[Opinión] Amazonía: Discurso y Práctica Gubernamental | Por Marc Dourojeanni
lunes 4 de noviembre, 2019
Escribe Marc Dourojeanni | Profesor Emérito de la Universidad Agraria La Molina
Las recientes promesas del Pacto de Leticia y los bellos discursos del III Congreso Latinoamericano de Áreas Protegidas hicieron creer que, finalmente, alguna decisión sería adoptada en el Perú para frenar la deforestación y los incendios forestales o proteger seriamente la naturaleza[i]. Pero, para confirmar los pesimismos, quedó evidenciado que en la realidad ocurre exactamente lo contrario. En efecto, el ministerio de Transportes y Comunicaciones sigue fomentando carreteras en bosques naturales, el Ministerio de Agricultura continúa sin evitar el tráfico de tierras con bosques, el Ministerio del Ambiente continúa ampliando plazos para la minería ilegal y sin hacer nada para mejorar la vida y el trabajo de sus guardaparques, el Ministerio de Energía y Minas sigue repartiendo concesiones mineras sin ton ni son en los bosques… ¿Qué pasó con el emotivo compromiso presidencial con el futuro de la Amazonía, del ambiente peruano y de su patrimonio natural?
¡Qué fácil es hacer discursos bonitos y recibir aplausos! Y qué fácil es olvidar todo lo dicho y prometido en el mismo momento en que se baja del estrado. Desde el momento en que el presidente hizo esos pronunciamientos, es decir, algo más de un mes, varios de sus propios ministros han hecho todo lo necesario para que sus palabras resulten letra muerta y lo han hecho con la eficiente ayuda de los gobernadores amazónicos, que también estaban en Leticia y en otros eventos en defensa del desarrollo sostenible de la Selva.
En efecto, el ministro de Transportes y Comunicaciones está haciendo lo necesario para estimular aún más la construcción de carreteras informales en los bosques amazónicos. En lugar de paralizar esas obras y de reprimir severamente a los que promueven carreteras y caminos sin estudios técnicos o ambientales, ni consulta previa, apenas para sacar madera o expandir agricultura en bosques naturales, ese ministerio está tentando perdonar o condonar a los que las hacen, como se constata en el proyecto de decreto supremo que otorga un nuevo plazo para la adecuación ambiental de actividades, proyectos y/o servicios del sector transportes que no cuenten con la certificación ambiental prevista en el Reglamento de Protección Ambiental para el Sector Transportes[ii]. Es así como los caminos ilegales proliferan y crecen por toda la Amazonía.
Otro ministerio, en este caso el de Energía y Minas, continúa aprovechándose de una legislación anticuada, absurdamente dañina para el ambiente y la sociedad, que estimula la destrucción de bosques milenarios para sacar oro u otros metales, incluido en florestas protectoras en laderas y, en especial en la ribera de los ríos que deben ser protegidos por la ley y por el sentido común[iii]. Peor, ese ministerio favorece cada vez más la entrada de “empresarios” chinos o coreanos, altamente sospechosos, que hacen lo que quieren, por ejemplo, en Madre de Dios, así como el caso recién denunciado en el río Pachitea[iv]. Y, claro, ese sector recibe el apoyo del Ministerio del Ambiente que sigue ampliando plazos para la minería “informal”, es decir ilegal, en Madre de Dios. La racionalización de la minería ilegal es una cuestión de decisión política, de “ponerse los pantalones”, sí. Pero principalmente es una cuestión de actuar con inteligencia y perseverancia. Extender plazos al infinito para alcanzar un proceso de formalización tan complejo que resulta inaplicable es como dar tiros de escopeta al aire.
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Y, por supuesto, el Ministerio de Agricultura “no se mete” en el tema de la compra-venta de tierras con bosques naturales para expansión de la agricultura sea por quien sea y como sea. Dice que el problema es de las regiones, pero olvida que ese es el sector responsable por el nunca acabado proceso de titulación y ordenamiento de la tenencia de la tierra y de permitir o negar permisos de extracción de madera, así como de desbosque. Así se supo que un amplio y creciente grupo de fanáticos religiosos, con pésimos antecedentes en relación al tema ambiental, han invadido y destruido, sin ningún obstáculo oficial, bosques naturales de Loreto y Ucayali para practicar agricultura intensiva[v]. Los menonitas, de los que habría unos 30 mil en el Paraguay, han destruido parte significativa de las áreas naturales de ese país, en especial en el Chaco, para cultivar soya, maní, sorgo y maíz, entre otros. El reguero de destrucción de esa secta también es visible en Bolivia, donde habría unos 57 mil de ellos que están organizados en 55 colonias, la mayoría en Santa Cruz[vi]. Y ahora, alguien en el Gobierno peruano, aparentemente el Gobierno Humala, los ha invitado para repetir el daño en el Perú[vii]. Realmente, en el Perú no se necesita la colaboración de nadie para destruir la Amazonía. Y, hablando del Pacto de Leticia, ¿será que facilitar la invasión de menonitas alemanes y de mafiosos chinos es defender la soberanía amazónica? ¿No era la soberanía el primer punto acordado en Leticia?
Todo indica que no hay ninguna coordinación entre el presidente y sus propios ministros y menos aún entre estos. El de Transportes debe saber que, si facilita la construcción de carreteras o las hace en bosques naturales, va a estimular la invasión de tierras, lo que debería ser regulado o controlado por el de Agricultura y, claro, que eso implica deforestación y fuegos forestales en la Amazonía. Se supone que el de Agricultura y el del Ambiente deben dar la palabra final para carreteras nuevas en bosques, además de dar “autorizaciones de desbosque”. ¿Cómo fueron otorgadas a los menonitas? El de Transportes también debe saber que sus carreteras provocan aumento de la minería ilegal y el de Minas y Energía debería recordar que si compra el oro ilegal para legalizarlo está, de paso, ayudando a la minería ilegal con todos sus males ambientales y sociales. Los ministerios del Ambiente y de Agricultura deben oponerse a que Minas y Energía otorgue concesiones en lugares con bosque natural en pendientes fuertes o en riberas de cursos de agua, contribuyendo a fabricar desastres ambientales… pero ningún de esos ministros y ministerios hace ni coordina nada al respecto. Es el eterno juego del “Gran Bonetón” ministerial. Los de Ambiente y Energía y Minas tampoco parecen llevar en cuenta que si continúan siendo tan blandos con los plazos para regularización de la minería informal solo está agravando el problema. No basta, aunque plenamente justificado, hundir dragas y quemar tractores. El látigo está bien, pero falta la zanahoria. Y, hablando del ambiente, tampoco parece estar ocurriendo nada en favor de los guardaparques peruanos, tan halagados en el mencionado Congreso, y tan olvidados en la realidad.
Los gobiernos regionales, que también hacen bellas proclamas ambientales, claro, participan alegremente de la farra de destrucción de la Amazonía, estimulando la construcción de nuevas carreteras a cada canto de sus departamentos, sin importar que las que ya existen estén intransitables. A ellos les importa ganar votos atendiendo los clamores de los “pueblos aislados” y de paso, ganar alguito con la madera y la tierra o el oro. Y si son honestos, esos actos se convierten en errores resultado de la política de “dejar hacer, dejar pasar”. O sea, por desidia y desconocimiento. Así nacen multitud de proyectos fantasiosos de carreteras que van a ninguna parte (por ejemplo, a la frontera brasileña, sin nada al otro lado) o, peor, de ferrovías al lado de los ríos navegables más caudalosos del mundo[viii].
Nadie parece querer llevar en cuenta hechos tan elementales como que ya existe unos diez millones de hectáreas deforestadas en la Selva, de las que malamente se usan anualmente menos de tres millones; que en promedio cada hectárea en producción en la Amazonía rinde mucho menos de un quinto de su verdadero potencial si se le trabaja bien; que los lugares donde ya existe agricultura carecen de transporte adecuado para evacuar su producción; que esos agricultores también sufren de falta absoluta de asistencia técnica y financiera.
Entonces, si se quiere cumplir la promesa principal de Leticia, debe llevarse en cuenta que (i) no se necesitan carreteras nuevas en bosques naturales; (ii) se necesita mejorar la calidad de las carreteras existentes en las tierras ya deforestadas para viabilizar la agricultura; (iii) es necesario aumentar la productividad agropecuaria mediante asistencia técnica y financiera efectiva a agricultores, pescadores y especialmente a los indígenas y ribereños y; (iv) ya es largamente tiempo de abordar seriamente el tema de la minería en general y el de la que es ilegal en todo el Perú. Así de simple. El resultado será, en poco tiempo, reducción de la deforestación y de los fuegos, incremento del producto bruto de la economía amazónica y mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes, con menos mercurio y más comida. Claro que eso no es lo único que puede y debe hacerse[ix]. Pero enfocar apenas en esos cuatro puntos ya sería un paso decisivo para mejorar.
Señor presidente, con todo respeto: usted debería convocar una sesión del Consejo de Ministros exclusivamente para hablar de la Amazonía, para ordenar que sus ministros no se saboteen el uno al otro, exigir que todos ellos trabajen para el interés común en la Amazonía peruana. Invite a los gobernadores y hágales entender que participar en ese plan es la mejor forma que sus gestiones sirvan realmente a mejorar sus regiones. Si se quiere evitar la destrucción de la Amazonía, la solución pasa por los puntos antes mencionados. Hay otros igualmente importantes, pero menos urgentes. Hay que comenzar por lo que puede dar resultados más rápidamente. Es evidente que serán necesarias algunas reformas de la legislación agropecuaria, minera, forestal y hasta ambiental… pero todas ellas deben buscar la simplificación, no la complicación como ha sido hasta el presente. Y no hay que esperar a que esas leyes se aprueben para frenar la construcción de carreteras en bosques naturales, dar verdadera asistencia a los productores y organizar la minería. Eso está plenamente en las manos de su gobierno y a usted lo toca cobrar resultados y perseverar.
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*La sección “Debate Abierto” es un espacio de Actualidad Ambiental donde diversos especialistas publican artículos o columnas de opinión. Las opiniones son enteramente responsabilidad de los y las columnistas.
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