Escribe Marc Dourojeanni[1]
El 8 de mayo de este año un grupo de empresarios amazónicos importantes presentó el esquema de un plan para “despertar” el potencial económico de la Selva y, asimismo, anunció la realización, en noviembre, de un evento para discutir y promover la propuesta[i]. Esta, por primera vez en labios de empresarios, no solo declara ser ambiental, sino que parece, realmente, tener fundamentos ambientales y, además, es inusualmente integral. En esta nota se comenta lo declarado en la conferencia de prensa de esos empresarios.
Nadie discute que la Amazonía peruana está olvidada y maltratada, que gran parte de su pueblo es muy pobre, que su desarrollo actual es incipiente y mal orientado, que contribuye poco al producto bruto interno, que sus recursos se dilapidan sin provecho, que su naturaleza es agredida para mal de todos. Todas esas realidades son aceptadas por indígenas, campesinos, empresarios, políticos, científicos, ambientalistas y, asimismo, es consenso entre todos ellos que la Selva debe desarrollarse… mejor si es en forma sostenible e integral. Pero, hasta el presente, gran parte de lo realizado para el desarrollo de esa región ha sido unilateral, sin planificación, sin consenso, sin cuidados ambientales, provechoso para unos y perjudicial para otros[ii]. El Gobierno ha sido el peor actor en la Selva, construyendo obras públicas sin ton ni son, al ritmo de ideas preconcebidas o fantasiosas y, en especial, de intereses particulares, forzando o estimulando un desarrollo casi siempre inadecuado y para beneficiar a los que no viven allí. Y los empresarios, hasta el presente, no se destacaron por pensar mucho más allá de la rentabilidad de sus propias empresas.
¿Cuál es la propuesta de los empresarios? De acuerdo con el recuento periodístico[iii] el plan gira en torno a la reforestación de 400 mil hectáreas en tierras ya deforestadas y poco usadas, con hasta 300 especies madereras diferentes, dando prioridad inicial al eucalipto, dada su demanda y el conocimiento de su manejo. El plan se iniciaría con un proyecto piloto de 51 mil hectáreas. En un radio de 100 kilómetros alrededor de las plantaciones, el plan prevé asimismo la construcción de un parque industrial que permitiría procesar la madera y fabricar puertas, triplay, celulosa y madera prensada y aprovechar los residuos para generar energía. Lo complementan con inversiones en acuicultura y turismo, obviamente además de la agricultura y de, donde corresponda, extracción de petróleo y gas. Enfatizan que “todo eso se desarrolle con buenas prácticas, con absoluto e irrestricto respeto al medio ambiente y que quieren ser intolerantes con los depredadores del medioambiente”. Para el transporte sugieren que, una vez alcanzada la meta inicial de reforestación, en unos 10 años, ya esté operando una ferrovía “ecológica” entre Cruzeiro do Sul (Brasil) y Bayóvar (Piura) que “solo transportaría madera del bosque cultivado”. Finalmente, señalan como prioritaria la titulación de las tierras en la Amazonía, así como la inversión en una fuerza policial forestal equipada y el apoyo de las Fuerzas Armadas para frenar la deforestación.
Pues, bajo cualquier parámetro, aunque no perfecto ni completo, eso es el plan para el desarrollo de la Selva más sensato ya escuchado de empresarios y de gobernantes en el Perú. Como otros en el pasado, pone correctamente el eje en el desarrollo forestal, pero, a diferencia de todos los anteriores, pone el esfuerzo en la reforestación en tierras deforestadas, abandonadas o con poco uso. Proponen usar 400 mil hectáreas y para eso no hay problema pues, en la actualidad, hay no menos de 8 millones de hectáreas deforestadas sin uso o con poco uso en esa región. Debe recordarse que, de los 72 millones de hectáreas de la Selva, solo se usa 1.6 millones de hectáreas para agricultura cada año, incluyendo café, cacao, palma aceitera, pastos para ganadería, arroz, plantaciones forestales, banana, yuca, etc. Es decir, sobra tierra para hacer el proyecto de que proponen los industriales. En verdad pueden hacer mucho más, sin deforestar una sola hectárea adicional. Pero para lograrlo deben trabajar con los actuales dueños y ocupantes de la tierra y, por eso, correctamente, insisten en la necesidad prioritaria de concluir la titulación de tierras.
Puede discutirse, por cierto, si debe o no usarse eucalipto entre las especies a ser plantadas. Pero, como está bien demostrado, el eucalipto es un árbol que es ecológicamente tan beneficioso como cualquier otro, si es plantado donde puede y debe serlo[iv]. Sin embargo, en términos de rentabilidad económica, muchas otras especies nativas o exóticas pueden ser ventajosamente consideradas. Lo importante, en el plan de los empresarios, es que proponen usar tierra que actualmente no rinde nada, posiblemente en parte degradada por la ganadería extensiva. El plan, además, daría renta y empleo estables a campesinos hoy en la miseria o dedicados a la agricultura migratoria, es decir a la principal causa de la deforestación en el Perú.
La otra parte importante del plan es la ferrovía Cruzeiro do Sul – Bayóvar que no es nada nuevo. Esa ferrovía ha sido propuesta hace una década y fue bastante comentada[v] pero luego fue “medio olvidada” o reemplazada por otra que pasaría por el sur del Perú[vi] y/o por Bolivia[vii]. Como muchas veces discutido, de tantas propuestas de ferrovías entre Brasil y Perú, esa es la más conveniente para el país y trae pocos riesgos ambientales[viii]. En todo caso, es menos perjudicial que atravesando Loreto[ix]. Y, como bien dicen los empresarios, evitaría la construcción de una carretera entre Pucallpa y Cruzeiro do Sul que, en su trecho peruano, sería una calamidad ambiental y que tiene la oposición de economistas, ambientalistas e indígenas[x]. Pero, habida cuenta del aparente interés boliviano-brasileño de hacer pasar esa vía por el extremo sur del Perú no hay seguridad de que pueda materializarse vía Pucallpa, aunque la decisión final sobre eso corresponde al Perú.
Las ideas preliminares de los empresarios son, pues, muy interesantes y novedosas en ese medio. Claro que son incompletas. Hay muchos otros asuntos a considerar, comenzando por la estrategia para conseguir la tierra que debe ser plantada que, como bien se sabe, aunque desaprovechada, tiene dueños o gente con derechos sobre ella. El éxito de la idea va a depender grandemente del enfoque para abordar ese tema que, por encima de todo, debe ser consultado y equitativo. También está por ver si la propuesta económica es viable. Parece que sí, pero requiere ser confirmada. Sin embargo, es evidente que la producción maderera de enormes plantaciones forestales de rápido crecimiento aliviaría la presión sobre el bosque natural cuya función primordial es proveer servicios ambientales, por los que sus dueños deben recibir un pago justo y, quizá, también madera verdaderamente certificada y de altísimo valor. La idea de fortalecer la policía ambiental, o de recrear una policía forestal[xi], es obviamente un complemento necesario al esfuerzo que corresponde a las autoridades regionales forestales para cuidar del bosque nativo. De otra parte, es altamente recomendable que el conjunto de la propuesta, con lo que tiene y con lo que le falta, sea sometida a una evaluación ambiental estratégica, como pregona la organización Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR)[xii]. Esta no tiene que ser demorada, cara y compleja si es que se enfoca en lo realmente importante y con sentido común.
Como es natural, no todos los empresarios están en la misma onda. Uno de ellos mencionó la posibilidad de “construir 49 centrales hidroeléctricas”, lo que obviamente sería un desastre[xiii]. Otro mencionó ser trascendental “el tren que cubrirá la ruta Iquitos-Yurimaguas”, un proyecto sin pies ni cabeza que se creía descartado para siempre, más aún ahora que la hidrovía entre esas ciudades está en camino de ser realidad, al igual que las carreteras LO 100 y LO 104, que permitirían llegará a Iquitos[xiv]. Otros comentarios fueron más adecuados, por ejemplo, el de la central hidroeléctrica del río Mazán que no tendría lago artificial, aunque solo sería realmente necesaria en la era post-petróleo. En fin, todo está para ser discutido, pero lo importante es eso mismo, discutir abiertamente, tomar decisiones, completar la información y los estudios y actuar sin más demora. Mientras tanto continúa el desastre amazónico cuyas trágicas expresiones diarias son deforestación, contaminación y pobreza.
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