Los primeros pasos hacia una gestión sostenible de nuestros recursos energéticos

martes 8 de mayo, 2012

Foto: río Inambari, lugar en donde se pretende construir una central hidroeléctrica

Escribe María Angélica Rondón / Programa de Política y Gestión Ambiental de la SPDA

En diferentes oportunidades hemos escuchado comentarios como “El Perú no tiene una planificación energética”, “no se prioriza la demanda nacional”, “no se evalúa el potencial de nuestros recursos renovables o reservas de hidrocarburos” o “no se consideran variables ambientales y sociales de los proyectos energéticos”.

Sin embargo, estas frases podrían quedar en el pasado porque estaríamos ante un proceso de reforma de la gestión energética y ambiental en nuestro país, debido a que el pasado 19 de abril el Ministerio de Energía y Minas (Minem) publicó en su web la propuesta de una Nueva Matriz Energética Sostenible (NUMES) en el Perú.

El proyecto, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo, por un monto total histórico de US$ 280 millones, fue elaborado por el Consorcio R. García Consultores S.A., ARCAN Ingeniería y Construcciones S.A. y el Centro de Conservación de Energía y del Ambiente (CENERGIA).

Esta propuesta se realizó con la finalidad de obtener una planificación integral del sector energético, con un horizonte de 30 años, que incluya variables ambientales y sociales, apoyando la formulación de políticas sectoriales coordinadas y la adecuación del marco regulatorio. En ese sentido, el informe final contiene dos resultados importantes: la propuesta de una NUMES y su Evaluación Ambiental Estratégica (EAE).

Es preciso mencionar que la EAE se realiza antes de seleccionar e implementar las políticas, planes y programas (PPP), con el objetivo de facilitar la toma de decisiones, evitando errores costosos, permitiendo la coordinación gubernamental y, sobretodo, permitiendo tener una mejor comprensión de los efectos acumulativos generados por los proyectos.

Recordemos que el Perú es uno de los países más afectados por el cambio climático en el mundo, presentando cuatro de las cinco características de vulnerabilidad reconocida por la Convención Marco de las Naciones Unidas Sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

Además, nuestro país contribuye negativamente al aumento de la intensidad de los efectos del cambio climático, debido al uso y cambio de suelo de aptitud forestal para agricultura (47.5%) y por el uso de combustibles fósiles (21.2%) en el transporte y la generación de electricidad, que forman parte de la actual matriz energética.

Teniendo en cuenta lo anterior, resulta necesario señalar que la propuesta para implementar una NUMES incorpora, de forma adecuada, el desarrollo de energías limpias y el aumento del porcentaje de eficiencia energética en el sector como mecanismos de mitigación del cambio climático.

Con la finalidad de tener una comparación entre la actual Política Energética Nacional 2010-2040, aprobado mediante Decreto Supremo N° 064-2010-EM, y la propuesta de NUMES, hemos elaborado el siguiente cuadro:

Al respecto, podemos señalar que se busca alcanzar una matriz energética menos dependiente de los combustibles fósiles (petróleo, carbón) para no seguir produciendo más emisiones de CO2, que tanto daño ocasionan, coadyuvando a cumplir uno de los compromisos internacionales asumidos por el Perú ante la comunidad internacional, la cual es acelerar el proceso del cambio de matriz energética.

Pese a esto, consideramos que la referida propuesta podría ser más ambiciosa al permitir reducir drásticamente las referidas emisiones. Por ejemplo, no estableciendo porcentajes límites de energías renovables, permitiendo el desarrollo de todo el potencial energético renovable que poseemos y, de esa manera, abastecimiento con fuentes renovables el 100% del mercado interno, y en su oportunidad, teniendo como base las expectativas de demanda de Brasil, Chile, Ecuador, Colombia etc., exportando energía renovable promoviendo la creación de un mercado interior de electricidad en América Latina.

Por otro lado, un dato importante a tener en cuenta, es que cada año necesitamos conectar una central de generación de electricidad de 500 MW aproximadamente, al sistema eléctrico interconectado nacional (SEIN). En este caso la pregunta sería: ¿qué tipo de central conectamos, una hidroeléctrica ubicada en la Amazonía, o un parque eólico en el norte?

En este escenario, surge la EAE como un instrumento convergente, holístico y siempre previo al proyecto, debiendo elaborarse en un clima de participación.

Según el referido informe final, se han definido 7 escenarios futuros, y a partir de aquellos se han elaborado 19 planes energéticos. En ese sentido, la evaluación ambiental estratégica de los mencionados planes, coadyuvó a elegir el plan 19 como la mejor alternativa de desarrollo sostenible energético.

La indicada evaluación ha comprendido el análisis de los siguientes indicadores ambientales:

i. Emisiones de GEI por la producción y uso de energía
ii. Disminución de emisiones contaminantes del transporte
iii. Participación de energías renovables
iv. Afectación de sistemas silvestres
v. Amenazas a las áreas naturales protegidas y sitios de biodiversidad sobresaliente
vi. Vulnerabilidad de matriz energética a riesgos naturales
vii. Vulnerabilidad de la matriz energética al cambio climático.

Así como, los siguientes indicadores sociales:

i. Eficiencia energética
ii. Cobertura de gas natural
iii. Servicios asociados a infraestructura de generación de energía eléctrica
iv. Población en situación de riesgo por desarrollo de la infraestructura de la matriz energética
v. Amenazas a sitios arqueológicos de carácter monumental y excepcional
vi. Inversión en tecnologías limpias en el sector eléctrico.

La aplicación de dichos indicadores, permite identificar los potenciales riesgos ambientales y sociales relacionados a los proyectos energéticos, anticipando las consecuencias provocadas por los efectos del cambio climático, logrando definir la performance socio ambiental de la NUMES. Ello se traduce en decisiones más sustentables e integradas.

Una de las conclusiones más resaltantes de la EAE, es que las centrales hidroeléctricas ubicadas en la Amazonía son las principales responsables de la afectación de ecosistemas silvestres y acuáticos. Como consecuencia, no contemplan la ejecución del megaproyecto Inambari en la Amazonía, al contrario, sugieren actualizar el potencial hidroeléctrico de los Andes, buscando aprovechar los recursos hídricos de dichas zonas.

Un punto controversial, es que en el informe final se establece que el proceso de aprobación de la EAE deberá ser remplazado por un proceso de fiscalización.

Empero, de acuerdo a lo establecido en nuestro ordenamiento jurídico, en primer lugar, la EAE deberá ser aprobada por el Ministerio del Ambiente (Minam) y posteriormente, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) realizará la fiscalización del desarrollo de la misma.

Si bien es cierto, la EAE elaborado es muy eficiente y ha servido para seleccionar la alternativa más viable ambiental y socialmente, aquella debe obligatoriamente ser aprobada por el Minam.

Por otro lado, la NUMES nos ayudará a reforzar la gobernabilidad energética en el Perú, sirviendo como una herramienta apropiada para la negociación del “Acuerdo para el suministro de electricidad al Perú y exportación de excedentes al Brasil”.

Consecuentemente, en muchas circunstancias, es preferible dar el primer paso, aun sin tener claro el camino completo. De ahí que, consideramos que la elaboración de la propuesta de NUMES es un primer paso para lograr la sostenibilidad de nuestros recursos y de todo el territorio peruano. No obstante, solo el tiempo nos demostrará si actuamos con responsabilidad y logramos alcanzar dichos objetivos, más aun, si como seres humanos podemos garantizar nuestra supervivencia.

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Foto: Thomas Müller / Archivo SPDA

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