- Los bofedales, que representan el 3% del planeta, son ecosistemas que regulan, almacenan y filtran el agua en las zonas altas. Pese a su importancia, aún no existe un marco legal que los proteja.
Un reciente reportaje de Ojo Público resalta el atentado que sufren a diario los bofedales de la sierra de Lima por parte de personas que extraen la cobertura vegetal de estos ecosistemas para venderlos como abono o tierra orgánica usados en jardines de las ciudades. Este sistema de depredación, que no se detuvo durante la cuarentena, hoy es una gran amenaza para estas zonas que regulan y almacenan importantes recursos hídricos.
Uno de los lugares afectados es Santiago de Carampoma, provincia de Huarochirí, en la sierra de Lima. En este lugar, el bofedal Milloc es víctima de los “champeros”, quienes llegan en camiones a llevarse la cobertura vegetal que poseen (champa), cortándola en cuadrantes y dejando solamente tierra.
Según el reportaje, “en la última década, la invasión a los terrenos comunales para extraer la tierra y vegetación de estos humedales se ha hecho cada vez más frecuente. Varios campesinos han tratado de disuadirlos e, incluso, los han denunciado en las comisarías de Matucana y Santa Eulalia. Pero, al cabo de unos días, los champeros regresan y la historia se repite”.
Al igual que Santiago de Carampoma, existen otras áreas de la sierra donde se realiza esta actividad. Un estudio del Consorcio para el Desarrollo Sostenible para la Ecorregión Andina (Condesan), identificó que en la cuenca de los ríos Chillón, Rímac, Lurín y Mantaro, ya hay alrededor de 2637 hectáreas de bofedales degradadas.
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¿Qué se está perjudicando?
Además de la extracción de champa, otras amenazas que enfrentan los bofedales son el sobrepastoreo; el desvío del agua subterránea para alimentar canales de riego, hidroeléctricas y minas; o la construcción de vías terrestres sin un adecuado estudio ambiental.
Según la geógrafa Daniella Machuca, en Santiago de Carampoma, entre 2005 y 2016, se habían perdido 8.41 hectáreas a causa del champeo. Es decir, una cantidad equivalente al 16.11% del humedal Milloc.
Boris Ochoa, hidrólogo e investigador asociado del Imperial College de Londres, manifestó a Ojo Público que hay una interdependencia entre la vegetación, la tierra y el agua del bofedal. Y, cuando están en equilibrio, pueden regular el flujo hídrico cuenca abajo, además de mejorar la calidad del agua, pues funcionan como filtros naturales.
“Son como una esponja que almacena agua cuando hay un excedente y la liberan cuando hay un déficit”, explicó el investigador. Con esta función no solo evitan inundaciones y huaicos durante la época de lluvias, sino que contribuyen a la disponibilidad de agua durante los meses más secos, y ayudan a retener este recurso que se derrite de los glaciares.
El reportaje también resalta que este tipo de suelos solo representa el 3% de la superficie del planeta, pero almacena el 19% del carbono presente en los suelos. Por ello, aunque su presencia no sea tan notoria en comparación a praderas o desiertos, su valor ambiental es decisivo.
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Vacíos legales
Los bofedales y turberas existen en todo el mundo. En el caso de los Andes, tienen 7900 años de antigüedad, en promedio. En 2014, un estudio de la Michigan Technological University comparó las turberas altoandinas con las de Colorado, en Estados Unidos. Así, el ecólogo e hidrólogo forestal Rodney Chimner detectó que las andinas eran más profundas, y que algunas de ellas almacenan más de tres mil toneladas de carbono por hectárea. Una capacidad mayor, todavía, que la de la selva amazónica.
Pese a su importancia, la afectación de estos ecosistemas continúa sobre todo porque existen vacíos legales. Según la bióloga Beatriz Fuentealba, el Perú forma parte de la Convención Ramsar (tratado para la conservación de humedales de importancia internacional) y contempla la depredación de flora y fauna silvestre como un delito, sin embargo afirma que los bofedales requieren un marco regulador específico.
La importancia de estos espacios no está contemplada en las leyes locales, no hay un delito en el Código Penal ni a nivel normativo que los mencione, aunque son considerados como un área frágil por la Autoridad Nacional del Agua.
“Ecosistemas como este, ameritan la protección bajo un régimen especial, pero eso no se refleja en el ámbito penal ni administrativo. Sin eso, las autoridades fiscalizadoras no pueden ejercer un control”, precisó Fátima Contreras, abogada de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA).
Según Ojo Público, ante este problema, el Ministerio del Ambiente (Minam) está evaluando un proyecto normativo que busca proteger a los humedales y ordenar las competencias de las autoridades que intervienen en su gestión. Esta propuesta se habría iniciado a trabajar a principios de año, pero hasta la fecha no se han conocido los avances.
[Lee el reportaje completo aquí]
DATO:
- El reportaje contó con el apoyo del proyecto «Infraestructura Natural para la Seguridad Hídrica», que tiene como objetivo promover la protección, recuperación y mantenimiento de la infraestructura natural para asegurar el abastecimiento de agua en regiones estratégicas en el Perú. Es implementado con el apoyo de USAID y el Gobierno de Canadá.
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