[Especial fotográfico] Áncash: desglaciación en la Cordillera Blanca
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La Cordillera Blanca se encuentra en el Parque Nacional Huascarán (Áncash) y cuenta con 722 glaciares, aproximadamente 35 de ellos superan los 6 mil msnm. Allí podemos encontrar al nevado Huascarán (el pico más alto del Perú, ubicado a 6768 msnm), así como al Alpamayo, considerado el nevado más hermoso del mundo.
La Cordillera Blanca cuenta con más de 834 lagunas, convirtiéndose en fuente esencial para el abastecimiento de agua potable, el desarrollo de la agricultura, ganadería, transporte, turismo, y para el funcionamiento de la Central Hidroeléctrica del Cañón del Pato.
La cuenca glaciar más importante es la del río Santa, que nace en las lagunas Conococha y Aguashcocha, que se extiende desde el nivel del mar hasta las cumbres más altas por encima de 6000 msnm, y contribuye a la realización de dos grandes proyectos de irrigación Chavimochic (130, 553 hectáreas ) y Chinecas (44, 420 hectáreas).
En los últimos 30 años los efectos del cambio climático afectaron de manera considerable a los nevados del Callejón de Huaylas. De acuerdo a las declaraciones del glaciólogo César Portocarrero, desde la década de 1970 al 2010, los glaciares de la Cordillera Blanca se redujeron de 723 a 480 km2.
Portocarrero indicó que la desglaciación comenzó en el siglo XVII, sin embargo, se acentuó a partir de 1970. En dicha década, el promedio de desglaciación en la Cordillera Blanca fue de 7 metros por año; durante 1980, 20 metros; en la década de 1990, 24 metros y en la del 2010, 25 metros.
El Pastoruri, uno de los nevados emblemáticos de la zona, se retiró casi dos kilómetros en los últimos 20 años. Allí se realizaban deportes de invierno. Pero, actualmente, sólo se pueden observar pequeños picos de hielo. Por ello el Sernanp, con la finalidad de protegerlo, ha dispuesto restringir las visitas hacia ciertas zonas del nevado. (Foto: Sernanp)
En este escenario, según Portocarrero, los tomadores de decisiones y/o funcionarios del Estado deben diseñar políticas públicas destinadas a mejorar la gestión integrada del agua, como una de las primeras medidas de adaptación a los impactos del cambio climático, debido a que viene disminuyéndose de forma considerable y, al mismo tiempo, utilizándose de forma insostenible. (Foto: Sernanp)
Ante la evidente desglaciación, se han propuesto algunos proyectos. Uno de ellos fue pintar de blanco la Cordillera Blanca. Otro, se basó en cubrir ciertas zonas con aserrín. El glaciólogo César Portocarrero opina que estos proyectos son insostenibles.
En los últimos años, los pobladores del Callejón de Huaylas han tomado mayor conciencia sobre la protección y conservación de las fuentes de agua. Sin embargo, se han generado conflictos debido al rechazo hacia actividades como la minería. La inadecuada gestión de residuos sólidos y de la disposición de aguas servidas, también intensifican los impactos de cambio climático en la población.
Otros efectos del cambio climático son los deslizamientos, desprendimientos de tierra y nevado (aluviones, aludes, huaycos). En 1970, un aluvión sepultó las ciudades de Yungay y Ranrahirca. Las pérdidas humanas y económicas fueron cuantiosas. Pese a ello, aún no existe una política pública puntual respecto a estos eventos climatológicos extremos.
La Estrategia Regional de Cambio Climático (ERCC) es un instrumento ambiental que tiene como fin formular e implementar medidas de mitigación y adaptación para combatir este fenómeno, estableciendo medidas de gestión de riesgos de desastres naturales para reducir sus efectos, y generando medidas para reducir los gases de efecto invernadero.
Sin embargo, los gobiernos regionales de Áncash, Madre de Dios y Puno (lugares en donde reportan diversos conflictos sociambientales) aún no cuentan con dicha Estrategia. ¿Por qué? Según el Gerente de Recursos Naturales y Gestión de Medio Ambiente de Áncash, Erick Mautino, porque la población no lo exige y pide obras de infraestructura.
A pesar de la falta de una ERCC, algunos no se han quedado de brazos cruzados. La municipalidad de Cátac, junto a la Universidad Santiago Antúnez de Mayolo, han formulado el proyecto “La ruta del cambio climático”, que busca concientizar a la población sobre el tema, así como promover y profundizar la investigación científica en el Parque Nacional de Huascarán.
Iniciativas como éstas deben ser replicables en todo el territorio peruano. Para María Angélica Rondón, del Programa de Política y Gestión Ambiental de la SPDA, el cambio climático nos obliga a aplicar un nuevo enfoque al momento de diseñar políticas públicas, pues necesitamos del esfuerzo conjunto y coordinación integral de todos los sectores a nivel nacional, regional y local.
Para Rondón, es importante visualizar al cambio climático no solamente como una amenaza sino como una oportunidad para integrar políticas en temas de economía, transporte, energía, manejo de residuos, agricultura sostenible, bienestar social y calidad de vida. En otras palabras, el cambio climático es también un tema ligado al desarrollo sostenible.
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