visitó las oficinas de ONU en Irak para conocer de cerca a estas personas acostumbradas a trabajar en medio de la guerra para buscar la paz. “[Las personas que acompañaban a Vieira] tomaban con espíritu deportivo y buen humor los tremendos sacrificios que significa vivir en una ciudad sin luz eléctrica y sin agua potable, con temperaturas de infierno y presa del caos”, escribió el novelista peruano cuatro días después del atentado.
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Una carrera inagotable
Sergio Vieira nació el 15 de marzo de 1948, en Río de Janeiro (Brasil). Su carrera en la ONU comenzó en 1969, año en que terminó de cursar estudios de Filosofía en la Universidad de la Sorbona, en París (Francia). Según la fundación que lleva su nombre, Sergio Vieira se unió a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) como editor francés cuando Sadruddin Aga Khan era Alto Comisionado.
Luego de la proclamación de independencia de «Pakistán Oriental», en diciembre de 1971, el ACNUR emprendió una operación de repatriación. Sergio Vieira, con 23 años, fue enviado a Dacca para trabajar en la repatriación exitosa y la reintegración de los refugiados bengalíes que fueron a la India para escapar de la guerra civil. En el verano de 1972, fue enviado a Sudán del Sur donde también participó activamente en la repatriación y reintegración de miles de refugiados. Al regresar a Europa, en 1973, se casó en Francia con Annie, con quien tuvo dos hijos.
En 1973 fue asignado a Chipre, como jefe del programa del ACNUR para la isla, y en 1975 a Mozambique para realizar acciones de repatriación y reintegración. Cuando completó su misión, a los 28 años, asumió el mando de la oficina del ACNUR en el país y se convirtió en uno de los representantes más jóvenes en dicho cargo.
A los 30 años, a principios de 1978, Sergio fue nombrado representante regional del ACNUR en Perú, donde nació su primer hijo, Laurent. En Lima, el funcionario negoció esencialmente la repatriación, particularmente a Europa, de miles de refugiados latinoamericanos que inicialmente habían ido a Chile bajo el régimen de Allende, y luego huyeron a Perú tras el golpe de Estado del general Augusto Pinochet, en 1973.
“Un ser humano tiene derecho a vivir con dignidad, igualdad y seguridad. No puede haber seguridad sin una paz real, y la paz debe construirse sobre la base firme de los derechos humanos. […] Mantener la paz y la seguridad está indisolublemente vinculado a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres”. Sergio Vieira de Mello
En enero de 1980, año en que nació su segundo hijo, Adrien, regresó a Ginebra para ocupar un puesto en la División de Personal del ACNUR. En 1981, fue enviado a Líbano, como parte de una operación para mantener la paz. Luego pasó los siguientes diez años ocupando diferentes puestos dentro de la organización.
Sergio Vieira también fue clave en conflictos de Vietnam, Camboya, Bosnia y Sarajevo, países donde destacó por su experiencia en manejo de conflictos, diálogo y promotor de la paz. Por esta carrera, en 1996 se convirtió en el primer Asistente del Alto Comisionado para los Refugiados. En 1998, con Kofi Annan como secretario general de las Naciones Unidas, fue nombrado subsecretario general de Asuntos Humanitarios y Jefe de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en Nueva York.
En la consolidación de su carrera, Sergio Vieira fue el administrador provisional de la ONU en Timor Oriental, excolonia portuguesa ocupada por Indonesia, de 1999 a 2002. El brasileño trabajó en dicho lugar hasta lograr su independencia. Este hecho confirmó una vez más la capacidad del funcionario para gestionar los conflictos en lugares difíciles.
En septiembre de 2002, fue nombrado Alto Comisionado para los Derechos Humanos, con sede en Ginebra. Sin embargo, permaneció en el cargo hasta mayo de 2003, luego de pedir licencia para ser el representante especial de Naciones Unidas en Bagdad.
Vargas Llosa recuerda que cuando le preguntó por qué había aceptado ir a ese caos, Vieira le respondió, ‘con su eterna sonrisa de oreja a oreja’: “No encontré buenos argumentos para negarme”.
La otra respuesta a esa pregunta la tuvo quizás Kofi Annan: “[Sergio] nunca dudó en asumir tareas difíciles, incluso peligrosas. Llegaron víctimas de conflictos y desastres en todo el mundo conocerlo como alguien que entendía su difícil situación y sabía cómo entregar resultados a pesar de los enormes obstáculos”.
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El adiós
Después del atentado perpetrado por un grupo ligado a Al Qaeda, Sergio Vieira de Mello quedó sumergido entre los escombros de su oficina, a 9 metros de profundidad. A pesar de su estado grave, se preocupaba por sus compañeros de oficina, según comentó William von Zehle, un soldado estadounidense que intentó rescatarlo.
“¿Cómo está todo el mundo?, ¿cuántas personas están heridas?, ¿puedes decirme qué ha sucedido?”, habría dicho, según palabras del soldado. “Yo pensé: ¿está en un mundo de dolor y piensa en los otros?”, dijo Zehle a la prensa.
Debido a la gravedad de sus heridas, Vieira perdió el conocimiento antes de ser rescatado y falleció en el lugar. El militar, quién pasó con él sus últimos momentos de vida, envió una carta al secretario general de las Naciones Unidas para compartir las últimas palabras del funcionario brasileño. “No dejen que retiren la misión de Irak”, habría dicho antes de morir.
Según recuerda la Fundación Sergio Vieira de Mello, ante la muerte del brasileño, el ex Alto Comisionado Asistente del ACNUR y amigo cercano, Kamel Morjane, expresó: “En el ACNUR, donde pasó 25 años de su vida, fue el hijo brillante que sus mayores hubieran deseado tener. Para sus compañeros, como yo, él era el colega o el amigo, a menudo ambos, que uno intentaba emular y sostener como ejemplo, pero uno nunca era capaz de igualar”.
Kofi Annan, por su parte, resaltó la gran pérdida que significaba esta muerte para las Naciones Unidas: “Es difícil aceptar la muerte de cualquier colega, pero no se me ocurre ninguna otra persona que fuera tan imprescindible como Sergio, o cuya desaparición fuera más lamentada dentro del sistema de las Naciones Unidas. Durante su carrera, sirvió de forma excepcional a la humanidad, mitigó el sufrimiento de hombres y mujeres como él, les ayudó a resolver sus conflictos y a reconstruir sociedades destrozadas por la guerra”.
Después de despedirse de su natal Río de Janeiro, los restos de Sergio Vieira de Mello fueron llevados al cementerio de los Reyes de Ginebra (Suiza), donde actualmente descansa.
Mira el tráiler de la película:
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