Por Milton López Tarabochia
La conservación ambiental debe ir de la mano con el desarrollo de un país y para eso deben existir vías de financiamiento eficaces que aseguren esa inversión, dijo Pedro Solano, director ejecutivo de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), durante la presentación del libro Opciones Innovadoras de Financiamiento de la Conservación en agosto pasado, en Lima, capital del Perú.
La investigación citada tiene como objetivo visibilizar los mecanismos que existen en la actualidad para invertir en conservación ambiental, así como precisar cómo se pueden mejorar, y qué otros caminos aún no se incluyen en este campo financiero conocido como “inversión verde”.
Entre las actividades que están vinculadas a la conservación ambiental encontramos, de acuerdo al estudio citado, el financiamiento para la creación de áreas protegidas, ya sean de carácter público o privado; la práctica de ecoturismo; la inversión en agricultura sostenible que aproveche productos locales; y en general, el aprovechamiento de los de Mecanismos de Retribución por Servicios Ecosistémicos (MRSE) como REDD (Reducción de Emisiones derivadas de la Deforestación y la Degradación de los bosques), entre otras vías.
“El principal beneficio que tiene la inversión en conservación ambiental, es que dicha actividad extiende, a diferencia de otras, los beneficios del mercado a las poblaciones que las necesitan de manera directa”, explicó Samín Vargas, del Programa de Conservación de la SPDA, y coautor del libro junto a Carlos Trinidad.
Pedro Solano de la SPDA manifestó que es importante que el Perú tenga como prioridad el desarrollo de mecanismos de financiamiento en conservación ya que el Gobierno actual, del presidente Pedro Pablo Kuczynski, tiene como objetivo incluir al Perú a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que reúne a las mayores economías de mundo, y donde se tiene a la inversión sostenible como una política permanente, según su marco de políticas publicado en junio del 2015.
Otro suceso importante, que condiciona al Perú a promover la inversión en conservación ambiental, es la Conferencia de las Partes 21 (COP21), en donde dicho país se comprometió a una economía competitiva y baja en emisiones de carbono, agregó Solano.
En el contexto latinoamericano, al Perú le falta avanzar en inversión de la conservación, en especial en áreas naturales protegidas, de acuerdo a la investigación de la SPDA. Un claro ejemplo es el informe del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD por su sigla en inglés) del 2010, citado por el estudio, en donde se detalla que el Perú ocupa el puesto número 16 en gasto público para áreas naturales protegidas, en una lista de 19 países de América Latina.
Principales beneficios
La investigación publicada de la SPDA divide en dos tipos los principales beneficios de invertir en conservación de la biodiversidad en el Perú: cuantitativos y cualitativos.
En el primer rubro está la preservación del patrimonio natural de fauna y flora que, a la vez, sirven de medio de subsistencia para comunidades locales; y el aseguramiento de recursos ecosistémicos, entre los que encontramos al agua. De acuerdo a la información actualizada al 2017 del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas del Perú (Sernanp), el 80% de las cuencas hidrográficas del Perú están en Áreas Naturales Protegidas (ANP), entre otros beneficios.
En el caso de los beneficios cuantitativos, hallamos puntos positivos relacionados al incremento de la economía nacional y la reducción de la pobreza. Para el año 2013, de acuerdo al Estudio de Beneficios Económicos y Sociales del 2015 del Sinanpe (Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado) se generó hasta 89 millones de soles con el aprovechamiento de pastos, productos maderables o no maderables en diferentes áreas naturales protegidas como las macroalgas en la Reserva Nacional Paracas, la kiwicha o la quinua en Reserva Paisajística Sub-Cuenca de Cotahuasi, los frutos de la castaña o el aguaje en la Reserva Nacional Tambopata, entre otros.
Los beneficios no acaban allí. También están las ganancias económicas que provienen de la conservación de bosques, en especial, de la selva baja y alta. “La deforestación evitada por la existencia de las ANP alcanza las 2 978 461 toneladas de carbono, con un precio por tonelada de CO2 almacenado de 4.9 dólares de EE.UU.; el valor potencial de carbono que las ANP dejaron de emitir alcanza 15 millones de dólares estadounidenses, equivalente a 37 millones de soles”, se detalla en la investigación de la SPDA.
Si sumamos a los montos señalados, los beneficios de la agricultura y del turismo, para el 2013 las ANP produjeron un beneficio económico total de 764 millones de soles (235 millones de dólares de EE.UU. en promedio).
“Las principales fuentes de financiamiento para la conservación de la biodiversidad es el Estado y la cooperación internacional. La empresa privada también es un aliado, pero potencial. Necesitamos que esté igual de comprometido y ahí es donde se deben brindar nuevos mecanismos de inversión, además de mejorar las ya existentes”, agrega Samín Vargas.
Existe una brecha en financiamiento de conservación ambiental en el Perú de hasta 18 millones de soles (más de 5 500 millones de dólares de EE.UU.), según la investigación de la SPDA.
Álvaro Valencia, funcionario del Ministerio de Economía y Finanzas del Perú, afirmó que la importancia de la inversión privada para el financiamiento en conservación es aún más importante en un contexto en que la renta del Perú ha crecido y a nivel internacional se le está dejando de considerar “un país pobre”. “La cooperación internacional está dejando de invertir en el Perú. Así que es necesario buscar nuevas formas de financiamiento como el sector privado”, manifestó durante la presentación del estudio.
Opciones innovadoras
Según la ficha de Puntaje de Sostenibilidad Financiera para los Sistemas Nacionales de Áreas Protegidas del año 2010 y 2015, elaborada por el PNUD, existen dos grandes problemas en los mecanismos de financiamiento ambiental en el Perú: la limitada diversificación en las fuentes de ingresos y un bajo nivel de implementación en los mecanismos de retribución por servicios ecosistémicos.
Además de ello, de acuerdo al mismo informe del PNUD, se concluye, así como se observa cifras arriba, que la principal fuente de ingresos de las ANP provienen del Gobierno central, y luego, en menor medida, están los ingresos por parte de los visitantes y otros mecanismos como la cooperación internacional.
Es así que se proponen nuevas vías en financiamiento ambiental como el involucramiento del sector privado en la conservación, lo cual ya se ha ido promoviendo, se afirma en la investigación. “La inversión en conservación en Latinoamérica ha crecido en casi 400%, pues ha pasado de 107 a 538 millones de dólares de EE.UU. entre el 2013 y el 2015”, se precisa. Los bancos de mitigación de gases y el programa REDD+ serían las estrategias más practicadas.
También se propone la mejora de herramientas fiscales ya existentes. “Una de las opciones para incrementar los ingresos de la conservación es aprovechar opciones impositivas, ya sea a través de impuestos predeterminados, como políticas de incentivos (exoneraciones, gastos deducibles, créditos, entre otras)”, se recomienda en el estudio.
Otros mecanismos serían la contención de costos en conservación y la creación de mercados. Por ejemplo el Estado, apunta el estudio, debe incrementar el crédito verde o el acceso a la tecnología para la generación de productos sostenibles obtenidos de las áreas de conservación privadas, regionales y las áreas naturales protegidas.
Roxana Barrantes, profesora principal de economía en la Universidad Pontificia Católica del Perú (PUCP), opinó que todos los mecanismos innovadores señalados serán tomados en cuenta por el Estado cuando, de forma intersectorial, se considere a la conservación como un bien público tan importante como la salud y la educación. “Lo particular con la conservación es que no es una actividad económica que se resuma al clásico costo y beneficio, su ganancia demora, pero sus beneficios son múltiples como el desarrollo social, la adaptación y la mitigación del cambio climático, entre otros”, explicó.
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