[Opinión] Kosñipata: Aprovechamiento sostenible de recursos versus minería ilegal
miércoles 25 de julio, 2018
Escribe Marc Dourojeanni[1] / Profesor emérito de la Universidad Nacional Agraria de La Molina
Los habitantes del distrito de Kosñipata luchan por establecer un equilibrio entre la explotación de sus recursos y su futuro. Su peor escenario es que mineros ilegales destruyan los bosques de neblina que les brindan agua limpia y segura, que los protege de desastres naturales y que sustentan el creciente turismo. Se han unido para exigir del gobierno que cumpla su papel, estableciendo un área natural protegida en la que ellos mismos tengan un rol preeminente y promoviendo un desarrollo verdaderamente sostenible.
Kosñipata es un distrito de la provincia Paucartambo del Cuzco. Abarca 374 600 hectáreas de la Selva Alta. Aunque fue bien conocido por los antiguos peruanos su fama actual se debe a que es una de las vías de entrada al Parque Nacional del Manu y que, entre sus muchos atractivos, posee el famoso mirador conocido como Tres Cruces, desde donde se puede disfrutar amaneceres amazónicos extraordinarios. Su creciente población procura alternativas que, de una parte, eviten la destrucción del entorno natural amenazado por la minería anárquica y la expansión del cultivo ilegal de coca y que, de otra, aseguren una vida digna para todos los pobladores mediante el turismo y actividades agropecuarias, forestales y pesqueras apropiadas. Ese equilibrio es difícil de obtener, pues, la mayor parte del territorio es lo que técnicamente se denomina bosque de protección, en este caso principalmente bosques nublados en pendientes extremas, es decir inaptos para su aprovechamiento económico directo.
Las preocupaciones
Una de las principales preocupaciones de los pobladores de la parte baja del distrito, cuyas tierras son más planas, por ende, cultivables y donde también se asientan los centros urbanos del valle -Pilcopata, Patria, Atalaya y otros- es la destrucción de la vegetación de las partes más altas de la cuenca. Temen, con toda razón, que eso impacte negativamente en el régimen hídrico y en la calidad del agua de la que dependen y que, asimismo, provoque aluviones o huaycos cada vez más intensos, destruyendo el acceso vial y afectando vidas y bienes, además de destruir los magníficos paisajes que atraen a los visitantes. La cuenca del Kosñipata, en realidad del Alto Madre de Dios, comienza a más de 4350 m.s.n.m. y baja muy rápidamente hasta alrededor de 600 m.s.n.m. Es decir, la mayor parte del ámbito está conformado por tierras que, técnicamente, son bosques de protección pues se ubican en pendientes de 45º o más y sus suelos son poco profundos, asentados sobre roca viva y por tanto extremamente susceptibles a la erosión hídrica. No son “lavados” apenas porque existe sobre ellos una vegetación natural muy tenaz. La mayor parte de esa vegetación, por encima de los 1500 m.s.n.m. está conformada por bosques de neblina o nublados que llegan hasta los 3800 m.s.n.m. Además de captar el agua que traen las lluvias que vienen desde el Atlántico, los bosques de neblina humedecen la parte altoandina aledaña, la yunga. Por eso esos bosques son importantes tanto para los que habitan encima de ellos como para los que están debajo.
El valle de Kosnipata ha sido explotado desde el pasado remoto. Fue usado para producir coca y otros cultivos propios de la Selva Alta y, por cierto, sus bosques fueron explotados, abasteciendo las necesidades de los sucesivos habitantes del Cusco. La extracción de madera alcanzó su paroxismo algunas décadas atrás y sus bosques están actualmente sin ejemplares de valor comercial. Pero nadie en el pasado tocó los llamados bosques de protección, en su mayoría bosques de neblina. Pero eso está cambiando rápidamente debido a la minería de socavón, que no lleva en cuenta el carácter delicado de ese ecosistema y el daño irremediable que ocasiona al construir caminos carrozables precarios y al arrojar toneladas de detritus rocosos ladera abajo, además de deforestar. En la parte más alta, en las yungas, también practican minería a cielo abierto, como en la Selva Baja. Pero, en la actualidad también se da, en la parte media y baja de la cuenca, la nefasta proliferación de cultivo ilegal de coca y la presencia creciente de narcotraficantes que, como bien se sabe, también son actores principales de la minería “informal”. Obviamente, asimismo existe un discreto aumento de deforestación para especulaciones agrícolas precarios en suelos inaptos para ese fin.
La minería es favorecida por el comportamiento irresponsable del sector minero que, amparado por una legislación tan anticuada como absurda, otorga concesiones sin llevar en cuenta las implicaciones ambientales y sociales que pueden provocar y que, además, facilita descaradamente la minería ilegal. Pero también lo es porque en esa región existe el caso, cada vez más raro en la Selva, de haber una extensa porción de tierra (55 500 hectáreas) que legalmente no está asignada y sobre la cual no hay derechos otorgados, es decir tierra que no es comunidad campesina o nativa ni propiedad privada ni tampoco, área natural protegida o siquiera clasificada como bosque de producción u para otros usos bajo la legislación forestal. Es decir que, aún suponiendo que el sector minero quisiera negarse a otorgar concesiones, carecería de justificación legal para hacerlo.
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Los ecólogos también se preocupan debido a que el valle del Kosñipata es el centro de una de las áreas clave para la biodiversidad que se han registrado a nivel mundial y que fue denominada Kosñipata-Carabaya[2]. En efecto, un estudio muy preliminar registró 1.304 especies de plantas y animales sin mencionar peces, de los que 62 son endémicas -exclusivas del área estudiada- y 30 están amenazadas. Allí se encuentran 620 especies de aves, de las que 30 son endémicas[3]. Entre los mamíferos y reptiles se encuentran todas las especies emblemáticas de la Amazonia alta, incluyendo el oso de anteojos. Pero hay muchísimo más por descubrir. Los pobladores también se interesan por esa riqueza biológica pues ella es parte importante del atractivo para los turistas.
¿Qué hacer?
Para saber cómo conservar esa área clave para la biodiversidad, la Fundación Peruana para la Conservación (Pronaturaleza) ha realizado estudios en el lugar que apuntan, como era de esperarse, a dos grandes grupos de recomendaciones: (i) una parte muy significativa del área, aquella conformada por bosques nublados y caracterizada por pendientes extremas, debe ser urgentemente protegida y; (ii) es indispensable consolidar un plan de desarrollo económico y social para los pobladores asentados que incluya todas las opciones ambientalmente viables de uso agropecuario, forestal y pesquero, además de las que corresponden al turismo. El estudio incluye propuestas concretas para cada una de ellas, las que han sido amplia y reiteradamente discutidas con la sociedad local y sus autoridades. Pero lo más urgente, debido a la amenaza de destrucción de los bosques de neblina por minería ilegal, corresponde al establecimiento de un área natural protegida.
El área clave para la biodiversidad Kosñipata-Carabaya tiene, además de sus características ecológicas, una situación especial. En efecto, ella se encuentra entre el Parque Nacional del Manu y la Reserva Comunal Amarakaeri (al oeste) y el área de conservación privada Japu-Ukumari Llacta (al este). Dentro de ese ámbito existen otras áreas de conservación privada (Wayquechua, Bosque Nublado, Pillahuata) y una concesión para conservación (Alto Pilcomayo). También está parte de las zonas de amortiguamiento de las dos áreas naturales protegidas. Y, recientemente, el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) creó dentro del área clave y cerca de ella un “bosque protector”[4], desclasificando bosques de producción previamente así considerados. De otra parte, es importante mencionar que esa área clave está dentro del Corredor Biológico Vilcabamba-Amboró, que cuando consolidado permitirá el flujo genético desde el Parque Nacional Otishi (Vilcabamba) en Perú hasta el Parque Nacional Amboró, cerca de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia y que abarca 30 millones de hectáreas y está conformado por 16 áreas protegidas. Proteger Kosñipata-Carabaya consolidaría esa función, además de asegurar la conectividad de las yungas del tal corredor.
Sin embargo, establecer un área natural protegida no es asunto fácil. Menos aún porque el ámbito estudiado, que abarca 93 200 hectáreas, pertenece a dos departamentos, tres provincias y a cuatro distritos. Felizmente, la mayor parte pertenece al distrito de Kosñipata. La porción de Madre de Dios es muy pequeña. Pero también hay pobladores. Aunque la inmensa mayoría vive en las partes más planas de la parte baja del valle que no se requiere incluir en un área protegida, existe un grupo de antiguos habitantes que ocupan la parte más alta, donde termina la yunga y comienza el bosque nublado. Se trata de la llamada nación Q´ero[5] que está organizada en cinco comunidades campesinas y de otras dos que poseen una 14% del área que se considera debe ser protegida. Y, además de algunos otros posesionarios en su mayoría sin títulos, existen ya algunas concesiones mineras superpuestas tanto a las comunidades campesinas como al área clave. Todas esas situaciones y esos intereses, además de los intereses de los pobladores de la parte baja y de habitantes de los centros urbanos, deben ser escuchados y considerados para tomar una decisión.
El estudio mencionado abrió un abanico de opciones que incluían, preferentemente, la declaración del área como bosque de protección o como área de conservación regional. Esas opciones podrían ser materializadas en una sola o en más partes, en función de atender los intereses locales que, por ejemplo, hubieran preferido un área de conservación municipal, lo que la ley vigente no considera. Como es natural los pobladores temen perder el control sobre el área y verse sometido a caprichos burocráticos nacionales o regionales. En una serie de reuniones y debates en Lima, Cusco y Pilcopata, tanto los ciudadanos y sus organizaciones de base como los gobiernos municipal y regional coincidieron en que, dadas las circunstancias y las opciones legales, lo más adecuado era procurar el establecimiento de un área de conservación regional. Ni cortos ni perezosos, los participantes en el último evento en Pilcopata firmaron un memorial demandado al Gobierno Regional hacer esfuerzos para llevar adelante el propósito, lo que fue acompañado por un oficio del alcalde distrital. En apenas 24 horas el memorial recibió la adhesión de docenas de firmantes, representando las fuerzas vivas del valle, incluyendo líderes indígenas. El Gobierno Regional, presente en la reunión, ofreció todo su apoyo a la gestión.
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El via crucis para establecer un área de conservación regional apenas está comenzando. Pero comenzó muy bien. Falta cumplir una larga serie de pasos que incluyen, en especial, una consulta previa que, en este caso, no debería traer sorpresas. El expediente técnico debería incorporar los puntos de vista de los actores locales sobre la gestión del área de modo a que los de cada sector tengan oportunidad de intervenir efectivamente en la gestión. En efecto, las características del manejo, en la parte más alta donde los Q’ero habitan, no son las mismas que las que caracterizan las necesidades de los habitantes de la parte baja y, por cierto, existen otras peculiaridades. El paso final, un tanto extraño para un área de conservación que, por definición es regional, es su aprobación por el Sernanp y mediante un decreto supremo. Pero se supone que eso no sea problema…. a menos que interfiera el sector minero.
¿Qué más debe hacerse?
Lo primero, sin duda, es alertar al Ministerio de Energía y Minas para que no se siga otorgando concesiones en el ámbito que está siendo propuesto como área de conservación regional. Eso es tarea de la ministra del ambiente, apelando al sentido común y a la responsabilidad conjunta del ejecutivo. Sin embargo, hay mucho más. Cuidar de la cuenca es una cosa y todos los pobladores están de acuerdo con eso. Pero los pobladores del distrito se preguntan que más deben hacer para que el futuro sea todo lo brillante que esperan. Observan cómo la agricultura que practican no les rinde lo suficiente, lo que incentiva los agricultores a ceder sus tierras a narcotraficantes y mineros ilegales. Algunos inclusive creen que el colindante Parque Nacional del Manu es un obstáculo al progreso.
La realidad es que las tierras actualmente aprovechadas del distrito están abrumadoramente subutilizadas y que cada hectárea podría producir muchas veces más que en la actualidad mediando apenas mejorías técnicas simples y orientaciones económicas sobre qué producir. Café, cacao, banana, frutales diversos, yuca, maíz y cuánto cultivo allí es posible podrían, sí, ser piedra angular del crecimiento económico regional sin recurrir a la coca. Para resolver eso debería estar el Ministerio de Agricultura y sus servicios de investigación y extensión. Ellos están presentes en la zona, más, en lugar de hacer su trabajo están apenas como ornamento o, peor, como estorbo burocrático. Pronaturaleza, que no es la única organización intentando ayudar, ha promovido con bastante éxito la producción de miel de abejas nativas sin aguijón y la piscicultura y ha formado guías locales para el avistamiento de aves. Pero hay muchísimo más que puede ser hecho, si la población dispone de apoyo técnico en base a un plan de desarrollo bien hecho.
El bosque de protección y los demás bosques de la zona también ofrecen muchas oportunidades sin tener que destruirlos: frutos, cortezas, hojas flores y resinas de plantas del monte tienen múltiples usos farmacéuticos y en la industria química en general, que apenas esperan ser aprovechados. De esos mismos bosques salió la quinina y la sangre de grado. Plantas ornamentales maravillosas y orquídeas pueden ser aprovechados si existe un plan de manejo para eso. Es posible la colecta de mariposas y de otros insectos, que constituyen un gran mercado internacional, otra vez mediando un plano de manejo que asegure su sustentabilidad. Las serpientes ponzoñosas ofrecen la posibilidad de producción de sus venenos útiles en muchos medicamentos. Hasta la producción de suri y otros alimentos insectiles, que está convirtiéndose en moda, es posible sin impacto ambiental. Obviamente podría hacer crianza de diversas especies de la fauna silvestre, para la culinaria local o la exportación. Las áreas deforestadas no aptas para agricultura podrían ser repobladas con árboles nativos con demanda comercial. Ya se ha intentado sin éxito especialmente debido a la selección errada de las especies y a la falta de conocimientos silviculturales.
Es obvio que hasta el turismo está siendo subaprovechado. La infraestructura hotelera y de restauración urbana aún es precaria y poco se aprovecha el potencial existente. Aparte del avistamiento de aves, hay un buen potencial no usado para el de insectos y de otros animales, como el oso de anteojos en las partes altas. Son pocas y mal diseñadas las trochas turísticas. Y, los centros poblados son poco acogedores, con calles polvorientas y edificios a medio construir y sin pintura y, a pesar de los esfuerzos municipales, bastante sucios. Pese a contar en el distrito con comunidades nativas la artesanía que se ofrece es de pésima calidad, imitaciones mal hechas, desperdiciando las tradiciones y la habilidad de los indígenas de la región. Y, para concluir, los servicios ambientales de los bosques protegidos serán, sin duda, algún día pagos por los que se benefician de la fijación de carbono para frenar el cambio climático y del abastecimiento de agua.
Todo lo indicado antes es posible. Podrá llevar algún tiempo en materializarse, pero no se trata de utopías. Aparte de ser necesario, para comenzar, de un buen plan de desarrollo, es decir realista y estrictamente basado en la realidad local y con participación de la sociedad, obviamente depende en gran medida del obierno, tanto nacional como local. Estos tienen presencia en el distrito. Hay, en efecto, muchas de las agencias públicas de cada sector, cada una con oficina, vehículo o lancha y, en general uno o dos funcionarios. Pero esas agencias carecen, cada una de ellas, de la capacidad para hacer lo que se supone hagan, bien sea por falta de capacidad profesional o de medios y, en general, de ambas. Entonces, se limitan a “estar presentes”, sin hacer nada más que mover papeles o hacer controles, los que sólo sirven para martirizar a los ciudadanos. El costo adicionado de toda esa burocracia estéril pagaría ciertamente un núcleo de apoyo al desarrollo regional con profesionales capaces y motivados, trabajando en forma integrada.
Y, como siempre, la filosofía de esos núcleos debería ser ayudar a los pobladores locales a ayudarse a sí mismos. Es decir que son los pobladores los que deben luchar por su propio bienestar, organizándose y ayudándose los unos a los otros. Ningún esfuerzo externo puede hacer lo que a ellos corresponde. Los ciudadanos del distrito de Kosñipata ya han iniciado ese proceso.
Datos adicionales:
Un estudio sobre el Valle de Kosñipata analiza los resultados del IV Censo Nacional Agropecuario (IV CENAGRO 2012), que han permitido describir al Productor Agropecuario del Valle y definir las variables relevantes para caracterizar a las unidades agropecuarias. El Valle Kosñipata comprende tres distritos: Kosñipata en la provincia de Paucartambo, departamento de Cusco; así como los distritos de Manu y Huepetuhe en la provincia de Manu, departamento de Madre de Dios. El productor/a agropecuario/a del Valle Kosñipata se caracteriza por:
- El 75% de los agricultores son hombres. se puede apreciar que, el 49,6% de productores/as agropecuarios/as fluctúan en el rango de 30 a 49 años de edad.
- El 50,6% de los productores/as del Valle hablan quechua.
- El 51% de los productores/as cuentan con estudios que no supera primaria completa.
- El 54% de los productores/as del Valle viven en lugares distintos a la locación de los predios que manejan.
- El Valle cuenta con 1 582 productores/as agropecuarios/as que conducen una superficie de 48 824 hectáreas, implicando un nivel de tenencia promedio de 30,9 hectáreas por unidad agropecuaria.
- El 22% de los productores/as agropecuarios/as pertenecen a algún tipo de asociación o Institución que los organiza. La principal motivación de los productores/as para formar parte de las organizaciones y asociaciones es: obtener asistencia técnica para el desarrollo de sus labores, seguido de la búsqueda de acceso a mercado locales para canalizar su oferta productiva, así como mejorar el abastecimiento de insumos agrícolas y/o pecuarios.
- Las principales razones que incentivan la siembra de los cultivos en el Valles son: “mercado asegurado” (40%), “son cultivos de poco gasto” (25%), y “siempre siembra el mismo cultivo” (23%).
- El 86% de los productores/as declararon que la actividad agropecuaria no les genera el suficiente nivel de ingreso. La venta de abarrotes y la venta de artesanías, constituyen las principales actividades económicas en adición a la agropecuaria.
- Los principales cultivos (considerando tanto los transitorios como permanentes) del Valle de Kosñipata son: plátano (27,0%), pasto brizanta (14,5%), yuca (13,5%), pasto braquearia (5,4%), coca (4,8%), piña (4,2%), maíz amarillo duro (4,1%) y arroz (3,6%).
- La falta de crédito constituye la principal causa (22%) por la cual no se cultivó en la campaña agrícola agosto 2012 a julio 2013, seguida de falta de mano de obra (18%) y falta de semilla (9%).
- El 13% de las unidades agropecuarias del Valle aplican fertilizantes químicos, pero solo el 0,3% del total considera que utiliza la suficiente cantidad. Resumen Ejecutivo Instituto Nacional de Estadística e Informática 14
- El 15% de las unidades agropecuarias del Valle disponen de algún tipo de infraestructura productiva, constituyendo las principales: galpones para aves y cercos de púas.
- Existen 1 557 unidades agropecuarias (98,4% del total del Valle) que utilizan únicamente la energía humana como soporte a las labores culturales en sus predios.
- La utilización de los residuos como abono (42%) y la disposición en botaderos a cielo abierto (37%) constituyen las principales prácticas de eliminación de los residuos generados por las labores culturales del Valle.
- El 7% del total de productores/as agropecuarios/as de Kosñipata recibieron algún tipo de asistencia técnica, capacitación o asistencia empresarial.
- Respecto a los productores/as agropecuarios/as que recibieron asistencia técnica y asesoría empresarial, los principales proveedores del Valle son: los organismos no gubernamentales (36%), las municipalidades (25%), el Ministerio de Agricultura (10%), el Programa Sierra Sur (9%) y el Gobierno Regional (8%).
- Solo el 9% de los productores/as agropecuarios/as gestionaron un crédito, de los cuales lo obtuvo el 84%.
- El 43% del total de unidades agropecuarias del Valle cuentan con trabajadores remunerados. Entre los productores/as agropecuarios/as que declararon sembrar coca y los que no lo hacen, destacan los siguientes aspectos:
- En las unidades agropecuarias en las que se siembra coca, el tamaño promedio es de 14,6 hectáreas por agricultor; mientras que entre las unidades agropecuarias que no siembran de coca, es de 36,8 hectáreas por agricultor.
- El 29,1% de productores/as que siembran coca tienen unidades agropecuarias de 20 a más hectáreas de superficie; mientras que en los productores/as que no siembran coca, este porcentaje llega al 47,9%.
- El 66,8% de los productores/as que siembran coca son de habla quechua, mientras que en el grupo que no siembra coca es de 44,7%.
- El 39,4% de los productores/as agropecuarios/as que no siembran coca son de edades entre 20 y 39 años; mientras que el 30,8% de los productores/as agropecuarios/as que siembran se ubican en ese rango de edad.
- En las unidades agropecuarias que siembran coca, el 57,6% de productores/as declaró residir en los predios; mientras que en las unidades agropecuarias que no cultivan este porcentaje es de 41,7%.
- En las unidades agropecuarias que siembran coca, el 45% declaró pertenecer a algún tipo de organización; mientras que en las unidades agropecuarias que no siembran coca, el 14% confirmó estar asociado.
- Los principales cultivos entre las unidades agropecuarias que siembran coca, es diferente al de las unidades agropecuarias que no siembran coca (considerándose tanto los transitorios como permanentes). En el primer caso, los principales cultivos son: coca (32,7%), yuca (22,8%), plátano (10,4%), arroz (9,1%), piña (8,6%), maíz amarillo duro (3,2%), cacao (1,2%) y papaya (1,1%). En el segundo caso, los principales cultivos son: plátano, (30,1%), pasto brizanta (17,2%), yuca (12,0%), pasto braquearia (6,4%), maíz amarillo duro (4,3%), piña (3,4%), arroz (2,7%) y vergel frutícola (0,6%), básicamente.
Ver además:
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