Escribe Marc Dourojeanni | Profesor Emérito de la Universidad Agraria La Molina*
El lago Junín o Chinchaycocha debería ser una de las joyas del sistema nacional de áreas naturales protegidas[i]. Además de ser el segundo mayor lago del Perú -y aparentemente el mayor lago del mundo a 4 080 msnm-, en él se encontraban cuatro especies endémicas, una de ellas de gran valor económico. Además, es un humedal reconocido internacionalmente. Pero, como diversas noticias recientes lo recuerdan, ese lago continúa siendo destruido, metódica e irremediablemente[ii]. De todos sus problemas, el peor desde mucho antes de 1975, cuando el lago fue reconocido como reserva nacional, es la contaminación por residuos de la explotación minera que son vertidos en las cuencas de los ríos que alimentan el lago, cuyas aguas son represadas antes de desaguar en el río Mantaro. La agonía del lago Junín es una muestra más de la prioridad brutal que la Constitución y las leyes otorgan a la minería.
El autor de esta nota y sus colegas del Instituto de Investigaciones Forestales de La Molina estudiaron, de 1965 a 1967, la diversidad y la población de la avifauna del lago Junín y, asimismo, las amenazas que las aves y el lago sufrían. También fue analizado su potencial turístico dentro del contexto regional. Los resultados, proponiendo la creación de áreas protegidas en el lago Junín, en el Bosque de Piedras de Huayllay y en Chacamarca, fueron publicados en 1968[iii]. En realidad, el lago había sido visitado desde mucho tiempo antes por grandes científicos, especialmente ornitólogos atraídos por la rica y diversa avifauna de este lago tropical de gran altitud. Dos especies destacaban, el zambullidor de Junín (Podiceps taczanowski), que además de endémico ya era raro en el siglo XIX y, claro, la rana de Junín (Batrachophrynus macrostomus), una especie comestible muy apreciada. Pero otras dos especies de batracios endémicos (Batrachophrynus brachydactylus y Gastrotheca peruana juninensis) también caracterizan el lugar. Fue apenas una década después, cuando el autor era jefe del sector forestal, que se logró establecer la Reserva Nacional de Junín (53.000 ha), el Santuario Nacional de Huayllay (6.815 ha) y el Santuario Histórico de Chacamarca (2.500 ha).
En los informes técnicos y en el material publicado por el mencionado equipo ya se denunciaba a la contaminación minera, combinada con el manejo de la represa de Opamayo (o de Bombón), que controla la salida de agua del lago, como la principal amenaza al lago y a su biodiversidad. Había otros problemas, claro, en especial los abusos de caza de ranas y de algunas aves por las comunidades locales, pero todos se consideraban controlables mediante la educación y la demostración de que los habitantes podrían sacar mucho más provecho del lago si la caza y la pesca estuviesen sometidas a manejo. Además, era evidente que las comunidades locales podrían asimismo beneficiarse del enorme potencial turístico del lugar, en especial si asociado al vecino Bosque de Piedras.
En aquellos días la contaminación era severísima, visible a simple vista, y ya se consideraba que afectaba hasta un tercio del lago, dependiendo del manejo de la represa. Los contaminantes llegaban, y siguen llegando en la actualidad, especialmente por el río Colorado. Los análisis del agua y de los sedimentos, en la época, revelaron concentraciones enormes de fierro y aluminio, y en menor proporción de cobre. Pero también existía, evidentemente, una diversidad de sustancias tóxicas adicionales. En los lugares donde la presencia de la contaminación era obvia la vida estaba ausente o era muy limitada.
Dos empresas eran responsables principales de esos daños. La Cerro de Pasco Copper Corporation, que además de la mina localizada en el distrito de Simón Bolívar, cerca al centro poblado de Paragsha, de donde viene parte del sedimento, también administraba la represa de Opamayo. La otra era y es la mina Huaraucaca de la empresa Brocal Fernandini, localizada en el distrito de Tinyahuarco. La primera mina fue adquirida por la empresa Volcan Compañía Minera S.A.A. Ya la Brocal Fernandini ahora se denomina Sociedad Minera El Brocal S.A.A. Se trata de explotaciones mineras muy antiguas, en especial la Brocal que ya era usada antes de la época incaica y que fue adquirida por Fernandini en 1880. Esta última empresa aumentó y diversificó muchísimo su actividad en décadas recientes. El tema de la represa es importante pues, si no existiese, la mayor parte de los sedimentos mineros que ahora se depositan en el lago, bajarían directamente por el río Mantaro y el lago sufriría mucho menos.
Cuando en 1975 se creó la Reserva Nacional de Junín se iniciaron conversaciones con los administradores de las minas y con las autoridades departamentales y del Ministerio de Energía y Minas para encontrar una solución. Una de las propuestas era alterar el régimen de la represa para reducir el reflujo de contaminantes. Estas negociaciones estuvieron a cargo de Carlos Ponce, por entonces director de conservación del sector forestal y, como bien se sabe, él era un hábil diplomático. Pero, el problema era muy complejo y no hubo acuerdos concretos antes de su retiro del Ministerio de Agricultura.
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Han transcurrido 45 años desde que la Reserva Nacional fue establecida. No solamente absolutamente nada ha cambiado, sino que todo está peor. La contaminación ha aumentado, tanto por la acumulación de sedimentos por décadas sino porque las emisiones anuales de contaminantes son mayores que en el pasado. La caza ilegal de ranas y de otras aves aumentó tanto que la rana de Junín y el zambullidor de Junín ya son considerados prácticamente extintos por la mayoría de expertos. Con la rana, que se ha intentado criar sin verdadero éxito, se ha perdido una gran oportunidad de aportes a la economía local y a la nutrición humana. Con el zambullidor se ha desperdiciado un atractivo importante para el turismo de avistamiento de aves.
Es evidente que la administración de esa Reserva, con buena voluntad y mucho esfuerzo, hace lo que puede en beneficio del lugar que debe cuidar. Pero administrar el patrimonio natural del país es más que hacer libros coloridos o inaugurar exposiciones fotográficas, incentivar la visitación, hacer estadísticas, organizar eventos, pronunciar discursos, mantener carteles, cobrar ingresos, perseguir infractores, apagar incendios y escribir informes y memorandos. Todo eso es importante y debe hacerse. Pero eso no es suficiente. Pareciera que el problema de la contaminación preocupa más a la alcaldía de Junín que al Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp), que es el principal responsable del cuidado del lago. En efecto, su alcalde reseña una serie de procesos y algunas sanciones ya aplicadas a empresas mineras las que, como es de esperar, no son acatadas.
Hay otro nivel de gestión de las áreas protegidas que corresponde a las autoridades de Lima, es decir a la jefatura del Sernanp. En efecto, es difícil de comprender y aceptar que, en más de cuatro décadas, el problema de la contaminación del lago, del que realmente depende la sobrevivencia de la Reserva, no fuera siquiera atenuado: ¿Qué gestiones ha realizado el Sernanp frente a las empresas mineras responsables o al Ministerio de Energía y Minas? ¿Existen propuestas concretas, por ejemplo, para el manejo de la represa? ¿Existe alguna denuncia legal formal contra las empresas contaminadoras? ¿Se ha hecho seguimiento de las mismas? ¿Se ha propuesto alguna medida legal para ordenar a las empresas resolver la contaminación sin afectar el lago? ¿Por qué no se exigen indemnizaciones financieras por los daños que la contaminación ocasiona? ¿Qué articulación existe entre el Sernanp y el Gobierno Regional, los provinciales y distritales, que se enorgullecen de tener el lago en sus territorios para resolver o amenizar el problema? Por ejemplo, la Sociedad Minera El Brocal S.A.A. se ufana, en su publicación en internet, de haber cumplido una serie de exigencias ambientales entre 1996 y hasta 2004, incluyendo certificaciones voluntarias[iv]. Cabe preguntar si el Sernanp ha analizado por qué, si todo eso es verdad, la contaminación continúa llegando al lago.
Por difícil que sea la gestión rutinaria de las áreas protegidas, lo realmente importante no puede ser soslayado. En el caso de la Reserva Nacional de Junín lo fundamental es lo que no se hace. Es decir, abordar de frente, con absoluta prioridad, el tema de la contaminación minera. Si ella continúa sin freno no vale la pena seguir cuidando “lo que queda” de ese lago, pues como lo recuerda el alcalde provincial, igual se va a perder todo.
El estilo de gestión epidérmica practicado en Junín, es decir, resolver año a año lo que es relativamente fácil mientras que se dejan “para después” los grandes problemas, los de fondo, se repite en muchas otras áreas naturales protegidas del Perú. Por ejemplo, en el Huascarán, ocurre eso con la minería ilegal y con el ganado vacuno; en Paracas y San Fernando, eso sucede con las múltiples formas de la “pesca artesanal” o, en Pampa Galeras, con la ganadería bovina en la zona reservada y con la falta de manejo de la vicuña. Y, claro, el mismo comportamiento de no enfrentar los verdaderos problemas es evidente con el tema de los guardaparques, que se pospone al infinito.
Es tiempo de que el Sernanp y el Ministerio del Ambiente desarrollen y cumplan esa otra agenda, mucho más compleja y bien menos atractiva, pero que es realmente transcendente si en verdad se trata de cuidar el patrimonio natural que la nación les ha encargado.
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*La sección “Debate Abierto” es un espacio de Actualidad Ambiental donde diversos especialistas publican artículos o columnas de opinión. Las opiniones son enteramente responsabilidad de los y las columnistas.
[i] https://www.sernanp.gob.pe/de-junin
[ii] http://www.actualidadambiental.pe/junin-lago-mas-alto-del-mundo-y-el-segundo-mas-grande-del-peru-es-contaminado-por-relaves-mineros/
[iii] Dourojeanni, M. et al.1968. Observaciones preliminares para el manejo de las aves acuáticas del Lago de Junín, Perú. Revista Forestal del Perú v. 2(2):1-40 https://www.academia.edu/6100825/Observaciones_para_el_manejo_de_las_aves_acuaticas_del_lago_de_Junin_Peru; Dourojeanni, M. 1968. El Lago de Junín como centro de un circuito turístico por las provincias de Huarochirí, Canta, Pasco y Junín. Revista Forestal del Perú v. 2(2):53-68
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