- Un conteo rápido de paneles luminosos e iluminados que realizó la SPDA encontró que a lo largo de vías como Javier Prado y Vía Expresa habría un panel cada cuadra y media.
Hablar de contaminación nos supone imaginar islotes de plástico flotando a la deriva en medio del mar, cielos oscuros por el esmog o derrames de petróleo en nuestro mar y nuestra selva. Sin embargo, hay un tipo de polución que continúa pasando desapercibida y que ha crecido de manera significativa en las grandes urbes del mundo.
Diversos estudios científicos basados en la evaluación de imágenes satelitales, señalan que cada año la Tierra es un 2% más brillante y muestran que más del 80% de sus habitantes viven en espacios contaminados por la luz artificial. Expertos han definido este fenómeno —que se da sobre todo durante las noches— como contaminación lumínica, y ya se ha revelado que esto no solo afecta a las personas que viven cerca de paneles LED, proyectores de avisos publicitarios o alumbrado público mal diseñado, sino también altera el cielo nocturno y su visibilidad, los ecosistemas y la biodiversidad.
Lima, el hotspot de la contaminación lumínica
En Perú, una mirada rápida por las principales calles y avenidas dan cuenta de que cada vez más, necesitamos de la luz artificial. “La mayor parte de la población peruana ya es urbana y se concentra sobre todo hacia la costa; de modo tal, que estamos hablando de que la mayor parte ya está afectada por contaminación lumínica. Esto viene acompañado de la contaminación sonora, del aire, etc., generando así un impacto muy negativo en la salud humana. El problema es que no acabamos de entender lo que ocurre ni sus consecuencias, al ser así, no lo medimos y pasa completamente desapercibido”, indica a la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), el ecólogo Ernesto Ráez Luna.
El especialista que también es director del Instituto del Bien Común, asociación civil que promueve la gestión óptima de los recursos y ecosistemas en comunidades, sostiene que la contaminación lumínica no solo podría ser algo que afecte al ser humano o a los ecosistemas de manera indirecta. En este caso, Ráez Luna lo considera como un “desperdicio energético”.
“La mayor parte del tiempo estas luces innecesarias y nocturnas no nos sirven para mayor cosa, simplemente están allí como una comodidad excesiva y amena”, sostiene el ecólogo, quien también apunta a que las ciudades deben comprometerse a reducir la huella ecológica de la luz que consumen.
Si bien a nivel internacional ya existen mejores prácticas que intentan reducir la contaminación lumínica, como la regulación de la ubicación, brillo y los horarios de operación de algunos paneles publicitarios LED, y en el caso del alumbrado público, sobre el uso de luminarias blindadas, de color cálido en lugar de luces azules, y otros factores, en Perú aún es una práctica pendiente. Falta concientizarnos más sobre la necesidad de reducir drásticamente la contaminación lumínica y la necesidad de iluminar nuestras ciudades de manera efectiva.
El mapa de los paneles
No se sabe a ciencia cierta cuántos paneles publicitarios hay en Lima, pero sí se ve que, en avenidas como la Javier Prado, La Marina, Huaylas, Tomás Valle o vías rápidas como la Vía Expresa Paseo de la República (ver mapa) estos artefactos están a la orden del día… y de la noche.
Un conteo rápido de paneles luminosos e iluminados que realizó la SPDA, encontró que en estas vías principales habría un panel por cada cuadra y media. La mayoría de ellos permanecían prendidos durante toda la madrugada.
Por ejemplo, en el recorrido realizado a inicios de abril de este año, se contabilizaron 59 paneles publicitarios en una distancia de 9 kilómetros, desde la estación Plaza de Flores en Barranco hasta el Óvalo Grau del Centro de Lima, es decir, en un aproximado de 90 cuadras.
En la avenida Javier Prado, desde el óvalo Monitor en La Molina, hasta el cruce con la avenida José Faustino Sánchez Carrión (9 kilómetros) se identificaron 63 paneles.
Por otro lado, en tramos más cortos como el de la avenida Benavides, en los 2 kilómetros que separan la Universidad Ricardo Palma y el Óvalo Higuereta se identificaron 12 paneles luminosos e iluminados. Igual panorama se encontró en Chorrillos, desde el inicio de la Av. Defensores del Morro (Huaylas) hasta el óvalo La curva se contaron también 12 de ellos.
En estas zonas, las luces no solo afectan a los residentes de casas y edificios, sino a conductores y transeúntes que son cegados por el brillo de las pantallas que proyectan las 24 horas del día tandas publicitarias.
A fines de marzo, Mariano Castro, viceministro de Gestión Ambiental del Ministerio del Ambiente dijo en un evento de la SPDA que tanto su institución como la Municipalidad de Lima han puesto especial interés en el tema de la contaminación lumínica y anunció que se realizaron monitoreos de luminancia en los elementos de publicidad exterior (EPE) ubicados en diferentes puntos de la ciudad, “encontrándose que 2 de cada 5 superaban la normativa española y 9 de cada 10 superaban la de Chile”.
En el Perú, no existe hasta ahora un marco legal que regule el alumbrado público y los paneles publicitarios LED desde un punto de vista de reducción de contaminación lumínica. Por ello, ciudadanos desesperados han tenido que tomar medidas extraordinarias como construir muros, cerrar ventanas y poner cortinas especiales para evitar que las proyecciones lleguen a espacios de sus viviendas e interrumpan actividades de ocio o descanso.
La arquitecta Madeleine García, sostiene que indirectamente el desarrollo o seguridad de las ciudades dependen de las luces; sin embargo, acota que la visión de crecimiento y desarrollo se debe enfocar más en salvaguardar las necesidades de las personas.
“En el caso específico de la contaminación lumínica vemos que pueden haber instalaciones en lugares incorrectos y que lo mejor sería tener parámetros para regular la densidad, ubicación y exhibición de los mismos, de tal manera que no haya personas que tengan luces fortísimas en sus ventanas durante toda la noche”, señala la también docente de la Universidad de Lima.
Sobre este punto, cabe mencionar que actualmente se ha presentado ante la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos, Ambiente y Ecología del Congreso de la República un proyecto de ley que busca establecer un marco regulatorio aplicable a las diversas fuentes de contaminación lumínica existentes con la finalidad de mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y de la fauna silvestre, promover la eficiencia energética, contribuir a la seguridad vial y evitar la alteración del paisaje.
Este proyecto, presentado en febrero pasado por el congresista Alberto de Belaunde (proyecto de Ley Nº7193/2020-CR referido a la “Ley de Prevención y Control de la Contaminación Lumínica”), fue elaborado con la asistencia de la SPDA, en alianza con la clínica jurídica ambiental de la PUCP y cuenta con el aval del Minam.
Para García, el impacto de la contaminación lumínica y de otras como la del aire o la sonora se pueden evitar o manejar con un mejor enfoque si es que el trabajo se complementa con la consulta a los ciudadanos. “Es muy importante explicarle a los vecinos lo que ocurre o se planea hacer en el espacio público porque al final son ellos los que se ven impactados directamente con los cambios y elementos que se instalen dentro de su espacio”, enfatiza.
En esa misma línea, Christel Scheske, especialista en conservación de Conservamos por Naturaleza, complementa la idea de que este tipo de contaminación afecta el cómo la ciudadanía percibe los espacios urbanos y enfatiza que solo regulando esta problemática podremos vivir en una ciudad más amigable.
“Si podemos regular y controlar la contaminación lumínica vamos a vivir en ciudades más humanas y hechas para el disfrute de sus espacios públicos, y vamos a dejar de sentir que tenemos que huir de un panel LED con demasiado brillo”, menciona la especialista.
Ayuda a identificar los focos de contaminación
Conservamos por Naturaleza, iniciativa de la SPDA, lanzará la campaña “Unidos por una iluminación responsable” en la que busca concientizar no solo a la ciudadanía, sino también a las diversas empresas del rubro de publicidad exterior y autoridades, sobre el impacto de la contaminación lumínica en la calidad de vida de las personas y también de la fauna silvestre.
Por ello, la ciudadanía en general, en especial a las personas que viven cerca de paneles luminosos e iluminados, pueden ayudar a identificar la ubicación de estas fuentes de luz que resultan incómodas a la vista y compartir fotos o videos en sus cuentas de redes sociales con los hashtag #NoMásLuzIncómoda, #IluminaciónResponsable y etiquetando a @conservamos para que desde Conservamos por Naturaleza se pueda ingresar aquella información en el ‘Mapa de los paneles’.
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