EDITORIAL
Siguen las marchas y contramarchas en el país, y en el mundo. A nivel nacional, la agenda en las últimas semanas ha estado marcada por conflictos socioambientales: Conga en Cajamarca y Espinar en Cusco. Las lecciones que van dejando estos procesos rasgan cicatrices y dejan heridas profundas. Peruanos han fallecido por tener visiones contrapuestas de cómo se debe desarrollar el país, la falta de confianza aflora, la comunicación se corta y el país se polariza. Una frase del filósofo Slavoj Zizek resuena, ¨la violencia empieza cuando el lenguaje se acaba¨. No le falta razón. ¨La falta de comunicación no es un problema de forma, sino una barrera estructural¨ complementa Jorge Caillaux.
En un contexto en el que las protestas parecen inevitables, los antagonismos son cosa del día a día y la redistribución de riqueza no se da de manera justa y efectiva, el manejo de las crisis se convierte en un reto para el gobierno. La existencia de instituciones débiles y la limitada apertura para abordar este tipo de situaciones desde una perspectiva intercultural no facilitan el trabajo. Tampoco basta con cumplir con el checklist que determina el marco legal. Conga es un ejemplo claro: pasó por todas las normas legales pero el peritaje que se hizo a posteriori reveló que no se hizo un análisis de fondo de los temas culturales asociados al proyecto, también hubo propuestas que pudieron haber sido mejor planteadas desde el inicio. El reto que se mantiene vigente es el del verdadero diálogo, el de saber escuchar y comunicar, para minimizar las posibilidades de que exista desinformación por ambas partes y los frágiles puentes de los que depende la confianza se rompan. Estos factores también permitirían que haya menos espacio y posibilidades para que surjan líderes que confundan la autoridad con el autoritarismo y que promesas electorales se conviertan en una carga imposible de cumplir.
Todo este conflicto se da un momento en el que los países se han vuelto a reunir después de veinte años en Río de Janeiro. En 1992 Río fue la sede de un encuentro que le devolvió la esperanza al mundo. Quienes estuvieron ahí aun recuerdan la sensación de pertenecer a un movimiento que buscaba sinceramente el cambio. Carlos Loret de Mola, quien estuvo hace algunos años a cargo del Consejo Nacional del Ambiente – CONAM, nos cuenta que si el espíritu con el que las personas que estuvieron en Río 92 se hubiese mantenido diez días más, hoy viviríamos en un mundo distinto. La historia en el 2012 fue radicalmente distinta. La conferencia giró en torno a lo que implica virar hacia una economía verde y lograr que se interiorice a nivel de políticas que el crecimiento económico, la inclusión social y la preservación del medio ambiente son una gran unidad. El presidente Humala acudió a la cita. Dijo que el Perú busca estar inserto en un proceso de desarrollo económico inclusivo y sostenible. Reinaron las palabras, pero faltó pasión y entusiasmo, no hubo una verdadera convicción que motivara la acción.
Ante todo Río+20 reflejó y resaltó una crisis de liderazgo. No hubo quien tomara el timón y marcara la senda. El propio Ban Ki Moon, Secretario General de la Naciones Unidas, dijo que “esperaban un resultado más ambicioso”. Nuestro país, lleno de conflictos sociales, y Río de Janeiro, con una reunión que dejó satisfecho a pocos, son dos situaciones, trascendentales para el futuro, que saben muy parecido: no hay acuerdo sobre el camino a seguir.
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¿Qué nos queda? ¿Esperar que los gobernantes se pongan de acuerdo y piensen en la salud del planeta por delante de intereses económicos o intentar, con iniciativas propias, ser responsables con nosotros mismos sin esperar nada de nadie? Sería ideal y nos facilitaría las cosas tener reglas claras e institciones que inspiren confianza y faciliten el diálogo. La experiencia nos muestra que estos procesos se dinamizan cuando hay quien esté detrás, exigiendo dichos cambios. La mayoría de avances que se han dado hasta la fecha y que se mostraron en Río vienen de comunidades bien organizadas e individuos que asumen el compromiso por si mismos. Hay gente y comunidades que ya viven de manera sostenible y con iniciativas que nutren de esperanza. Lo vemos claramente en las personas que se vienen adaptando y anticipando a un escenario de cambios climáticos y también en las decenas de ejemplos de vida que resalta la campaña Conservamos por Naturaleza de la Iniciativa para la Conservación Privada y Comunal de la SPDA.
Einstein, al igual que los antiguos chinos veían en las crisis una oportunidad para hallar soluciones creativas en la adversidad. Debemos aprovechar esta oportunidad para cambiar, crear más transparencia, mejorar las comunicaciones, priorizar el diálogo y avanzar hacia un estado de bienestar. Los conflictos sociales existen en todas partes del mundo y proyectos de gran envergadura han sido suspendidos y paralizados por no existir un consenso con la población local. En Bolivia, los pobladores de Mallku Khota en Potosí, secuestraron a ingenieros y obreros de la mina que lleva el mismo nombre, exigiendo la expulsión de la mina canadiense South American Silver. En Argentina, en el pueblo de Famatina, de solo seis mil quinientos habitantes, se consiguió, gracias a una campaña a nivel nacional, suspender un proyecto en la mina con el mismo nombre. Se dice que en los últimos meses se han despertado cerca de ciento veinte conflictos sociales en Latinoamérica causados por la minería. La Defensoría del Pueblo confirmó que en la actualidad, hay 169 conflictos sociales activos y 78 latentes. Hay que encontrar la mejor manera para lograr un entendimiento entre los peruanos, las empresas y el Estado. En la SPDA creemos que es posible construir un país en el que los peruanos se acerquen y se reconozcan como una familia que comparte un patrimonio natural de gran riqueza . Creemos en la idea de un Perú Natural y seguiremos aportando nuestro grano de arena a sentar las bases para contruirlo y protegerlo. En esta edición aportamos una mirada reflexiva a las implicancias del cambio climático y llamamos la atención sobre la necesidad de apoptar medidas urgentes de adaptación y mitigación ante sus efectos. Hemos viajado a lugares recónditos de la Amazonía, a países vecinos y la cumbre de Río de Janeiro para traerles de primera mano testimonios e información sobre uno de los retos más relevantes que tenemos que enfrentar en la actualidad.
Ver Regiones Sostenibles aquí:
Regiones Sostenibles 10 – Cambio Climático
1 comentario · Dejar un comentario
Estimados amigos,
Gracias por compartir valiosa referencia sobre saberes ancestrales y testimonios en materia de adaptación y ajuste al cambio climático de comunidades andinas y amazónicas existentes en Bolivia (en Uyuni y Chiquitanía), Colombia (en Araucara), Ecuador (en Chimborazo) y Perú (en Huasta y Tamshiyacu). Desearíamos más información, por favor indicarnos la forma de acceder.
Respecto a las percepciones sobre el cambio climático desde las ANPs, la nota de Bruno nos hace notar que tenemos la oportunidad de encargar a nuestros Guardaparques para ir registrando los cambios perceptibles sobre el clima, con indicadores que se manifiestan en enfermedades, plagas, efectos sobre la cobertura boscosa, frecuencia de lluvias, sequias, u otros fenómenos que se perciban en las áreas protegidas (laboratorios naturales), porque es información que vamos a necesitar para encaminar la adaptación al cambio climático.
Atentamente,
LEO