[Opinión] Vivero Forestal en riesgo: 1500 árboles podrían ser talados en La Molina
martes 17 de diciembre, 2019
Escribe Marc Dourojeanni[1] | Profesor Emérito de la Universidad Agraria La Molina*
Durante buena parte de 2018 el distrito de La Molina presenció una aserrada disputa entre, de una parte, el municipio y, de otra, estudiantes y vecinos de la Universidad Nacional Agraria. Lo que estaba en juego era la defensa de un centenar de árboles viejos que -según la autoridad- deberían ser cortados para ampliar la avenida que pasa delante de la entrada principal de ese centro de estudios[i]. Al final, se llegó a un acuerdo conveniente y justo para ambas partes. Muchos árboles que así lo merecían fueron salvados y la nueva avenida ofrece un tránsito fluido. Quién podría imaginar que, muy cerca y apenas un año después, surge una nueva amenaza contra más de un millar de árboles jóvenes, robustos y bien cuidados que están dentro del campus universitario. Y quien hace la amenaza es la propia autoridad universitaria que, en aquella ocasión, se sumó a la oposición general a la tala de árboles.
El rector de la universidad ha emitido recientemente dos resoluciones rectorales que ordena destinar 7 hectáreas del Vivero Forestal, es decir un tercio del mismo, precisamente donde están aproximadamente 1500 árboles, para implantar pozas para acuicultura (dos hectáreas) e invernaderos (cinco hectáreas). El llamado Vivero Forestal, más que un vivero, es un arboreto con 1800 árboles plantados mayormente a partir de 2003, con óptimo desarrollo. Si la intención del rector prospera, el bosquete sería prácticamente eliminado. Estas resoluciones se fundamentarían en un proyecto de Plan Maestro 2020-2030 de la universidad, que fue presentado también en diciembre al Consejo Universitario. Pero dicho plan no fue aprobado en esa reunión del Consejo debido a que no habría sido discutido previamente y porque tuvo, entre otras, la oposición de la Facultad de Ciencias Forestales, de la que depende el Vivero Forestal y del estudiantado en general. Pero la amenaza está latente y al parecer el rector tiene prisa en imponer su criterio.
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Lo que más intriga en este asunto, es comprender el motivo de destruir una obra consolidada desde hace casi dos décadas, para implantar en ese local dos proyectos que podrían instalarse en cualquier otro lugar de las más o menos 160 hectáreas que la universidad posee y que actualmente están en su mayor parte cubiertas de cultivos anuales o no arbóreos que fácilmente pueden ser movidos a otro lugar. Más aún, la universidad tiene espacios considerables prácticamente baldíos, que alquila a terceros. Cuando se trataba de los árboles que impedían la ampliación de la avenida La Molina, era obvio que no había opción. Pero en este caso las alternativas sobran. El plan del rectorado no ha dado una explicación plausible.
Es importante saber que el llamado Vivero Forestal fue construido a partir de 1999 con extraordinario esfuerzo de profesores y estudiantes de la Facultad de Ciencias Forestales en una sección del campus que amenazada de invasión ya que, por ser más elevada, estaba prácticamente abandonada por falta de agua. Para recuperarla, la Facultad de Ciencias Forestales realizó inversiones importantes para traer agua y adaptar el espacio a la función indicada que implicaba un vivero propiamente dicho y diversas plantaciones que constituyen un arboreto en plena expansión. Además, allí se han construido algunas instalaciones de enseñanza e investigación forestal.
El asunto es muy serio y merece una reacción no solo interna sino especialmente vecinal y hasta municipal. El lugar donde está el Vivero Forestal limita con un barrio molinero densamente poblado que, actualmente, se beneficia mucho del bosque aledaño. Esta área verde mantiene el clima agradable, limpia el aire, fija carbono y mantiene una alta población de aves. En su lugar, se plantea colocar pozas y, asimismo, invernaderos. Estas últimas son instalaciones que, al contrario del bosque, contribuirán a agudizar los extremos climáticos. Nada bueno para el vecindario, al que la universidad debe respetar.
Pero hay más. Las plantaciones forestales realizadas en ese local no son aleatorias. Responden a investigaciones concluidas o en curso sobre más de 35 especies diferentes, muchas nativas y todas de gran importancia en los planes nacionales de reforestación, asunto de extrema actualidad en vista de las mudanzas climáticas. Son numerosas las tesis de ingeniero y de magister que se han realizado aprovechando esas facilidades. Se trata, asimismo, de un banco de germoplasma de importancia creciente, proveedor de semillas y material reproductivo, que será pronto transformado en un “Parque Forestal Botánico”, para el que la totalidad del área es necesaria. Dicho sea de paso, el rectorado tiene pleno conocimiento de ese proyecto cuya finalidad es la conservación de la diversidad de fauna y flora.
Por si lo anterior fuera poco, en ese local se ha encontrado una alta población de una lagartija endémica rara, Stenocercus modestus Tschudi 1845, citada en el Libro Rojo de la Fauna Silvestre del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) como en peligro de extinción. Se le conoce únicamente del valle del río Rímac, habiéndose encontrado apenas tres poblaciones: en Chosica, en el Vivero Forestal de La Molina y, recientemente, también en la zona de la ampliación de la pista de aterrizaje del aeropuerto Jorge Chávez, donde, obviamente, corre gran riesgo. Pero, además, se han registrado nada menos que 66 especies de aves, algunas raras y otras también endémicas, en ese bosquete que pese a ser artificial brinda un refugio único para la avifauna de La Molina. Un libro sobre ese tema acaba de ser publicado[ii].
Es evidentemente razonable la transformación gradual del área de uso agropecuario del campus en otros más intensivos que los actuales. La Universidad Nacional Agraria ya no es, ni precisa ser, solo tierra cultivada, como era en 1933, cuando se mudó al fundo La Molina, al salir de su local original en Santa Beatriz. Establecer nuevas instalaciones de investigación y extensión como las propuestas, para piscicultura e investigación agrícola en condiciones controladas, o sea en invernaderos, es muy importante y deseable. Pero no hay ninguna lógica evidente en “desvestir un santo para vestir otro” habida cuenta de la disponibilidad de otras opciones en el mismo campus, es decir amplios espacios con poco uso o con usos que no implican erradicación de árboles ni destrucción de años de esfuerzo acumulado. Como dicho, la universidad aún dispone de unas 160 hectáreas de uso agrícola. ¿Por qué, entonces, se debe afectar la parte más valiosa de las 23 hectáreas que ocupa el llamado Vivero Forestal?
Como era de esperarse los estudiantes, no solamente los de ciencias forestales, tomaron cartas en el asunto. Ante las decisiones rectorales emitieron un comunicado en el que mencionan los mismos argumentos citados en esta nota y varios más. Consecuentes con su actitud de 2018, cuando lucharon exitosamente para evitar la tala de árboles en la avenida La Molina, están ahora atentos a evitar que se produzca un hecho muchísimo más grave dentro del propio campus.
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No da para imaginar que la Universidad Nacional Agraria de La Molina, que lidera la enseñanza y la investigación científica para la conservación de los bosques en el Perú, ofrezca el pésimo ejemplo de hacer en casa lo contrario de lo que preconiza a nivel nacional e internacional. En todo caso, que no se destruyan los árboles que tanta falta hacen en La Molina y que, en el mismo barrio molinero, a corta distancia, están siendo plantados por la Municipalidad en los morros desérticos a gran costo, en el llamado Parque Ecológico de La Molina. Con certeza que eso no va a ocurrir. Se confía plenamente que la democracia universitaria brinde el ejemplo de cordura y equilibrio que se espera de ella y que el tal Plan Maestro 2020-2030 acoja todas las opciones y necesidades académicas con igual oportunidad.
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*La sección “Debate Abierto” es un espacio de Actualidad Ambiental donde diversos especialistas publican artículos o columnas de opinión. Las opiniones son enteramente responsabilidad de los y las columnistas.
[1] Ingeniero Agrónomo, Ingeniero Forestal, Doctor en Ciencias. Profesor Emérito de la Universidad Nacional Agraria, La Molina.
[i] http://www.actualidadambiental.pe/?p=51526
[ii] https://www.facebook.com/facultad.cienciasforestalesunalm/posts/2394187537330465/
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