Los aguajales: humedales en la Amazonía que aportan a la economía local y brindan beneficios climáticos

  • Estos ecosistemas almacenan grandes cantidades de carbono en el suelo, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero y combatiendo el cambio climático.

martes 17 de diciembre, 2024

Foto: Patrick Murayari / SPDA

La Amazonía peruana es rica en biodiversidad. Ahí también se encuentran los aguajales o bosques de palmeras, que según el mapa de humedales del Gobierno Regional de Loreto, conforman el 14.33 % del departamento. Son el tipo de humedal más extenso de dicha región y de la Amazonía peruana. Aquí se encuentra la especie de palmera nativa conocida como aguaje, donde crece la fruta del mismo nombre; pero además, los aguajales tienen relevancia global por los beneficios que brindan para mitigar los efectos del cambio climático.

Este tipo de humedal también puede acumular material orgánico en capas superficiales, formando una capa llamada turba, y dando espacio a las turberas. Las turberas de aguajal son ecosistemas pantanosos cuyo suelo permanece cubierto de agua la mayor parte del año, lo que les permite mantener cautivo al carbono y evitar que se libere a la atmósfera como dióxido de carbono. Una función vital para el planeta que actualmente se encuentra en peligro.

El árbol de la vida

Aunque técnicamente no es un árbol, la palmera de aguaje ha sido considerada como el “árbol de la vida” por pueblos amazónicos como los yagua. Descrita también así por el explorador Alexander von Humboldt, tiene un papel vital en la cadena de los bosques tropicales selváticos al servir de fuente de alimento de animales como el sajino, la sachavaca, el venado gris, y especies de mono como el huapo negro, el huapo rojo y el maquisapa. Según estudios realizados en la Reserva Nacional Pacaya Samiria, el 76% de la dieta de la sachavaca está constituida por los frutos del aguaje.

Estos bosques de palmeras, además de brindar beneficios ecológicos, proveen medios de subsistencia fundamentales para las comunidades locales de la región Loreto.

Se calcula que los aguajes demoran cerca de diez años en llegar a la adultez. El corte y tumbado de la palmera perteneciente a la especie Mauritia flexuosa, genera la disminución de su capacidad de reproducción porque se cortan las palmeras “hembras” que son las que producen los frutos. Dicha práctica, sin un enfoque de sostenibilidad, contribuye al avance de la deforestación en zonas de importancia biológica para numerosos animales y plantas que tienen como ecosistema a los aguajales.

[Ver además► El aguaje: un fruto con historia y potencial comercial]

Árbol de aguaje en la CC.NN Puerto Orlando, Loreto. Foto: Patrick Murayari / SPDA

Futuro de los aguajales y la prosperidad de las comunidades

El aprovechamiento sostenible del aguaje por parte de las comunidades nativas y locales, no solo contribuiría a que los bosques sigan proporcionando una gran variedad de recursos, sino que ayudaría a la conservación de la turberas amazónicas, ecosistemas frágiles sobre los que crecen los aguajales y que pueden tardar miles de años en formarse. 

Estudios del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) indican que cada metro de espesor de turba tarda más de mil años en formarse, por lo que una turbera puede tardar entre 500 y mil años en recuperarse.

Por cada hectárea, los aguajales pueden capturar entre tres y cinco veces más dióxido de carbono que otros ecosistemas tropicales; sin embargo, su degradación y pérdida pueden convertirlos en fuentes de emisiones de carbono que pasan desapercibidas. Al disminuir las palmeras, la hojarasca y las raíces, el suelo no acumula más carbono y se convierte en una gran fuente de emisiones de carbono a la atmósfera, según estudios de CIFOR-ICRAF.

“Para preservar estos ecosistemas se requiere el trabajo articulado entre el Estado, la empresa privada y las comunidades locales, promoviendo iniciativas de autogestión y mecanismos de retribución por servicios ecosistémicos que ayuden a conservar, proteger y promover el uso sostenible de los pajonales. Por otro lado, si bien la reciente publicada Ley 32099, Ley para la protección, conservación y uso sostenible de los humedales en el territorio nacional aporta nuevas herramientas para fortalecer la gestión de estos ecosistemas y evitar su degradación y pérdida, se requieren protocolos de actuación interinstitucional y criterios ambientales para determinar sus zonas de amortiguamiento, instrumentos en los que ya viene trabajando el Minam», sostiene Francisco Rivasplata, asesor legal del Programa de Política y Gobernanza Ambiental de la SPDA.

 

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