Mar de dudas: perspectivas para la conservación de los ecosistemas marinos

viernes 11 de junio, 2010


Escribe Bruno Monteferri / Abogado Programa de Conservación – Sociedad Peruana de Derecho Ambiental

Hace tan solo unos días se celebró el Día de los Océanos, un hecho que pasó desapercibido en parte por las expectativas que genera una fiesta con las características del Mundial de Fútbol. Y no es para menos. Si bien algunos medios resaltaron la noticia con algún dato curioso sobre el tema, la reflexión sobre la situación de los océanos y mares en el mundo sigue postergada. Mientras tanto, más de 70% de las pesquerías a nivel mundial se encuentren sobreexplotadas y las actividades de hidrocarburos en los mares se siguen intensificando.

La fuga de crudo de la gigante británica BP, que viene afectando la Costa del Golfo, ha llamado nuevamente la atención sobre la relación entre los mares y los hidrocarburos. La empresa ya ha gastado más de mil millones de dólares en remediar los impactos causados, pero el crudo sigue manando cubriendo playas y los cuerpos de aves y la fauna marina indistintamente. Cada día aumentan las responsabilidades y posibles multas a ser asumidas por BP –como mínimo 1.000 dólares por barril derramado- y se sabe que recién en agosto la empresa podrá controlar la situación al abrir dos pozos alternos.

Mirando las imágenes del fotorreportaje del NY Times sobre el desastre (An Environmental Disaster Unfolds) pienso en que durante los últimos cinco años se han otorgado la mayor cantidad de lotes de hidrocarburos en la historia en el Perú, cubriendo cerca del 10% de la zona de dominio marítimo del país. Esta situación ha causado preocupación y rechazo en gremios de pescadores artesanales y en titulares de concesiones de maricultura, en especial en Sechura, en donde los derechos otorgados por Produce y el MINEM se superponen sobre el mismo espacio. Recuerdo el derrame de Zorritos y cómo la verdad sobre lo ocurrido se guardó bajo siete llaves. ¿Hubo alguna multa o el tema se pasó por paños fríos debido a que el buque en donde se generó el incendio era de propiedad de la Marina de Guerra?

¿Qué hacer al respecto? Frente al tema de los hidrocarburos, la población en Lobitos se ha comenzado a organizar para que los pozos que viene perforando la empresa SAPET no pongan en riesgo las oportunidades para el turismo que esta playa bendecida por olas e historia ofrece. Organizaciones conservacionistas también vienen difundiendo mayor información sobre los impactos que pueden generarse en la fauna marina y, con ello, se busca que los estándares ambientales a ser cumplidos sean acordes con el patrimonio que está en juego.

Me he encontrado con investigadores que quieren garantizar que un pedazo de mar esté bien protegido, y que le han pedido al Estado administrar un espacio en el mar en donde se prohíban otras actividades para poder monitorear el ecosistema y conocer los impactos del cambio climático, entre otras variables. Esta información sería de importancia para, entre otros, las pesquerías y el ordenamiento marítimo. Pero las leyes pesqueras no contemplan una figura para hacer investigación y conservación, a menos que sea con fines de extracción en el futuro.

Hoy por hoy en el Perú, las áreas naturales protegidas en el ámbito marino son la única figura que permite que desde la sociedad civil nos involucremos en la protección de ecosistemas marinos. Se abren así oportunidades para la investigación y para el turismo. A la Reserva Nacional de Paracas, que por décadas fue la única área marina protegida en el Perú, se han sumado recientemente la Reserva Nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras, que agrupa a 22 islas y 11 puntas guaneras, y la Zona Reservada San Fernando, en pleno proceso de categorización.

Esta última zona, tal vez una con los mejores paisajes del Perú, protege el hábitat del cóndor andino, del pingüino de Humboldt y del guanaco, conformando un particular corredor de conservación que une la costa con los andes. Las recientes investigaciones realizadas en la zona por un equipo del Museo de Historia Natural de Ciencias Naturales de la Universidad de San Marcos ha tenido como resultado el descubrimiento de nuevas especies para la ciencia. No hubo que perderse en el bosque amazónico para ello, bastó con mirar el desierto costero con otros ojos. A partir de los estudios técnicos desarrollados, la mayoría de los miembros de la comisión encargada de proponer al SERNANP la categoría que le correspondería a San Fernando ha optado por la de Reserva Nacional. La excepción ha sido por parte de los pescadores locales de la zona, quienes aún miran a las áreas naturales protegidas con desconfianza y recelo, pues creen que se las va a prohibir acceder y pescar en la zona. Ellos tienen como precedente la experiencia con Punta San Juan, una punta guanera que desde hace más de un siglo es protegida y en donde no se permite la pesca. Los profesionales del SERNANP han explicado ya las diferencias entre ambas áreas y ha quedado claro que las actividades que han venido desarrollando en San Fernando serán respetadas. Poco a poco, los pescadores comienzan a mirar las áreas naturales protegidas con otros ojos. La ven como una oportunidad para que el uso del espacio sea regulado y no sean cinco millas marinas en donde reine la ley de la selva. La fiebre de las macroalgas marinas ya ha generado migración de pobladores de la sierra habilitados por empresas chinas. El mar atestigua e incita al acuerdo, las corrientes avisan que a lo lejos un líquido aceitoso sigue manando.

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Foto Bruno Monteferri / SPDA

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