Escribe Manuel Ruiz / Director del Programa de Asuntos Internacionales y Biodiversidad – SPDA
A propósito de recientes artículos que muy oportunamente resaltan (una vez más) la necesidad imperiosa de canalizar recursos públicos y privados a la investigación y el desarrollo, proponemos dos ideas que podrían también contribuir a este debate.
La primera está asociada a contar con un marco normativo que genere los incentivos adecuados para invertir en investigación, capacidades tecnológicas y desarrollo. Un ejemplo notable de un antes y después en materia de promoción de la investigación, lo constituye la Bayh-Dole Act (Ley) de 1980 en los EEUU. Esta norma permitió a la inversión privada norteamericana participar activamente en la investigación pública (especialmente en materia de biotecnología y tecnología de la información) y hacerse de derechos de propiedad intelectual sobre la innovación generada desde este sector. Más allá de las lecturas diversas sobre los efectos de esta ley, lo cierto es que hubo un avance muy notorio y una consecuente explosión de las iniciativas público/privadas para generar tecnologías asociadas a la producción y desarrollo de bienes tecnológicos para la sociedad.
Una segunda idea, tiene que ver con centralizar y potenciar un núcleo básico de investigación y desarrollo a partir de su ubicación física en un único lugar. Silicon Valley (en California) y la Ciudad del Saber (en Panamá) son dos ejemplos que destacan. En ellos se centralizan las principales capacidades de investigación tecnológica de estos países. En el caso de EEUU en materia de tecnología de la información y la biotecnología y en el caso de Panamá, en el campo de la biología molecular y ciencias naturales.
En el caso del Perú, no se trata de olvidar y descuidar la investigación en las regiones, sino aprovechar un espacio donde ya se encuentran en la práctica varios laboratorios importantes donde es posible hacer investigación, especialmente en el campo de la biología molecular. El Centro Internacional de la Papa, los laboratorios del Servicio Nacional de Sanidad Agraria y de la Universidad Nacional Agraria La Molina, se encuentran todos ubicados en una zona de Lima que podría convertirse en un núcleo centralizado de investigación, tecnología de avanzada y desarrollo.
Complementando estas capacidades instaladas, invirtiendo en recursos humanos (maestrías y doctorados) y articulando la investigación que se hace en diferentes instituciones con las necesidades de desarrollo del país, puede ser un primer paso para potenciar la investigación y el desarrollo en el país.
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Fotografía Thomas Müller / SPDA
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Valiosas ideas que añaden a la construcción de una propuesta de consenso. Sin embargo, quisiera llamar la atención que los ejemplos propuestos (Silicon Valley, Bayh-Dole Act, Ciudad del Saber) están inmersos en un paradigma o modelo de vida en el cual las patentes, el beneficio corporativo, la carrera por llegar primero al algoritmo revolucionario o la biomolécula salvadora bloquean el proceso de innovación y ponen un alto precio a los productos generados.
Creo que los fondos públicos deben priorizar procesos de generación de conocimientos (y tecnologías) transparentes y que estén disponibles a la mayor cantidad posible de personas con el menor costo posible.
Lamentablemente, aun tenemos una administración pública con poca capacidad para responder a las necesidades arriba expuesta y fácilmente manipulable por los lobbyes corporativos.
De un importante sector de la academia nacional, queda pendiente la tarea de como integrar las ideas que emergen de iniciativas como el Science Commons, Free Software Foundation o One computer for a Child en la construcción de un modelo de investigación que refleje mas el interés público que el lucro a corto plazo.