[Opinión] El tema indígena en campaña: ¿cómo se espera que deba aparecer?
lunes 8 de febrero, 2021
Escribe Gustavo Zambrano* / Abogado especializado en derechos humanos, ambiente y pueblos indígenas
En noviembre pasado, el Proyecto Perú Debate 2021 presentó un dossier de prensa que incluye más de 100 preguntas elaboradas por un grupo de especialistas dirigidas a los y las candidatos/as a la presidencia del Perú y sus equipos de gobierno. Una lista de preguntas agrupadas en los siguientes temas: reforma del Estado, gestión pública, desarrollo productivo y empleo, políticas sociales, desarrollo y ambiente. En estos días se estarán presentando documentos de política en esos rubros, como insumos a considerar en los planes de gobierno, pero sobre todo apuntando a ser considerados y utilizados en los primeros días del nuevo mandato. Todo este paquete de materiales, en definitiva, debe servir para un debate serio y alturado sobre lo que un gobierno del Bicentenario debe o puede hacer.
Sin embargo, luego de leer nuevamente el dosier, sentí que algo falta. En un país donde el 16% de la población nacional habla 48 lenguas indígenas, y el 26% se autoidentifica como perteneciente a uno de los 55 pueblos indígenas que hay en el país, llama poderosamente la atención que el tema indígena sea algo casi como un lunar en la espalda. El tema de los pueblos indígenas resulta una variable suelta que en el caso del dosier de preguntas aparece en solo en dos. La primera, vinculada a la pobreza y, la segunda, respecto a la promoción de la agroexportación.
Ad portas de la presentación de documentos que sean de utilidad para quienes están en la competencia electoral, y en aras de sumar al debate, planteo dos cuestiones que intentaré abordar en este artículo: primero, ¿por qué el tema de los pueblos indígenas se concentra solo en estos dos puntos?; segundo, ¿son los únicos temas que se deberían plantear? Mi intención es evidenciar que estamos en un momento en el que el tema de los pueblos indígenas en el Perú debe pasar a ser parte del gran debate nacional como un tema prioritario, no solo como una variable.
Sobre lo primero, en varias oportunidades los y las representantes de pueblos indígenas han señalado que no son pobres, sino que se les ha empobrecido. La OIT ya desde hace años ha señalado que, a pesar de las políticas de desarrollo, los miembros de pueblos indígenas no han sido beneficiados por estas. De manera adicional, ha señalado que un 80% de las personas indígenas en América Latina y el Caribe trabajan en condiciones de informalidad. ¿Por qué a pesar de los avances reportados por los países incluyendo el Perú, los pueblos indígenas siguen manteniendo condiciones de vida precarias? El punto es que, por un lado, hay políticas económicas excluyentes y monoétnicas que han generado que las condiciones de vida de los pueblos indígenas se vean afectadas (la diversidad cultural no está presente en la manera cómo se promueve la economía); y, por otro, cuando se plantean políticas para “su desarrollo”, estas mantienen miradas monoculturales que no plantean opciones desde sus realidades, y que no son elaboradas con su participación.
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El problema para los pueblos indígenas no es solo que sean considerados como pobres, sino que la pobreza que viven es consecuencia de problemas estructurales de discriminación y racismo insertos en la manera como se ha entendido la promoción de la economía y el desarrollo. Esto sumado a la poca posibilidad de encontrar opciones para salir de ese círculo vicioso de pobreza en el que se encuentran, al no estar visibilizadas sus realidades en el diseño y luego implementación de políticas. Ahí mi preocupación, puesto que al limitar el tema de los pueblos indígenas a la pobreza y preguntarnos qué hacer, se genera la idea de que las opciones de salida sean programas sociales diferenciados, lo cual termina siendo insuficiente, porque estamos frente a la imperiosa necesidad de cambios estructurales profundos que entiendan cómo viven las personas indígenas, y que si viven en condiciones precarias se debe a cómo se ha entendido la promoción del desarrollo.
Por otro lado, ¿la agroexportación es lo único relacionado a los pueblos indígenas? Cuando se plantea que hay que apoyar las capacidades empresariales para la agroexportación de los pueblos indígenas, se parte por creer que los pueblos indígenas se dedican a actividades agrícolas, y que van a poder llevar sus productos a mercados extranjeros. Es indudable que hay experiencias y ejemplos de que esto ocurre, pero no es la media. Para comenzar, hay que entender que no todos los pueblos indígenas se dedican a la agricultura, que no es lo mismo ser un pueblo indígena en el Ande que en la Amazonía donde las prácticas productivas son otras, y que no todos los productos llegan a salir de los ámbitos locales; además que antes de pensar en sacar sus productos al mercado internacional, hay otros temas pendientes: hay que satisfacer las necesidades diarias de alimentación, hay pensar y promover la agricultura familiar pero confirmando la seguridad alimentaria, hay que garantizar los territorios, el acceso a mercados locales, etc. Además, sería bueno entender que si bien hay pueblos indígenas en los ámbitos rurales (siendo el ámbito urbano donde el 60% de las personas indígenas se concentran), estos no deben pensarse de manera estereotipada, donde rural es igual a campo y agricultores.
Y esto me lleva a la segunda pregunta que había planteado: ¿son los únicos temas que se deberían plantear? La gran preocupación es que quienes postulan en estas elecciones, y quienes los acompañan, deben entender que los pueblos indígenas, sus realidades, demandas y expectativas no se limitan solo al tema de que viven en condiciones de pobreza y que el tema se soluciona promoviendo la agroexportación. Eso hace que no vean la real dimensión de la realidad indígena en el país, que solo aparece cuando el conflicto estalla. Puedo afirmar que aun la realidad indígena para muchos tomadores de decisión en Lima es completamente desconocida en unos, estereotipada en otros, escurridiza para varios pero, sobre todo, sin mirada práctica, ya que se mantienen imaginarios que idealizan a estos pueblos, sin un cable a tierra sobre qué se puede o debe hacer. Es necesario que quien entre entienda que el tema indígena es central, cotidiano, y transversal, y que no se venga a enterar cuando el problema estalla. Debemos liquidar la política del avestruz que durante años ha caracterizado al Ejecutivo al “controlar” el tema de los pueblos indígenas para que no levante polvo o ruido político, dejando sus temas, agendas, necesidades, solo para la foto que no incomoda. No se puede seguir ocultando los temas indígenas en el debate público solo porque pueden resultar incomodos. Y, además, reducir nuevamente lo indígena a un par de temas, no permitirá su crecimiento en el debate público.
Entonces, ¿qué es necesario que se pregunten los y las candidatos/as y sus equipos? Aún no se tiene cerrada la brecha de información sobre pueblos indígenas en el país. ¿Van a garantizar que todos ya sepamos qué comunidades campesinas forman parte de un pueblo indígena andino? La brecha aún está presente y mientras no se sepa, no se garantizan derechos pero además no da predictibilidad a nadie. ¿Van a garantizar la continuidad como política nacional de que se atienda a las personas en sus idiomas originarios? Eso no significa que usted, amigo hispanohablante, deje de ser atendido en castellano, no; significa que una persona quechuahablante puede ser atendida en quechua como puede ser atendida en castellano, porque es su derecho. ¿Se va a promover que las entidades descentralizadas con alta predominancia en lenguas indígenas brinden sus servicios en esas lenguas? ¿Se va a articular con los gobiernos regionales y locales para impulsar ello? ¿Se va a revisar cómo se hacen las consultas previas? Ahora que el Poder Judicial ha establecido que los servicios públicos deben pasar por consulta, ¿lo van a garantizar? ¿Cómo se va a garantizar la gestión de las reservas indígenas para pueblos indígenas en situación de aislamiento? Son cerca de 6 millones de hectáreas de la Amazonía, y si hay retrasos en su gestión, se generan problemas de todo tipo, sobre todo de superposición de derechos. ¿Qué se va a hacer para terminar de titular las comunidades campesinas y nativas que faltan? ¿Cómo se van a garantizar los territorios indígenas? ¿Se va a promover conectividad en las zonas rurales para que los niños, niñas y adolescentes puedan acceder a educación de calidad? ¿Programas de vacunación, alimentación en primera infancia, atención materno infatil con enfoque cultural? ¿Cómo se va a prevenir el trabajo infantil en lugares de predominancia indígena? ¿Cómo se van a combatir las violencias contra las mujeres indígenas? En la conservación y el aprovechamiento forestal, ¿se seguirá reforzando la participación indígena?
El tema indígena debe estar en la campaña. Muy cerca del Bicentenario, solo queda exigir que los pueblos indígenas no sean solo una variable. A doscientos años de la Independencia, los pueblos indígenas exigen respeto, y que sus temas y sus agendas sean parte del debate nacional, no pensando que es un tema solo relacionado a la pobreza y al agro. Sus temas, sus realidades y necesidades, son transversales a casi todo lo que el Estado hace. Es momento de hacer ruido para que no sea un tema escondido que se han encargado de etiquetar como incómodo. Es momento de cambiar, empezando por hacer preguntas sobre qué se va a hacer. El 26% de la población indígena nacional lo espera.
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