¿Por qué es tan difícil luchar contra la deforestación?

Foto: Thomas Müller / SPDA

  • “La deforestación no se percibe como un problema de importancia nacional, cuando se trata en realidad de un problema de seguridad nacional, es un gran problema a nivel mundial”, afirma Gustavo Suárez de Freitas, en entrevista con Actualidad Ambiental.

Por Jaime Tranca / jtranca@spda.org.pe

 

Según información del Ministerio del Ambiente (Minam), más del 60 % del territorio peruano está cubierto por bosques. Es decir, nuestro país posee 72 millones de hectáreas de cobertura boscosa y, de este total, más de 68 millones se encuentran en la Amazonía.

Además de ser uno de los principales almacenadores de carbono del planeta, los bosques protegen hábitats de miles de especies de flora y fauna, brindan servicios ecosistémicos a millones de personas y son el hogar ancestral de comunidades nativas.

Pese a su importancia, cada año estos ecosistemas son destruidos para dar paso a actividades como la agricultura, minería, ganadería, entre otras. Solo en los últimos cinco años, en el Perú se deforestaron más de 800 mil hectáreas.

El 2020, el año más duro de la pandemia del COVID-19, fue el año en que más se deforestó en los últimos veinte años. Según el Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático del Minam, en dicho año se perdieron 203 272 hectáreas, y aunque el 2021 hubo una reducción (137 976 hectáreas), la cifra no deja de ser alarmante.

¿Por qué es tan difícil luchar contra la deforestación? Si sabemos que muchas especies dependen de los bosques, así como diversas actividades económicas y las poblaciones indígenas, ¿por qué no hemos logrado reducir drásticamente la tasa anual de deforestación en nuestro país?

Conversamos con Gustavo Suárez de Freitas, reconocido ingeniero forestal, ex director general Forestal y de Fauna Silvestre del Ministerio del Ministerio de Agricultura y Riego (hoy Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego), y ex coordinador ejecutivo Programa Nacional de Conservación de Bosques.

Actualmente, Suárez de Freitas Calmet es coordinador Programa Perú en Earth Innovation Institute, una organización que trabaja en el desarrollo rural amigable con el clima a través de enfoques innovadores para la agricultura sostenible, la silvicultura y la pesca en las regiones tropicales de todo el mundo.

«Perú es un país centralista, hipercentralista, por más que se diga que el presupuesto se mueve más en las regiones, pero donde se decide es Lima, y la gente de Lima no entiende el problema de la deforestación, no entiende la Amazonía, no entiende lo que está pasando ahí».

Gustavo Suárez de Freitas. Foto: SPDA

¿Por qué en el Perú es tan difícil luchar contra la deforestación?

Es difícil porque es un problema muy complejo. No tiene una sola causa, tiene muchas causas de diferente naturaleza que se entremezclan, entrecruzan. Además, los procesos de deforestación no son iguales en todas partes. En algunos lugares, el principal actor de deforestación puede ser una actividad empresarial a gran escala –y eso es relativamente fácil de manejar, de controlar, porque hay un marco legal establecido, hay procedimientos que hay que seguir y si no se siguen hay sanción–, pero la mayor parte de la deforestación en el Perú se da por pequeños productores informales que no están sujetos a un marco legal y en los cuales aplicar mecanismos de control es muy difícil porque son muchas familias que están desperdigadas en millones de hectáreas. Es un problema fundamentalmente de pobreza.

Enfrentar la deforestación requiere generar desarrollo en los lugares más difíciles donde se tiene menos infraestructura, menos servicios de salud, de educación, de comunicaciones, etc., aunque en esos los lugares la gente ha encontrado tierras dónde vivir. Entonces, para enfrentar la deforestación se requiere ordenar el territorio para disponer de tierras en mejores lugares, otorgar derechos, sancionar actividades ilegales, pero sobre todo generar desarrollo. Eso implica modificaciones normativas, modificaciones al presupuesto, desarrollo de empresas, atracciones de inversiones, asignación de presupuesto público.

¿Estamos lejos de terminar o reducir la deforestación en nuestro país?

No es que no sea posible, sino que todos los actores que toman decisiones en el Estado tienen que tener la misma visión. Tienen que entender la importancia del problema y qué cosa hay que hacer, porque si lo hace solamente un ministerio no tiene impacto. El Ministerio del Ambiente (Minam) puede querer impedir la deforestación pero no tiene los instrumentos, porque la mayor parte de los instrumentos los tiene el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), y también el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), y sobre todo los gobiernos locales. Estos últimos, por ejemplo, no tienen ningún incentivo para controlar los bosques, pero sí tienen incentivos para que venga más gente porque van a tener más presupuesto. Entonces, hay que generar incentivos que ayuden a que las decisiones que la gente toma, ya sean funcionarios o colonos, sea no deforestar. Y para eso necesitas también que la actividad agrícola sea más productiva y rentable, y permita mantener un suelo productivo.

Entonces, la deforestación va más allá de luchar solo contra la ilegalidad…

Sí hay un problema de ilegalidad, por supuesto, porque una persona que se asienta en un lugar donde no tiene un título de propiedad es ilegal, pero lo que hay que mirar es por qué esa persona tiene que hacer eso. Porque si el problema solo sería un tema de cumplimiento legal, habría que ir y detenerlo, pero en esa situación tienes a 200 mil familias, entonces no vas a meter presas a 2 millones de personas. ¿Por qué las personas invaden?, porque el Estado peruano no ha hecho un proceso de ocupación ordenada. Lo comenzó hacer en los 60, 70, pero ya luego la ocupación en la Amazonía fue ‘cada uno se pone donde quiere, como puede’, y luego el Estado viene y formaliza. Ahora tienes una legislación que no facilita la deforestación, al contrario, trata de impedirlo, tenemos compromisos internacionales, tenemos demandas de mercado que nos dicen ‘si deforestas, vas a tener problemas’. Por eso, para evitar ello tienes que tener políticas que establezcan qué tierras se pueden ocupar y cuáles no.

Por ejemplo, tenemos ahora casi diez millones de hectáreas deforestadas y bajo uso agropecuario productivo, tres, quizás cuatro. Entonces, tenemos unos seis millones de hectáreas donde deberíamos poner inversión en palma, cacao o café. Deberíamos usar esas tierras, pero no hay una política pública nacional enfocada en eso.

En los últimos veinte años, Perú ah perdido 2.7 millones de hectáreas de bosques. Fuente: Geobosques

¿Eso se debe a falta de presupuesto o es básicamente decisión política?

El dinero es lo que sobra. El problema es tener claridad de qué hay que hacer para tomar las decisiones que paso a paso te lleven a lograrlo. Primero hay que entender el problema. Perú es un país centralista, hipercentralista, por más que se diga que el presupuesto se mueve más en las regiones, pero donde se decide es Lima, y la gente de Lima no entiende el problema de la deforestación, no entiende la Amazonía, no entiende lo que está pasando ahí. Además, tampoco logra hacer la vinculación entre cambio climático, deforestación, el deshielo de los glaciares, las inundaciones, el frío. No se hace el vínculo, la deforestación no se percibe como un problema de importancia nacional, cuando se trata en realidad de un problema de seguridad nacional, es un gran problema a nivel mundial. Hay una falta de percepción adecuada de la magnitud del problema y de la necesidad de que el Estado actúe de manera integral.

Teniendo claro lo que hay que hacer, el financiamiento no es difícil. Hay inversionistas, pero el problema es que hay inseguridad de tenencia porque no hay títulos, hay invasiones, hay una serie de problemas. Eso dificulta que existan inversiones, y si no hay inversiones no hay productividad, no hay riqueza, no hay industria. La solución a la deforestación es más desarrollo con sistemas de menor impacto y con mayor valor agregado.

¿Algún país ha logrado ganar esta batalla contra la deforestación?            

Existen dos ejemplos que son diferentes. Tenemos primero a Costa Rica, un país que tenía como el 80 % cubierto de bosques, pero a mitad del siglo pasado hasta la década de 1990 comenzó a deforestar muchísimo para ganado o agricultura, y de 80 % bajaron a cerca de 25 o 30 % de bosques. Entonces, empezaron a trabajar en un programa de incentivos para la conservación y la restauración de bosques. Ahora, el país ha logrado recuperar sus bosques, quizás no llegaron al 80 % pero ya han pasado mucho más de 50 %. Claro, no es el mismo bosque primario pero ha recuperado su cobertura y ya no sigue deforestando porque tiene un sistema de incentivos, además han desarrollado muchísimo el turismo, han visto el valor del bosque vivo, en pie.

Otro caso es el de Brasil, que logró reducir el 80 % de la deforestación más o menos en cinco años. Pero eso fue al aplicar mecanismos de control para la deforestación generada por las grandes empresas ganaderas que destruyeron miles de hectáreas de manera ilegal, y los obligaron a ser legales. Sin embargo, Brasil sigue deforestando muchísimo aún a menor escala porque se necesita tener respuesta para los agricultores familiares. Si tú logras detener por la vía legal toda la deforestación asociada a las corporaciones, en el Perú solucionamos el 10 % del problema. El 90 % es de pequeña escala.

La minería ilegal en Madre de Dios es una de las principales causas de deforestación. Foto: SPDA

¿Los planes de deforestación no funcionan porque los gobiernos regionales o nacionales hacen planes solo para el tiempo en que duran sus mandatos? ¿Es así?  

Hay algo interesante sobre ese tema. Por ejemplo, yo sigo el proceso del GCF [«Encuentro del Grupo de Trabajo de Gobernadores por el Clima y los Bosques (GCF – TF por sus siglas en inglés)] ya cuatro periodos de gobiernos regionales, y los acuerdos que se decidían eran seguidos por los gobernadores nuevos. La expectativa es que, cuando entre el nuevo gobernador, continúe en el proceso de implementación porque si no hay políticas de largo plazo, no se puede nada. Si bien los acuerdos no son vinculantes, son acuerdos más con compromisos morales donde nadie te puede exigir que los cumplas, pero quedarían mal si no lo hacen. Yo creo que los gobernadores de la Amazonía sí entienden que la deforestación es un problema, ellos lo tienen claro, está en la agenda, por eso es muy importante trabajar con los gobernadores que forman parte de la mancomunidad amazónica para lograr interesar al Gobierno nacional que se diseñen las políticas públicas necesarias.

Uno creería que al ritmo que vamos, por ejemplo, con más de 100 mil hectáreas deforestadas al año, pronto ya no tendremos bosques. ¿Usted lo ve así o es más optimista?

Yo creo que el Perú tiene todavía bastante bosque. Creo que podríamos todavía detener el proceso de deforestación. Siempre habrá un poco de deforestación, pero tenemos que tener en paralelo la recuperación de bosques. Yo creo que al final podemos llegar a un balance que más o menos se llegue a cierto equilibrio dinámico, yo creo que eso sí es posible, pero no es instantáneo.

Lo importante en el caso de la deforestación es que no siga incrementándose la tasa anual. Es decir, si estás en 120 mil, luego a 130 y 150 mil, entonces tienes un problema porque no solo estás deforestando sino lo estás haciendo cada vez más rápido. Lo primero que debemos hacer es bajar la velocidad, luego pisamos el freno. A diferencia de Brasil, yo creo que en el caso de Perú será más lento pero si las estrategias se implementan sí se pueden lograr reducciones de 20 o 30 % cada año.

¿Lograr esa meta depende más del Gobierno nacional o se puede solo a través de los gobiernos locales y regionales?

Son las dos cosas porque, de hecho, los procesos ocurren en el terreno. Los procesos de deforestación no ocurren en Lima. Tienen que lograrse trabajos a nivel de los distritos, el alcalde debe estar alineado al nivel de los productores, de los inversionistas, la gente tiene que entender que si van poner la etiqueta de ‘aquí no se deforesta’ le va a convenir. Pero para lograr eso, hay muchas condiciones que dependen del Gobierno nacional. Por ejemplo, en el caso de la zonificación forestal es una barbaridad que hayan pasado ocho años y no tengamos un proceso de zonificación terminado. Entonces sí hay cosas que dependen de lo que haga o no el Gobierno nacional, que traba o facilita, pero al final del día el partido se tiene que jugar a nivel local.

La siguiente etapa es trabajar muy fuerte con el alcalde, y hacer cosas como las que está planeando el Minam que tiene la vieja idea de copiar un modelo brasilero de que parte del presupuesto de los gobiernos locales esté asociado a su desempeño ambiental. Es decir, si un gobierno local conserva sus bosques o reduce su deforestación, tiene más presupuesto. Eso Minam lo está planteando al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), y sería genial que el MEF lo incorpore. Entonces, cosas así van a ayudar pero se necesita tener estrategias que son complejas, que requieren alinear gente.



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