- Madre e hija trabajan para mantener el bosque y, con ello, logran conservar el agua en San Martín. Además, juntas incentivan a los demás miembros de su comunidad a reforestar y recuperar sus áreas boscosas.
Hilda Hernández Izquierdo es una agricultora familiar que vive en Jorge Chávez, un caserío en el distrito de Jepelacio, provincia de Moyobamba (San Martín). Ella nació en la provincia de San Miguel, una de las trece que conforman el departamento de Cajamarca. De sus padres aprendió a trabajar la tierra para sembrar y cosechar café, y en su escuela conoció la importancia de los árboles para conservar el agua, un conocimiento que quedaría grabado en ella para siempre.
Cuando tenía 16 años, Hilda emigró con sus padres a la región San Martín en búsqueda de mejores oportunidades y se asentaron en la localidad de Jorge Chávez, una zona idónea para los cultivos de café.
Hilda creció, se casó y tuvo una hija, Elena Carhuatanta Hernández, quien se convirtió en su razón de vivir. Lamentablemente su esposo falleció años después, y ante la pérdida de toda su cosecha de café por la plaga de la roya (enfermedad causada por el hongo Hemileia vastatrix) del 2012, tomó la decisión de mudarse a Lima con su pequeña.
En la capital, le costó mucho a Hilda poder trabajar, sostener y educar a su hija. Además, el clima frío y húmedo, no se comparaba con el cielo y los bosques de San Martín. Con el paso de los años, Elena decidió estudiar ingeniería ambiental en la Universidad Nacional de San Martín, en Moyobamba. Esto marcó la oportunidad para que ambas pudieran regresar a Jorge Chávez.
Sin embargo, luego de 12 años, el bosque que ella recordaba ya no era el mismo.
“Antes todo era montaña, había gran cantidad de aves, toda clase de animales, y ahora que lo han tumbado, ya no vienen, solamente cuando va a llover se les ve un poco”, menciona Hilda.
Además, la situación le preocupa mucho, ya que ella había aprendido que, si se destruían los bosques, podrían secarse sus fuentes de agua. Ante esta situación, Hilda se alió con una profesora del colegio en su caserío, para enseñar a otros vecinos, la importancia de mantener los árboles en pie, especialmente cuando existen arroyos y ojitos de agua (fuentes de agua natural).
“Nosotras decimos a nuestros compañeros, que siembren a los cantos del agua y que no se debe cortar para que no se vaya a secar. Ahora, poco a poco, los vecinos están entrando en razón, pero antes se molestaban”, nos cuenta Hilda.
Madre e hija comprometidas con la conservación de los bosques
Elena culminó sus estudios en la universidad y, como ingeniera ambiental, trabaja con comunidades cercanas a Moyobamba, fortaleciendo las capacidades de familias productoras de café y de cacao para el incremento de su productividad, conservando los bosques.
Hilda cuenta con una hectárea de bosque, el cual atesora ya que ahí nace una fuente de agua natural que la abastece. “Los arroyos de agua no lo tumbamos tampoco, ahí tenemos nuestro bosquecito, ese bosquecito no lo tumbo, solo lo que fue necesario para mi casita, y para sembrar algunas cosas, como mi yuca, mi zanahoria, incluso a veces vienen los animales a comer ahí platanitos, llega majaz, añuje, tucanes”, nos menciona, “también vienen hasta mi casa, los ositos perezosos, se quedan en la purmita comiendo, por eso queremos conseguir más árboles para que los animalitos regresen. Ahora hemos sembrado amasisa, guayaquil, bambú, porque son especies que no dejan secar el agua”.
El compromiso de Hilda, no queda solamente en su propia parcela, sino que también, junto a Elena arman plantones de árboles para entregar a los vecinos y que ellos puedan recuperar sus áreas boscosas.
“Nosotras amamos a la montaña, por ahí vamos buscando frutos y semillas para hacer almácigos y repartirles por ahí a los vecinos, les digo que siembren, como le ven bonito, ya se animan y le siembran. Mi vecino, por ejemplo, me ha dicho que ya no va a tumbar su bosque, lo ve a dejar, porque ya entendió que de eso depende el agua para mañana”.
Hilda nos cuenta que la quebrada que atraviesa su caserío ha bajado su cauce y que el calor también es mucho más fuerte. “Lo que más me gusta es la reforestación. Acá, por ejemplo, tengo mis dos moenas, cuando está más fuerte el sol, ahí me proporciona sombra, es más fresco. En mi casa, mis animales se van a mis árboles que he sembrado a tomar sombra”.
La tarea de reforestar aún no termina para Hilda, ella continúa animando a sus vecinos y aprendiendo sobre sistemas agroforestales.
“Ahora ya están haciendo caso, están sembrando más árboles y ya no persiguen a los animales, así se roben su cosecha, ya les dejan libres… Si ponemos empeño, sí podemos”, nos comenta.
Datos:
- Hilda Hernández es integrante del “Grupo Agroforestal de Jorge Chávez” conformado con el apoyo de CIFOR – ICRAF en el marco de un trabajo de coaprendizaje en opciones de agroforestería y buenas prácticas de manejo de los recursos que se desarrollan junto a los proyectos PARA y AgroFor.
- El Proyecto AgroFor es implementado en consorcio por el Instituto Global para el Crecimiento Verde (GGGI), el Centro Internacional de Investigación Agroforestal (ICRAF) y la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), con apoyo de la Iniciativa Internacional de Clima y Bosques de de Noruega (NICFI).
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