- Miles de hectáreas de bosques amazónicos se pierden cada año debido a la deforestación causada por diversas actividades ilegales. Sin embargo, existen familias que están apostando por la agroforestería, una práctica sostenible que los beneficia económicamente y, a la vez, ayuda a restaurar los bosques y sus servicios ecosistémicos.
Durante 2021, la pérdida de bosques amazónicos en el Perú fue de 137 976 hectáreas, lo que representa un 32 % menos en comparación a lo reportado en 2020 (203 272 ha), según datos oficiales del Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático del Ministerio del Ambiente (Minam).
Según el Minam, la tala y quema de bosques para el desarrollo de actividades agropecuarias en zonas no aptas de acuerdo a la clasificación de tierras por su capacidad de uso mayor, son la principal causa de la deforestación en la Amazonía.
La capacidad de uso mayor es una herramienta que busca promover el uso racional del suelo para obtener mayores beneficios y evitar su degradación y la de los bosques. Según el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), los suelos de aptitud agropecuaria son el recurso más escaso del país (7 % del territorio nacional) y el más amenazado por procesos de deterioro.
Cerca de 3.5 millones de hectáreas es el territorio manejado por los productores familiares en la Amazonía peruana y, pese a que ocupan gran parte del territorio amazónico, hasta el presente muchas familias agricultoras enfrentan el reto de no contar con seguridad sobre la tenencia de sus tierras.
A pesar de la falta de seguridad jurídica, la carencia en tecnología en los procesos de producción y el abandono por parte del Estado para incluir a los agricultores en políticas sostenibles para el desarrollo agropecuario y agroforestal, existe una práctica de conservación que asocia árboles a tierras agrícolas para detener la deforestación: la agroforestería.
Esta práctica incluye todos los usos de la tierra que combinan producción agrícola o pecuaria, y los usos y funciones ecosistémicas proveídas por los árboles asociados. Esta integración de bosques remanentes con cultivos permite mitigar el impacto de la conversión de bosques en cultivos y frenar o revertir los procesos de degradación de las tierras agrícolas.
Frida Segura, especialista legal del Programa de Bosques y Servicios Ecosistémicos de la SPDA, señala la importancia de visibilizar el esfuerzo de los agricultores y que el Estado los incluya en políticas públicas para conservar el bosque y mejorar su sistema de producción.
“Es importante que el Estado fortalezca sus esfuerzos para comprender cuáles son las necesidades o motivaciones que explican las decisiones de las familias agricultoras respecto del bosque. ¿De qué manera las políticas estatales pueden influir en que sus decisiones económicas contribuyan con la conservación del bosque? Cuando las respuestas a estas preguntas empiecen a ser consideradas, se podrá empezar a visibilizar el hecho de que las familias agricultoras hacen un uso diversificado de sus tierras, que puede incluir cultivos en limpio y permanentes, pastos, purmas, ganadería y crianza de animales menores, sistemas agroforestales y manejo forestal y que este manejo diversificado representa una gran oportunidad para que, mediante los incentivos adecuados, estas familias transiten hacia usos de la tierra más sostenibles”, explicó la especialista.
Cabe resaltar que la agroforestería contribuye a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en cuatro niveles: fin de la pobreza, hambre cero, producción y consumo responsable, y vida de ecosistemas terrestres.
Por ello, es necesario implementar cadenas productivas libres de deforestación que mejoren las condiciones de vida de los agricultores y sus familias, fortaleciendo la interconexión de políticas sectoriales que apoyen el trabajo de los productores y generar las prácticas más adecuadas para que la agroforestería pueda responder de manera integral contra la deforestación.
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