Derrame de Repsol y la incansable lucha por conseguir justicia

Foto: Diego Pérez / SPDA

  • “Historia de un derrame”, una iniciativa integral desarrollada por la SPDA, que aborda el impacto del derrame de petróleo en el mar peruano, fue elegida entre más de 5 mil postulaciones de 190 países en los Premios de Acción por los ODS, de Naciones Unidas.

 

En el balneario de Ancón, la primera luz del día, fundida con el vaivén de las olas, el aroma a sal y la suave brisa marina, solía anunciar jornadas fructíferas. Para Abelino “Mayumi” Ramírez y otros pescadores artesanales, estas costas significaban vida. “El mar no es solo trabajo”, decía. “Es identidad y familia. Es nuestra historia”.

Sin embargo, el 15 de enero de 2022, todo cambió. Las costas de varios distritos limeños se tiñeron de oscuridad, el aire se tornó pesado, y el ritmo sereno del mar quedó ahogado bajo una pesada capa de petróleo. Fueron al menos cerca de 12 mil barriles vertidos en el océano Pacífico. Las olas, que antes traían sustento, ahora arrastraban animales muertos hasta la orilla. Desde entonces, la calma habitual fue reemplazada por una pesadilla.

En los días posteriores, Ancón y sus habitantes, así como otros distritos costeros desde Ventanilla hasta Chancay, despertaron en una realidad desoladora. Mayumi y sus compañeros observaban sus redes, antes colmadas de peces, ahora vacías y manchadas de petróleo. Los primeros animales muertos en la orilla fueron solo el inicio. Pronto, las cifras aumentaron. Aves y peces quedaron atrapados en un mar que ya no ofrecía refugio. Con el tiempo, más de 1800 criaturas marinas perecieron. 

Los mercados locales y los pequeños restaurantes quedaron en silencio; los turistas desaparecieron, y la economía de más de 10 mil personas comenzó a tambalear. No eran solo los pescadores: una cadena completa de vida y sustento se había roto.

Foto: Diego Pérez / SPDA

En este escenario adverso, la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) dio un paso al frente para brindar apoyo a los afectados por este desastre ambiental. 

La SPDA no solo se limitó a denunciar el hecho, sino también presentó análisis legales del caso, brindó asesoría legal a los afectados, y desarrolló una estrategia de incidencia pública para que el caso no quede impune. El objetivo central fue buscar justicia.

Casi tres años después del derrame, los esfuerzos de la SPDA no han menguado. Y este trabajo en favor del ambiente, la salud y bienestar de las personas ha sido reconocido por las Naciones Unidas, a través de la nominación a los Premios de Acción por los ODS. La SPDA es finalista entre más de 5 mil postulaciones de 190 países. 

La organización destaca que este reconocimiento ha impulsado aún más el trabajo realizado para alcanzar la justicia ambiental no solo en este caso, sino también en otros donde la biodiversidad y las personas están en constante amenaza. 

“Sueño con mostrarle a mis nietos el mar que alguna vez conocí”, decía “Mayumi”, y la SPDA comparte esa visión, la de heredar un mejor planeta a las generaciones futuras. 

 



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