Texto de Gabriela Ávalos / gavalos@spda.org.pe
“Hace más de 3 años que las Lomas de Mangomarca se han convertido en tierra de nadie”, nos dice la señora Yovita Barzola Mejía, presidenta del Comité Ecoturístico de las Lomas de Mangomarca e impulsora de varias iniciativas de reforestación para la conservación del lugar.
El lugar, que era considerado uno de los puntos turísticos en Lima es, desde hace varios años, un fuerte para los traficantes de terrenos en San Juan de Lurigancho. Con más de 500 hectáreas de vegetación, las Lomas sufren hoy las consecuencias del descuido de las autoridades que no han logrado ponerse de acuerdo para proteger esta zona.
Hasta el 2014, principalmente en septiembre, uno de los meses de reverdecimiento, la zona montañosa lucía abundante vegetación y era visitada por cientos de turistas. Sin embargo, pasaron los meses y las invasiones, la falta de vigilancia y la poca acción de las autoridades para detener las invasiones han deteriorado varios sectores.
Actualidad Ambiental pudo constatar la degradación del lugar y el avance de las invasiones. “El tráfico de terrenos ha destruido la vegetación y desplazado a más de 10 especies que habitaban en el corazón de las Lomas”, comenta Yovita mientras nos guía hacia la cumbre.
El lugar, que además de guardar restos de la cultura Chivateros, albergaba un total de 18 especies entre aves, mamíferos e insectos y más de 40 tipos de plantas, según el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor).
Mientras subimos las Lomas, Yovita nos cuenta que antes podría observase y apreciar de cerca la flor de Amancaes, pero casi ya no aparece. Solo se puede apreciar el avance de construcciones y maquinaria pesada que se abre paso entre las gigantes rocas que eran los atractivos turísticos.
“Utilizan maquinaria pesada para hacer carreteras que les permita el acceso a las Lomas, lotizan y ponen vigilancia cerca de los lotes para que los dirigentes no tomen fotografías ni ingresen al lugar, hasta han colocado rejas en las entradas que permite subir al sitio”, explica preocupada la representante.
Pese a las marchas y las denuncias presentadas ante la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental, las autoridades han hecho caso omiso al problema. Solo el Serfor y la Gerencia Ambiental del distrito ha colaborado en la identificación de especies, señala Barzola Mejía.
El grave riesgo por el que atraviesa el hábitat, explica la guardiana de las lomas, podría culminar con la construcción de un cerco al igual que en las Lomas de Lachay. “Las Lomas necesitan un cerco perimétrico que detenga a los invasores, además de seguridad permanente que colaboren a la conservación”, apunta.
Iniciativa para la conservación
Yovita es una de las vecinas de Mangomarca que junto a otras nueve mujeres promueve la conservación de la zona . El comité que formó hace 3 años ha sido partícipe de la refoestación de las Lomas de Mangomarca.
Junto a niños de diversos colegios, iniciaron hace un año un proyecto que busca sembrar árboles al pie de la cumbre. La acción consiste en crear pequeños biohuertos que ayuden a mantener a especies como conejos, lechuzas, lagartijas, cuyes y el picaflor oasis y evitar que especies como la flor begonia se extinga de las Lomas.
“Nunca me interesaron las lomas hasta que subí y pude ver el gran potencial que poseía”, comenta Yovita.
Ella espera que iniciativas como esta colaboren en mantener la poca vegetación del lugar y que las Lomas de Mangomarca dejen de ser lomas y pasen hacer simplemente cerros o nuevos focos de invasión.
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