- ¿Cómo nos afecta la contaminación lumínica? ¿Por qué aún no está regulada la instalación de paneles LED? ¿Qué se propone para que este problema no siga afectando nuestra salud? El siguiente artículo responde a estas preguntas.
Escribe Bruno Monteferri / Director de Conservamos por Naturaleza de la SPDA
Eran las 3 a. m. y, una vez más, estaba inmerso en la rutina de hacer dormir a mi hija Flora, que tenía meses de nacida y aún se levantaba un par de veces en las noches. Salía del cuarto para que Christel (mi pareja y mamá de Flora) pudiera descansar. Al llegar a la sala, no necesitaba encender ninguna luz en la casa, porque las paredes del departamento se iluminaban cual discoteca. La fuente de esa luz era un panel publicitario LED, ubicado a más de un kilómetro de distancia, en el distrito vecino de Barranco. Pasé varias madrugadas arrullando a Flora y mirando un pedacito de Lima descansar desde el piso 14 de un edificio antiguo miraflorino, sin poder dejar de pensar en esa luz incesante, intermitente, resplandeciente e irritante, que proyectaba ese panel a una hora en la que nadie leería sus avisos. Si nosotros, que estábamos tan lejos del panel, tuvimos que instalar cortinas especiales para que no pasara la luz al cuarto de nuestra hija, ¿cómo podían dormir las personas que estaban frente a ese panel publicitario? Si a ciertas horas se prohíbe que haya sonidos que impidan el sueño, ¿por qué no hay también regulaciones frente a la luz artificial? ¿Cuál es la justificación para que estén encendidos mientras la mayor parte de la ciudad duerme? ¿Cómo está regulado en otros países?
Durante un almuerzo en la oficina, una colega nos contó que casi la atropellan en un cruce de la avenida La Marina porque un panel LED cegaba a los peatones y conductores. En una reunión, un amigo de infancia nos confesó su odio profundo a los paneles LED, que evitaba ir por la Javier Prado, porque la cantidad de paneles publicitarios lo estresaba y luego se le hacía difícil dormir. Por si fuera poco, hace poco le habían puesto un panel LED de más de 30 m2 frente al departamento que compró en planos hace unos meses y para el cual se ha endeudado por 20 años. Ese panel definitivamente disminuía el valor del inmueble incluso antes de que lo hubiera usado. Mi amigo sabe que trabajamos en temas ambientales y cerró su conversación con un pedido: “Por favor, hagan algo”.
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Contaminación lumínica y su impacto en nuestras vidas
En la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) armamos un equipo para investigar los impactos de la contaminación lumínica y conocer los avances alcanzados en otros países para regular y prevenir sus impactos. Así aprendimos que la contaminación lumínica es generada por toda fuente de luz artificial nocturna, desde paneles LED hasta la luz cegadora de los serenazgos y de la iluminación pública, entre otros. La luz artificial cumple un rol clave en nuestras vidas, pero si no se toma en cuenta ciertas reglas de buen uso puede generar impactos sumamente graves. Hicimos un informe que resume todos los hallazgos, de los que presentamos, a continuación, un par de ejemplos.
Estudios recientes demuestran que mientras dormimos, consolidamos la memoria a largo plazo y la reparación de los músculos. Cuando se interrumpe el sueño por exposición a la luz azul —como cuando la luz de un panel LED irrumpe en una habitación— se generan efectos en nuestro rendimiento, salud mental y salud física. Estos incluyen un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, el aumento de peso, depresión y otros trastornos del estado de ánimo, así como problemas sociales y familiares. Incluso, se han hecho estudios en los que se ha podido identificar vínculos entre la contaminación lumínica y el aumento en el riesgo de nacimientos de bebés prematuros y de bajo peso.
Asimismo, la contaminación lumínica también pone en riesgo nuestra integridad física, e incluso nuestras vidas, al afectar la seguridad vial, ya que la distracción del conductor es uno de los principales factores que producen accidentes de tránsito. La publicidad que se realiza a través de paneles LED es uno de los principales factores de distracción de los conductores. Si, además, las imágenes que se proyectan en una cartelera LED son cambiantes o se muestra un video, nuestro cerebro las percibe como movimiento y atrae mayor atención de los conductores que las señales a las que deberían prestar atención. Los estudios previamente citados muestran que esos niveles de distracción aumentan cuando los conductores son personas más jóvenes.
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Una ley que regule las fuentes de contaminación lumínica
A estos ejemplos se suma la disminución del valor de las propiedades afectadas, o el impacto en el comportamiento de especies y de sus rutas de migración. Imagínense a las miles de gaviotas de Franklin que nos visitan cada año y a la desorientación que sufren a causa de la luz artificial. Pese a todos esos impactos, en el Perú no contamos con un marco legal para regular la contaminación lumínica, como sí lo tenemos para la contaminación sonora y del aire. El resultado es que cada municipio define sus propios criterios para el alumbrado público. Un ejemplo preocupante de esto ocurre en Chorrillos. El municipio ilumina una avenida al lado del Refugio de Vida Silvestre Pantanos de Villa, un sitio clave y sumamente sensible, que sirve para el descanso de miles de aves en sus rutas de migración. El problema es que no sigue la principal recomendación de los especialistas: que la luz de los postes apunte hacia abajo, para reducir el campo de iluminación.
Por su parte, el Ministerio del Ambiente (Minam) ha monitoreado la luminancia de paneles LED y ha encontrado que el 40% superaba los límites establecidos en España y que el 90% superaba los de Chile. Si bien hay ciertas empresas en el Perú que se han autorregulado y vienen cumpliendo con estándares internacionales, no existe aún una asociación que reúna a todas las empresas que prestan el servicio. Además, el hecho de que hasta la fecha no hayan logrado ponerse de acuerdo en torno a máximos de luminancia, brillo, ubicaciones a evitar y horarios, nos hace pensar que será poco probable que lo hagan en el corto plazo. A todo ello se suma que hay bastante informalidad en el campo de las empresas que dan el servicio de publicidad en las calles. Un informe de la Municipalidad Metropolitana de Lima mostró que, cerca de 80% de los paneles de publicidad que hay en Lima (no solo los paneles LED), no cuentan con los debidos permisos y que muchos han sido abandonados, por lo que el Gobierno ha tenido que asumir los costos de desinstalación. Por ello, una de las medidas que consideramos necesarias es que se establezca una carta fianza que cubra los costos de desinstalación de dichos paneles.
A lo largo del 2020, en alianza con la Clínica Jurídica Ambiental de la PUCP, el Minam y el despacho del congresista Alberto de Belaunde, hemos trabajado un proyecto de ley sobre el tema en cuestión que finalmente está listo para ser presentado ante el Congreso. Entre las medidas que propone este proyecto de ley resaltan que:
i) la luz artificial de alumbrado público siempre apunte hacia abajo y se evite el uso de luz azul,
ii) las luces intermitentes como las de los serenazgos, policías o bomberos solo se usen cuando ocurra un accidente o sea estrictamente necesario, y que,
iii) los paneles publicitarios LED tengan una regulación respecto a sus horarios, los niveles de luminancia y las ubicaciones donde están permitidos.
El análisis legal que hemos desarrollado concluyó que necesitamos una norma con rango de ley. Las razones son contundentes. La primera es que como se debe otorgar competencias a entidades públicas, se tiene que hacer mediante ley. Ya ha ocurrido que algunos municipios han intentado regular la contaminación lumínica e INDECOPI ha declarado dichas medidas como “barrera burocrática”.
Una medida que beneficia a la ciudadanía en general
Al regularse las fuentes de contaminación mediante una ley, no solo nos seremos beneficiados los ciudadanos, sino incluso las empresas que prestan los servicios de publicidad exterior con paneles LED, ya que esta ley definirá de manera clara las reglas de juego.
En primer lugar, al establecer medidas para reducir la contaminación, aquellas empresas que ya se han autorregulado y disminuido el brillo y la luminancia de sus paneles, no tendrán que hacer mayores cambios. Las que no lo hayan hecho, en cambio, deberán adecuarse y tendrán al Gobierno como un aliado para ordenar a su gremio. En cuanto al horario, el proyecto de ley propone que entre las 11 p. m. y las 7 a. m. no emitan luz precisamente para cuidar el descanso de los ciudadanos, porque el interés público está por encima de posibles intereses de lucro privados. Esta es una medida clave que ya se ha adoptado en otros países como Francia y Chile, que consideramos ayudará a mejorar la percepción que la ciudadanía tiene de estos paneles.
En segundo lugar, actualmente hay municipios que otorgan las licencias para la instalación de paneles LED por un año, otros por dos y, en el Callao, incluso se han otorgado, en algunos casos, de manera indefinida. La ley establecerá un plazo definido que proponemos sea de dos años, para que haya previsibilidad y mayor estabilidad por parte de las empresas a la hora de definir la viabilidad de sus inversiones.
En tercer lugar, al haber mayor claridad sobre las reglas de juego, disminuirán las opciones para que funcionarios intenten solicitar sobornos para otorgar licencias.
El legado del Bicentenario
Frente a la pandemia por el COVID-19, los reclamos de agricultores y las elecciones, temas como la contaminación lumínica podrían ser invisibilizados y no ser priorizados en la agenda del Congreso. Sin embargo, consideramos que si el sueño es uno de los elementos más importantes para mantener nuestro sistema inmune en buen estado, es crítico que cualquier acción que afecte nuestro sueño deba ser priorizada. Por eso, además del Minam y el Ministerio de Salud deberían asumir mayor liderazgo para lograr la aprobación de esta ley. Asimismo, las medidas que se han implementado para salvar la vida de personas a lo largo de la pandemia muestran que la vida y la salud están por encima de intereses privados. Y si los accidentes de tránsito son la principal causa de muerte en las ciudades y hay una relación clara entre la distracción causada por los paneles publicitarios y el incremento de accidentes, es urgente que se tomen medidas al respecto.
Finalmente, el Bicentenario nos hace reflexionar sobre el legado que podemos dejar para mejorar nuestro país. Dejar un ambiente con mejor calidad para quienes vienen después a través de la aprobación de una ley que regule por primera vez la contaminación lumínica, parece ser un gol fácil que el Congreso puede meter en beneficio de toda la sociedad y que, con la participación efectiva de las empresas en el proceso, no debería enfrentar mayores obstáculos.
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