Historias de guardaparques: Enrique Atoche, soldado del Parque Nacional Cerros de Amotape
lunes 10 de junio, 2024
- “Si es que no estuviéramos aquí, protegiéndolo, este bosque ya hubiera sido destruido”, afirma uno de los guardaparques que ha dedicado más de 30 años de su vida a la conservación de nuestro patrimonio natural.
Escribe: Guillermo Reaño / Grupo Viajeros
“A mí lo que más me gusta de mi trabajo es la acción, no por las puras he servido a mi país en sus fuerzas armadas. Estoy muy bien preparado para defenderlo”, nos dice sin medias tintas Enrique Waterman Atoche Sánchez, 56 años, natural del distrito de Casitas, en Tumbes, y guardaparque del sistema nacional desde hace 33. Casi toda su vida la ha dedicado a cuidar los bosques de una región extrema en vida natural y paisajes espléndidos. A su edad, cuando otros servidores públicos piensan en el retiro, en los nietos que aguardan en casa o en el merecido descanso, dice tener cuerda para rato. Y que nada lo va a alejar por ahora, insiste, del Puesto de Vigilancia y Control Angostura del Parque Nacional Cerros de Amotape, su casa, la trinchera desde donde todos los días defiende las más de 150 mil hectáreas de un área natural establecida por el Estado peruano en 1975 para proteger la flora y fauna del Bosque Tropical del Pacífico y el Bosque Seco Ecuatorial de la llamada Región de Endemismo Tumbesina.
Don Enrique, padre de cinco hijos -de los cuales uno de ellos también es guardaparque en esta misma área protegida-, en sus largos años como guardián voluntario y oficial de estos bosques ha cumplido funciones en el Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes, el Coto de Caza El Angolo y la Reserva Nacional Tumbes, las tres áreas protegidas de carácter nacional que, junto a Cerros de Amotape, conforman el núcleo del mosaico de protección de la región Tumbes, una porción de nuestro territorio cuyos cauces fluviales, nacidos al otro lado de los Andes, fracturaron la cordillera hace miles de años para entregar sus aguas al océano Pacífico, formando a su paso ecosistemas ricos en endemismos de aves y otros seres vivos.
“Si es que no estuviéramos aquí, protegiéndolo, este bosque ya hubiera sido destruido”, alarga su relato el guardaparque. Y tiene razón: la creación del parque pudo detener la invasión del bosque seco y tropical que empezó a generarse con el incesante ingreso a mediados de la década del setenta de agricultores decididos a talar sus árboles con el propósito de ampliar sus cultivos. De allí que, al igual que en otras áreas naturales protegidas de nuestro país, existan -dentro del perímetro bajo protección estatal- asentamientos humanos con cuyos pobladores se tiene que dialogar constantemente para que se cumplan los objetivos de conservación previstos por la ley.
“No es fácil, tanto ellos como nosotros hemos tenido que ceder en nuestras posiciones iniciales y hacernos entender. Hoy, lo puedo asegurar, después de los patrullajes conjuntos que hacemos con la población, la Fiscalía y la Policía Nacional, los traficantes de tierras y los taladores ilegales se han tenido que retirar para que el bosque se mantenga, así como lo ven: intacto, lleno de vida”.
En un recorrido por la quebrada Angostura hacia el circuito ecoturístico de la catarata El Huarapal, primero, y luego por la quebrada Cabuyal hacia el Área de Conservación Regional Angostura Faical, otro milagro de los bosques de Tumbes bajo protección, se puede apreciar el buen estado de los manchales de algarrobos, faiques, ceibos y hualtacos que los guardaparques del Sernanp protegen en coordinación con los técnicos de AIDER, la organización privada encargada de ejecutar el contrato de administración que el Estado firmó para gestionar de manera conjunta y participativa el Parque Nacional Cerros de Amotape.
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Juntos por la salud de nuestros bosques
Como bien señala Enrique Atoche, la legislación ambiental peruana permite la tercerización del manejo y administración de un área natural protegida por parte de una entidad particular que se compromete, por contrato, a ejecutar actividades que benefician la gestión pública de las áreas bajo su control.
La Asociación para la Investigación y el Desarrollo Integral (AIDER), una organización líder en conservación ambiental fundada en 1986, es el ente ejecutor de tres contratos de administración que le permite cogestionar con el Estado peruano el Coto de Caza El Angolo, la Reserva Nacional Tumbes y el Parque Nacional Amotape.
“Nuestras condiciones de trabajo han mejorado notablemente desde que Aider asumió sus compromisos en la cogestión del área. Recibimos su apoyo técnico y también el logístico”, comenta Atoche. Ya pasó el tiempo, y antes los guardarques tenían que salir a patrullar con uniformes raídos, calzado inadecuado y sin las herramientas de trabajo que su labor requería. Sin embargo, ahora Enrique conduce una moto lineal en buen estado para llegar a tiempo a los distintos puestos de vigilancia. Además, las instalaciones del puesto de control donde labora han sido mejoradas y el personal recibe capacitaciones permanentes en temas referidos al turismo, una de las actividades que más demanda tiene en este sector del área protegida.
“El turismo ha crecido mucho por aquí, todos los fines de semana nos visitan familias enteras y lógicamente a todas tenemos que brindarles un buen servicio. No es fácil, tenemos que duplicar nuestras energías”, agrega Atoche. Esa es otra de las novedades que se puede observar en Tumbes: sus quebraditas, sus cuerpos de agua, y los bosques cercanos a las vías de acceso a sus áreas naturales están llenos de peruanos y peruanas deseosos de vivir experiencias inolvidables en la naturaleza que les ha tocado cuidar.
Y allí hay un reto más para Atoche y sus compañeros de trabajo: se trata de garantizar que esta visita sea adecuada y propicia en espacios tan frágiles como la de los bosques secos y tropicales de Tumbes. Es clave la tarea que le toca cumplir a este esforzado soldado de la conservación, a este joven que pronto habrá de cumplir los sesenta abriles cuidando el territorio donde nació y donde espera ver crecer a sus suyos.
“Me siento orgulloso de mi hijo Cristian, que sea guardaparque como yo y como de alguna manera los fueron mis padres. Que trabaje a mi lado cuidando este patrimonio, me da mucha satisfacción”, aclara Atoche, quien resalta ya van tres generaciones de su familia que protegen el futuro que le pertenece a sus nietos y a los hijos de ellos.
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Notas:
- La Región de Endemismo Tumbesina, que compartimos con el suroccidental de Ecuador, es una de las cuatro zonas de endemismo de aves más importantes del planeta. En el Perú se extiende desde Tumbes hasta La Libertad y se estima que la habitan 800 especies de aves, lo que representa el 8 % de especies de aves del planeta, de las cuales 59 son endémicas; es decir, solo habitan en esta región. El Parque Nacional Cerros de Amotape alberga la muestra mejor conservada de la Región de Endemismo Tumbesina.
- En el interior del Parque Nacional Cerros de Amotape se han registrado 320 especies de aves, 85 de mamíferos, 28 de anfibios, 44 de reptiles y 404 especies de flora.
- El proyecto “Guardianes, crónica de guardaparques en el Perú” es una iniciativa del Grupo Viajeros impulsada por el Sernanp y diversas organizaciones de la sociedad civil y el Estado que tiene como objetivo poner en valor el aporte y el legado de los guardaparques del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas.
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