Escribe: Joseph Díaz / Especialista legal del Programa de Biodiversidad y Pueblos Indígenas de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA)
Desde la comunidad Diamante Azul denuncian la presencia de dragas artesanales operando en las aguas del río Nanay. Los habitantes de esta comunidad ubicada en la zona de influencia del Área de Conservación Regional Alto Nanay – Pintuyacu Chambira, en Loreto, están resistiendo la entrada de los mineros ilegales a su territorio. Sin embargo, se ven acorralados por esta actividad que no ha paralizado ni siquiera durante la emergencia sanitaria.
Frente al avance de esta actividad ilegal, la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental (FEMA) de Iquitos y Maynas, la jefatura de la Reserva Nacional Allpahuayo Mishana (RNAM) y la Autoridad Regional Ambiental (ARA) de Loreto empezaron a organizarse, reunirse y desarrollar un trabajo articulado que ha permitido dar pequeños, pero importantes golpes a la minería ilegal. Esto, a partir de plantear la cuenca del Nanay y sus afluentes como un todo, entendiendo que lo que pasa en la cabecera de cuenca afecta al resto de esta y viceversa.
Una amenaza latente
La minería ilegal en las aguas del Nanay es una amenaza al ambiente y a la salud de miles de personas. Esta actividad perjudica principalmente a las comunidades ribereñas que dependen del río para subsistir pues, cuando el río es contaminado, son afectados los peces, una fuente importante de alimentación. Pero el impacto socioambiental también recae de forma directa sobre más de un millón de habitantes en la ciudad de Iquitos, porque el Nanay es la fuente de agua potable para esta ciudad.
Por ello, debido a la importancia del agua de este río, desde el Gobierno Regional de Loreto (Gorel) se han emitido distintos mecanismos legales de protección para salvaguardar la conservación de la cuenca del Nanay. Asimismo, se impulsó el establecimiento del ACR Alto Nanay – Pintuyacu Chambira, que tiene entre sus objetivos de creación la protección de la cabecera de cuenca del Nanay.
Cabe resaltar que los objetivos de las áreas de conservación regional están basados en la salvaguarda de la biodiversidad que responde a los intereses y prioridades de cada región. Estas áreas son de uso directo, por lo que se permite el aprovechamiento o extracción de recursos, siempre y cuando sea para la subsistencia de sus poblaciones locales, en las zonas definidas por el plan maestro.
Sin embargo, la minería ilegal, que no es para nada una actividad de subsistencia ni es desarrollada por poblaciones locales, ha llegado a esta área natural protegida, convirtiéndose en una amenaza para la vida de la población y el ambiente. De la misma forma, se ha reportado la presencia de mineros ilegales en Allpahuayo Mishana.
Estos reportes no se han detenido ni en tiempos de pandemia. Las denuncias públicas indican que los mineros ilegales continúan operando en la cuenca del río Nanay. Es más, estas personas –en su mayoría foráneas– han intensificado sus actividades aumentando el número de dragas y, por tanto, la cantidad de combustible que utilizan para extraer el oro mediante el vertido de mercurio.
Gestión integral del paisaje para enfrentar actividades ilegales
En este contexto, las jefaturas de estas dos áreas naturales protegidas vienen articulando acciones desde mediados del 2019. La experiencia les ha ido mostrando que se obtienen mejores resultados en la lucha por la protección de los recursos y en la gestión de las áreas si se trabaja en conjunto.
[Ver además ► Silvana Baldovino: “El Acuerdo de Escazú no priva el acceso a recursos naturales”]
En este sentido, resaltamos que las ACR no pueden funcionar solas como islas. Aisladas de otros espacios, la conservación de la flora y fauna no es posible. Las ACR deben funcionar como un sistema con otras áreas. Por ello, uno de los objetivos o misión que tienen es el de ayudar a crear corredores de conservación que se conecten con áreas de mayor o igual extensión, como las reservas nacionales, y con espacios protegidos de iniciativa ciudadana, como las áreas de conservación privada (ACP).
Para explicar mejor esto, volvamos al caso de la cuenca del Nanay. Sobre esta podemos decir que no es posible conservarla únicamente desde el ACR Alto Nanay – Pintuyacu Chambira, sino que se debe trabajar en conjunto con los otros espacios, tal y como lo viene haciendo esta ACR con la RNAM. De esta manera, se forma un corredor que garantiza el poder asegurar el servicio de abastecimiento de agua que brinda el Nanay a Iquitos.
Para lograr que la conservación funcione como un gran engranaje, resulta totalmente necesario que todos estos espacios articulen su gestión desde el Sistema Regional de Conservación (SRC) de Loreto. Este SRC es un modelo de gestión participativa en el que están llamados a participar todos los actores involucrados en la protección de los bosques y la biodiversidad. El objetivo de este sistema es mantener la integridad y funcionalidad de los ecosistemas y de los servicios ambientales.
Si bien el departamento de Loreto –con sus 37 millones de hectáreas– ocupa el primer lugar en superficie conservada en ACR, con 2 199 885.09 hectáreas. El camino para asegurar los bosques y sus recursos, y con ello la continuidad de servicios y condiciones para la vida humana, sigue siendo largo pues, aunque existe un mapa y se han identificado los sitios priorizados para la conservación en la región, no todos estos espacios se encuentran actualmente bajo alguna modalidad de protección. Esto sigue siendo parte de las tareas pendientes.
NOTAS RELACIONADAS:
[Mineros ilegales extranjeros serían los dueños de dragas que operan en ríos de Loreto]
[Minería ilegal: hallan dragas cerca de la Reserva Allpahuayo Mishana]
[Loreto: Minería ilegal amenaza río Nanay y dos áreas protegidas]
Comments are closed here.