[Opinión] Entre Huánuco y Ucayali: La destrucción del Bosque Nacional A. Von Humboldt

Foto: Minagri

  • ¿Cómo el bosque Alexander von Humboldt pasó de ser un importante centro de investigación a una zona depredada por la extracción poco controlada de los recursos naturales?

Escribe Winston Vásquez / Perito forestal [1] 

En los años 1970 el gobierno decidió hacer evaluaciones de los bosques amazónicos con la finalidad de conocer la abundancia volumétrica por especie, la estructura diamétrica, frecuencia y composición florística por hectárea para la elaboración de un modelo de aprovechamiento y manejo forestal para su aplicación en los bosques de producción en manos de la industria. El estudio se  realizó en el Bosque Nacional Alexander von Humboldt que tenía casi 600 mil hectáreas y cubría ambas márgenes del río San Alejandro, en los departamentos de Ucayali y Huánuco. Su base de operaciones estaba en San Alejandro, en el km 112 de la carretera Federico Basadre.

En los primeros días de marzo de 1970 llegamos al lugar un grupo de diez jóvenes recién graduados en la Escuela de Peritos Forestales de Iquitos para trabajar en el primer inventario forestal de ese Bosque Nacional. Nos dieron como vivienda una casa abandonada que se caía a los pedazos. Nos miramos entre todos y coincidimos en que no habiendo posibilidad de marcha atrás, había que pensar positivamente. Además en el medio no había mejores condiciones así que la aceptamos en espera de momentos más estimulantes.

La administración del Bosque Nacional nos providenció, generosamente, la ropa de cama. Esta consistía en dos metros de plástico, una sábana y un mosquitero. Como no había zancudos en el lugar, al mosquitero lo usamos de almohada. El agua para el baño estaba a unos 500 metros de la choza. El largo viaje nos tenía muy cansados y el grupo se fue a dormir apenas pudo. Al día siguiente me desperté muy temprano y al levantarme vi un cuadro que me despabiló por completo: Dos de mis colegas tenían la cabeza y los pies en un charco de sangre. Iba a entrar en pánico al pensar que los habían asesinado, pero en el último segundo una fuerza interior me ayudó a controlarme y me acerqué a los afectados para verificar si efectivamente estaban muertos. Los pateé temerosamente para ver alguna reacción y… despertaron. ¿Qué diablos les ha pasado?  Desperté a los demás y al ver a los dos ensangrentados no lo podían creer. Nadie imaginaba lo que había pasado. Todos estábamos muy nerviosos por lo sucedido. Mis compañeros, loretanos pero novatos en cosas del monte, habían perdido el color natural de la cara, estaban muy temerosos. Se me ocurrió decir a los demás que no los toquen, que no hagan nada, hay que evitar infecciones. Y fui a buscar chuchuhuasha[2]. Había visto que el chuchuhuasha macerado en aguardiente tiene múltiples aplicaciones medicinales. En el camino, iba hurgando en mi memoria algún hecho que me diera una pista para descubrir lo que había ocurrido mientras dormíamos. Y, en efecto, la memoria me reveló algo que había escuchado de mi padre que “el murciélago había desangrado a una vaca por la oreja”. Conseguí el macerado en la tenducha de la carretera y regresé a la casa confiando en esta pista para verificarlo con los afectados.

Desinfectamos el sangrado con el chuchuhuasha y en la punta de la nariz y el dedo grueso del pie de los afectados descubrimos dos incisiones equidistantes de los colmillos del murciélago[3]. El aleteo del murciélago previo al ataque produce adormecimiento en el punto de ataque, de modo que la incisión de los colmillos no es sensible, no produce ninguna perturbación en la víctima. Creo además que el murciélago inocula alguna sustancia que evita la coagulación de la sangre y es por ello que el sangrado es abundante luego que deja a su víctima. Resuelto el misterio, todos nos tranquilizamos y después obedecimos la instrucción de dormir bajo el mosquitero, que no sólo de mosquitos protege y de evitar que la piel desnuda entre en contacto con la tela.

El inventario forestal del mencionado Bosque Nacional estaba previsto en tres etapas: inventario exploratorio, semidetallado y detallado. En el inventario exploratorio el desplazamiento a los puntos de muestreo se hacía en helicóptero. Recuerdo el  día que me tocó volar a mi primer punto de muestreo, venían conmigo tres hombres (un matero[4] y dos trocheros). El matero nunca había visto un helicóptero y menos volado en él y poco antes de subir al aparato estaba envuelto en una seria crisis  nerviosa. Hablé con el piloto para informarle de la crisis del matero y me dijo “duérmelo antes de que se le aflojen los esfínteres”. Fui a una tienda por chuchuhuasha y el hombre que atendía me dijo que no tenía pero sí un mejor preparado llamado “siete raíces de los once palos”. Le respondí “No quiero matar a nadie, solo dormir a un hombre que se muerde la lengua de miedo a volar”. Entonces, dijo, le agregaré una cabeza de nacanaca[5] macerada y con eso se dormirá en un santiamén.

En efecto, luego de tomar una buena dosis del preparado, el matero se envalentonó y  solo tuvo tiempo de subir al helicóptero y quedarse dormido como una piedra. Al borde de la línea de seguridad del helicóptero las mujeres del poblado lloraban en coro y pedían a gritos que no nos embarcáramos porque, aseguraban, en el punto de muestreo a dónde íbamos había mucho indio bravo y aseguraban que no volveríamos más. Pero más pudo la responsabilidad y el espíritu de aventura de todos los involucrados y, claro, superamos el recelo. Esta escena refleja bien la percepción que se tenía del bosque en los pueblos de ese tiempo.

El inventario nos permitió conocer un bosque con abundancia de ejemplares de especies arbóreas de diámetros menores y, a medida que crecía el diámetro de los árboles decrecía la frecuencia hasta convertirse en muy pobre en las especies codominantes y dominantes. La composición florística muy heterogénea y con especies desconocidas. Se encontró majestuosos árboles dominantes de  caoba y tornillo, verdaderos reyes del bosque,  muy dispersos en el área. No había intervención  significativa del hombre en todo el área del bosque, salvo de manera incipiente en áreas adyacentes a la carretera Federico Basadre y a los ríos que la cruzaban. Y por primera vez se supo que en el bosque había un volumen de 150 metros cúbicos de madera en pie por hectárea, en diámetros de 20 pulgadas a más.

El planeamiento y continuidad del estudio despertó el interés de la cooperación internacional que, rápidamente ofreció su participación, muy interesada en ampliar las  líneas de investigación. Llegaron expertos en silvicultura y otras especialidades que emprendieron nuevos estudios de gran interés para el manejo del bosque. Un trabajo que me impresionó fue la estimulación de la regeneración natural en claros que consistía en abrir el bosque alrededor de un árbol semillero, de un área igual al de la copa del árbol,  para facilitar la penetración de la luz solar y estimular la germinación de las semillas que caían al suelo donde brotaban innumerables plantitas disponibles para su plantación en otras áreas. Hubo también otros trabajos de gran interés. La cooperación internacional estimuló el desarrollo de la investigación forestal en múltiples líneas en el Bosque Nacional y se crearon aproximadamente mil puestos de trabajo directo para los programas en curso. Los profesionales peruanos que trabajaron en esos programas de investigación ampliaron grandemente su visión profesional y del bosque. El Bosque Nacional Alexander von Humboldt fue un centro de capacitación a todo nivel, una verdadera escuela de investigación forestal conectada a los centros de investigación de todo el mundo.

Desgraciadamente el periodo de subversión e inestabilidad que vivió el país empujó a la cooperación internacional a cerrar  los programas de investigación y se perdió presencia en el Bosque. Una carretera fue construida en medio del área y, como al mismo tiempo el Estado se debilitó, los invasores se adueñaron de todo, sin ningún respeto por los trabajos emprendidos.

Recientemente (en 2015) visité el Bosque Nacional y francamente me produjo una profunda desazón verlo destruido. Los invasores han eliminado el bosque para hacer agricultura o ganadería y, de este modo, han cortado la cadena de retroalimentación del suelo. El suelo de ese bosque es superficial, arcilloso y poco permeable, la topografía en general es quebrada, hay poquísimos suelos aluviales para una agricultura de subsistencia. La ganadería languidece. Es más el esfuerzo que la cosecha.

El Bosque Nacional Alexander von Humboldt está destruido, ya no existe para la investigación, los ojos del mundo ya no lo miran y lamentablemente no volverán a verlo más. Es comprensible la necesidad de la gente pero eso no es suficiente justificación para destruir un invalorable patrimonio nacional. La investigación es la madre del conocimiento y del avance científico. No sigamos destruyendo las bases del desarrollo, pues perdemos demasiado. Si la propiedad y la seguridad jurídica son la base del desarrollo… ¿Por qué no se penalizan las invasiones?

 

 

 

 

 

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[1] Perito Forestal, con especialización en Francia, EEUU y Japón (capirona96@yahoo.com). Actualmente reside en Pucallpa.

[2] Chuchuhuasha o chuchuhuasi se refiere a la corteza de árboles de los géneros Maytenus y Heisteria, que se macera en aguardiente y que se usa como trago y como remedio casero para diversos problemas.

[3] El tal murciélago es, en realidad, un vampiro (Desmodus rotundus). Accidentes como el relatado son sumamente comunes en la Selva y, si no trasmiten enfermedades (rabia, por ejemplo), no son graves para los humanos. Pero afectan seriamente al ganado.

[4] El matero es el experto o guía regional que sabe reconocer y diferenciar los árboles por sus nombres locales y, muchas veces, es el que sabe trepar en los árboles para recoger muestras de hojas, flores y frutos. Es personaje clave de cualquier inventario forestal.

[5] Nacanaca o nakanaka es una serpiente coral, de colores muy vistosos, cuyo veneno es neurotóxico pero que difícilmente consigue inyectar.



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