Ríos y Represas: nuestra Amazonía en negociación
miércoles 24 de marzo, 2010
Escribe Aldo Soto Hurtado / Gerente de Programa Amazonía Noroeste/Northwestern Amazon Program Manager – WWF
Los que trabajamos en la Amazonía generalmente tenemos como principal preocupación ambiental la deforestación; uno asocia la pérdida del bosque con madereros ilegales, el avance de la frontera agrícola y la construcción de carreteras. Nos era muy lejano pensar en un impacto masivo de pérdida de bosque por un embalse. ¿40,000 ha inundadas? ¿Cómo así? ¿Es posible eso? Cuando pensamos en las amenazas a la salud de los ríos, pensamos en la contaminación por centros urbanos, derrames petroleros, pesticidas provenientes de la agricultura, sobrepesca. Sin embargo, poco nos había preocupado el caudal ecológico de un río amazónico, los pulsos hidrosedimentológicos, la conectividad lateral, etc.
Ahora nos enfrentamos a una realidad distinta y estamos tratando de responder a ella. Nuestro gobierno y el de Brasil se encuentran ad portas de la firma de un tratado de integración energética, quizá sea más correcto decirlo un tratado de “chuponeo” energético. Nuestro vecino amazónico nos ha propuesto construir 15 hidroeléctricas en nuestra selva (ellos pagan todo, gracias) para luego suministrarse gran cantidad de esa energía. El tema de la negociación no lo voy a tocar, ya se ha abierto el debate sobre la forma en que el gobierno está enfrentando esta propuesta (aunque aún no es conocido por la mayoría de peruanos). En cambio, voy a elaborar en base a la siguiente pregunta: ¿quién paga los costos ambientales y sociales y que tan altos son?
La primera pregunta es fácil de responder: el Perú los paga, usted, yo, sus hijos, mis futuros nietos, lo hijos de nuestro presidente, de nuestros congresistas.
Para responder la segunda pregunta, esta semana hemos recibido a reconocidos especialistas de Brasil y Argentina, hemos invitado a científicos y ambientalistas compatriotas y nos han enseñado, en base a su amplia experiencia, qué impactos generan las represas en los ríos. Los retos que estamos enfrentando ya ocurrieron en sus países, ya los vivieron, los sufrieron y aprendieron la lección. Sus estudios y experiencia, de más de 20 años, la compartieron con nosotros durante dos días.
El profesor Neiff nos hacía referencia al Caudal ecológico con la siguiente frase: “Perdone Sr., usted funciona felizmente con 5L de sangre, pero nosotros consideramos que con 1,9L todavía puede seguir vivo”. El profesor Agostinho nos explicaba como el impacto aguas abajo de la represa era evidente en la concentración de nutrientes (pueden reducirse hasta en 70%), esto afecta a los peces, las pesquerías, el modo de vida de las comunidades locales, conocimientos, creencias, sentimientos con su entorno y relaciones sociales. El profeso Arenas hacía hincapié en que la ubicación de una represa sólo consideraba criterios de ingeniería y no consideraba los ambientales, como el proyecto hidroeléctrico Inambari, estarían represando dos ríos: el Inambari y el río Araza.
Ernesto Raéz, César Gamboa y Alberto Barandiarán recalcaron la necesidad de evaluar los impactos acumulativos y sinérgicos de no solo una represa, sino de todas en su conjunto; la necesidad de mejorar los Estudios de Impacto Ambiental, estos deben de evaluar los proyectos integralmente y no en fases o partes, normar su estructura y estándares, no solo sugerirlos, así como incluir mecanismos de responsabilidad para las empresas consultoras que los realizan, para evitar que ocurran copias literales entre estudios (¡vergonzoso!). Y por supuesto, el Ministerio del Ambiente debe ser la institución encargada de todo esto, pero, sobre todo, de aprobarlos. Siendo el Ministerio de Energía y Minas el responsable actual, los conflictos de intereses bullen por todas partes.
En conclusión, la construcción de 15 o 6 represas en nuestra megadiversa Amazonía va a afectarla en un grado que aún no podemos predecir. No porque sea imposible, sino porque no tenemos voluntad de hacer este ejercicio. Existe la experiencia en otros países, existe la tecnología para hacerlo y el interés y capacidad de varios peruanos comprometidos. La información debe generarse y en base a ésta el Perú debe tomar las mejores decisiones para asegurar su desarrollo sostenible, procurando energías limpias pero con menor impacto ambiental, respetando los tratados internacionales de consulta previa a los pueblos indígenas y con impactos sociales positivos. No sólo en las ciudades que recibirán la energía, sino en las localidades rurales y comunidades nativas que muchas veces solo ven pasar los cables de alta tensión sobre sus casas y sus chacras.
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Imagen tomada de sitio web del BIC
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