La quina: el árbol nacional que pocos peruanos han visto de cerca

miércoles 26 de julio, 2017

Escudo Nacional. Diseño: Otto Alegre / SPDA

Por Jaime Tranca / jtranca@spda.org.pe

 

Malpaso es un caserío del distrito de Tinco, provincia de Carhuaz (Áncash), que hace poco destacaba no solo por sus hermosos paisajes, clima templado y sabrosa gastronomía de la sierra, sino también porque fue un paradero obligatorio para turistas nacionales y extranjeros que recorrían el Callejón de Huaylas. En Malpaso, los agentes turísticos llevaban a los visitantes a conocer de cerca el árbol de la quina, nuestro árbol nacional que figura en el Escudo, junto a la vicuña y la cornucopia.

Si en Google buscamos la imagen de un árbol de la quina, entre las primeras propuestas aparece la fotografía de uno ubicado en Malpaso, un ejemplar copioso, alto y lleno de vigor, que incluso lucía un letrero del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, donde figuraba el nombre científico de aquel histórico árbol que salvó del paludismo y malaria a millones de personas. Sin embargo, para decepción de los turistas -que se tomaron las respectivas fotos para el recuerdo- y de las autoridades que promocionaban con orgullo a este gran vegetal, este no era quina, sino una especie de ficus.

Este árbol no es quina, sino ficus. Se ubica en Malpaso, Carhuaz, y por algunos años se le confundió con nuestro árbol nacional. Foto: Andina

Esta mala noticia para Malpaso fue confirmada en el 2012, por los investigadores de la Expedición Científica “Por las rutas del árbol de la quina”, luego de que la misma Dirección de Cultura de Áncash envió muestras de hojas a la ciudad de Trujillo para los respectivos estudios. Roque Rodríguez, uno de los investigadores, fue el encargado de evaluar las hojas que llegaron desde Áncash.

Este sí es un árbol de la quina, ubicado en Kañaris (Lambayeque). Foto: INIA

Roque Rodríguez no demoró mucho en darse cuenta de que las hojas de dicho árbol no correspondían a la quina, ya que estudia esta especie más de diez años. Su primer acercamiento a esta especie fue por casualidad, cuando trabajaba como tecnólogo médico en el Hospital General de Jaén (Cajamarca). Según indica, los pacientes enfermos de paludismo o malaria le contaron que, para curarse de dichos males, se trataban con medicina natural elaborada con la corteza de un árbol que crecía cerca de un centro poblado.

El investigador se interesó por este remedio natural y, luego de emprender un largo trayecto en bus y a pie, llegó al lugar donde se extraía esta corteza y se dio con una sorpresa: a este árbol lo llamaban ‘cascarilla’, otro nombre que se le da a la quina (Cinchona officinalis). El centro poblado, además, se llamaba La Cascarilla, sin embargo la población no tenía idea de que se trataba del mismo árbol que figuraba en el Escudo Nacional, símbolo patrio que en sus entrañas lleva esta especie desde 1825, por mandato de Simón Bolívar, para rendir homenaje a nuestra riqueza vegetal.

Si bien en La Cascarilla ignoraban que estaban tan cerca del famoso árbol, no desconocían sus propiedades, gracias a los conocimientos tradicionales que pasaron de generación en generación. Incluso su madera era muy valorada, y un ejemplo de ello es que la mayoría de las casas poseen vigas hechas con esta especie.

A diferencia de la mayoría de peruanos, ellos sí han tenido la suerte de ver un ejemplar de cerca, frente a frente, pese a que quedan pocos en el Perú, y estos lamentablemente no están en Áncash, por lo que las supuestas fotografías del árbol en Malpaso que aparecen en diferentes páginas web, o en los muros de Facebook de cientos de turistas, deberían tener un pie de página que explique el error que se cometió durante algunos años.

El hábitat natural

Bosques de neblina, hábitat natural del árbol de la quina. Foto: INIA

La quina crece en los bosques de neblina, entre los 1200 a 1800 metros sobre el nivel del mar, según nos explica el ingeniero forestal Alejandro Gomez, director del proyecto denominado “Restauración y manejo del ecosistema del árbol de la quina”, del Instituto de Innovación Agraria, desarrollado en el bosque de neblina Upaypiteq, en el distrito de Kañaris, provincia de Ferreñafe (Lambayeque).

Alejandro Gómez (izquierda) y su equipo verifican el crecimiento de unos ejemplares de quina. Foto: INIA

En dicho lugar, ideal para la reproducción de esta especie –explica el especialista–, se conserva una de las mayores muestras de quina en su hábitat natural. En Upaypiteq existen entre 15 mil a 18 mil hectáreas de bosque no perturbado, y en una hectárea se puede encontrar entre 25 a 30 árboles de quina (o cascarilla) roja, amarilla, verde o negra.

El árbol de la quina puede alcanzar los 30 metros de alto y su tallo principal 1.2 metros de ancho a la altura del pecho. Además, sus flores son de un olor agradable, y sus hojas anchas suelen pasar de un color verde a rojizo.

Otras regiones que aún conservan esta especie, además de Cajamarca y Lambayeque, son Piura (Ayabaca) y Apurímac (zona del VRAEM) -en esta última, los indígenas asháninkas conocen a este árbol con el nombre de ‘potori’-, también está presente en Junín (La Merced), Huánuco (Tingo María) y Puno (parte selva).

“La quina es nuestro árbol emblemático, de importancia histórica, cultural y medicinal del país, pero la mayoría la desconoce. Incluso muchos confunden con la quinua. Es más, cada región tiene su propia confusión. En Lambayeque nos decían que el árbol en el Escudo era el algarrobo, en la selva decían que era la caoba, incluso nos han dicho que era la coca”, afirma Gómez.

El interés del ingeniero Gómez por este árbol, nació cuando trabajaba en el VRAEM. Según comenta, ahí enfermó de fiebre, pero se curó cuando los indígenas asháninkas le dieron un brebaje a base de ‘potori’ (quina). Desde entonces, trabaja investigando y promoviendo el valor de este árbol. Su deseo, al igual que el de Roque Rodríguez, es que la quina esté plantada en cada colegio, parque, posta médica o institución del país -si el clima es favorable- para que los peruanos puedan reconocerla y apreciarla.

Una planta exigente

La quina es una planta ‘difícil’ de reproducir si es que no está en zonas como la ceja de selva, según Guillermo Gonzales, ingeniero forestal que también llegó a Malpaso y se sorprendió cuando las mismas autoridades de Áncash afirmaban que el famoso árbol de la zona era quina. “Incluso los ingenieros agrónomos, con libro en mano, juraban que se trataba del árbol que está en nuestro Escudo”, comenta.

Gonzales señala que en la anterior gestión municipal de Lima, había un interés por sembrar la quina en todos los parques zonales y por ello se hizo una investigación para saber si se podía naturalizar a esta especie, pero el resultado fue negativo, no era su altura, no era el suelo, el agua de la capital no era el adecuado.

“Existe una falta de conocimiento de nuestras especies, desde las propias autoridades, hasta los ciudadanos. Por ejemplo, creemos que la trucha es peruana, cuando es más bien una plaga que se ha comido toda la fauna ictiológica del Perú. O creemos que la retama es de este país, incluso tiene canción y película, pero no, no es peruana, sino de África”, resalta el ingeniero.

Sobre los intentos de reproducir el árbol en otras latitudes, Roque Rodríguez cuenta que plantó este árbol en distintos lugares de Trujillo, incluso en el Jardín Botánico de la ciudad, pero la planta murió por diversos motivos, entre ellos el suelo salinizado, la falta de cuidado o simplemente porque no se le dio la debida importancia. En el Jardín Botánico, incluso, un pavo se había comido a un pequeño ejemplar.

Roque Rodríguez muestra un ejemplar de quina en sus primeros meses. Foto: Jaime Tranca / SPDA

Pero ello no desanima a Roque, más bien lo anima a seguir investigando. En varios rincones de su casa en Trujillo tiene pequeños ejemplares de quina que han germinado con un minucioso cuidado. Incluso, nos enseña un frasco transparente donde demuestra que las hojas de quina también rebrotan.

“La quina ha salvado y seguirá salvando miles de vidas en el mundo. Sin embargo, siglos tras siglos y los peruanos aún desconocemos este importante árbol”, lamenta.

“Hace 12 años, la quina estaba considerada en peligro de extinción. Antes que se cumpla el Bicentenario, la propuesta que planteamos es que el árbol esté en todas las regiones posibles del país, como ha existido antes”, afirma Roque Rodríguez que en el 2016 fue reconocido por la Universidad Nacional de Trujillo debido a su trayectoria de investigador y promotor de esta importante especie.

Mientras peruanos como él trabajan para repoblar la quina, las amenazas a esta crecen. Al igual que muchas especies, es depredada por la ampliación de la frontera agrícola, la instalación de especies exóticas (eucaliptos y pinos) o los incendios forestales. Además, a ello se suma el desconocimiento de esta especie por parte de los agricultores o de quienes lo aprovechan para fines medicinales. Pocos saben cómo sembrarla, pero ya se están haciendo los esfuerzos.

Rebrote y flor de quina. Fotos: INIA

¿Qué falta?

Roque Rodríguez indicó que en el Congreso existe una propuesta para declarar de necesidad pública e interés nacional la “Protección, Propagación y Reforestación del árbol de la Quina”, por considerarse parte del símbolo emblemático del Perú y estar en peligro de extinción.

“Nosotros estamos solicitando a todas las autoridades del Congreso de la República, la aprobación del proyecto de ley 2013/2012-CR, donde se encarga a todas las autoridades del Estado a dar la real importancia que merece nuestro árbol nacional. Además se resalta que es necesario el aporte económico estatal para seguir con estas investigaciones”, explica.

Esta iniciativa nació en la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos, Ambiente y Ecología. El proyecto de ley tuvo un dictamen aprobado en noviembre de 2014, pero no fue discutido en el Pleno. Roque considera que la aprobación de esta norma será de gran ayuda para recuperar este árbol a nivel nacional.

Guillermo Gonzales muestra la foto del ficus confundido con la quina, además del Escudo que figura en Palacio de Gobierno, en donde el árbol que representa a la quina se parece más a un ficus. Foto: SPDA

Para Guillermo Gonzales, es necesario un plan de protección del material genético de esta especie, sino estaría destinada a desaparecer. “Tiene que haber un programa de mejoramiento genético, de identificación de zonas de los últimos árboles plus para que sean mapeados y protegidos, además debería figurar entre las especies en peligro de extinción, pero no aparece, por eso no salen políticas de protección, porque no figura como una especie amenazada”, señala el ingeniero.

Finalmente, Alejandro Gómez informa que existe una “Estrategia nacional para la conservación del árbol de la quina”, elaborado por el Ministerio del Ambiente (Minam) y el Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri), pero esta aún no ha sido validada por los sectores.

Asimismo, considera que si -según los compromisos nacionales que el Perú tiene al suscribir el Acuerdo de París- nos comprometimos a restaurar 3.2 millones de hectáreas de bosques al 2020, “¿por qué gran parte de esa reforestación no es con el árbol de la quina?”.

“Este árbol salvó millones de vidas, pero ahora libra su propia batalla para poder sobrevivir”, apunta Gómez.

 

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