Fernando Momiy: “Cuando decimos ‘agua es vida’ tenemos que ir más allá del cliché y construir políticas públicas”
miércoles 27 de marzo, 2019
En la siguiente entrevista, Fernando Momiy, director del proyecto Infraestructura Natural para la Seguridad Hídrica*, reflexiona sobre el presente y futuro de Sedapal, los problemas relacionados a la gestión del agua en el país y la necesidad de promover proyectos de infraestructura natural.
¿Cuáles son los principales desafíos que afronta el país en torno al abastecimiento de agua?
Para comenzar, es difícil reducir los niveles de anemia si nuestras familias no tienen acceso a agua segura. Ese es el principal desafío para el país respecto al abastecimiento de agua. Si nuestros niños se enferman o están anémicos y desnutridos no podrán aprender en las escuelas o no podrán tener un rendimiento óptimo durante su aprendizaje. Por eso, cuando decimos “agua es vida” tenemos que ir más allá del cliché y construir una política pública e invertir de verdad con los mejores técnicos y las mejores empresas, sean públicas o privadas, nacionales o extranjeras. Eso sí, sin corrupción. El daño que se ha hecho con la corrupción y las malas inversiones va más allá del robo al Estado. Nos robaron el presente y el futuro de tener mejores fuentes de agua, agua segura para los más pobres. Si en vez de invertir 5 mil millones de dólares en una carretera casi inútil, como la Interoceánica Sur, hubiésemos invertido en cuidar las fuentes de agua, en dar agua y saneamiento a los peruanos, en tratar las aguas residuales, sin lugar a duda, el Perú sería otro.
Según SUNASS, Sedapal tiene 60 millones de soles acumulados en las cuentas para realizar inversiones en infraestructura natural pero aún no se ha invertido un sol. ¿Qué es lo que ha pasado?
Sedapal es la empresa más importante en servicios de agua y saneamiento del Perú, pero la remuneración de su plana gerencial no refleja esto. Los mejores proyectistas e ingenieros con las mejores remuneraciones deberían estar trabajando allí. Las inversiones no avanzan ni en infraestructura gris, ni en infraestructura natural porque los gerentes y jefes dentro de la empresa están paralizados por el miedo, miedo a la sanción, miedo a que, si haces algo, tomas una decisión, serás sancionado. Así, sin tomar decisiones, puedes jubilarte en Sedapal y vivir sin problemas. En el Perú no se sanciona la corrupción, pero sí se sanciona la toma de decisiones. La Contraloría no ha cambiado esta antigua visión del control. No hay rendición de cuentas por la falta de iniciativa, por la falta de inversión, por la falta de avances de proyectos.
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En el caso particular de la infraestructura natural, tenemos un sistema de inversión pública hecho para la infraestructura gris. SUNASS rompió el paradigma tarifario estableciendo una tarifa especial con una cuenta especial para invertir en las fuentes de agua. Para invertir ese dinero se pasa por el sistema de inversión pública gris. En el caso de infraestructura natural, tenemos que romper el paradigma gris para poder avanzar. Si antes había un bosque de quenuales que tenía una fuente de agua que desapareció cuando fue talado y queremos recuperar ese bosque de quenuales, tenemos que hacer un PIP (Proyecto de Inversión Pública) y demostrar que ese bosque de quenuales tendrá beneficios hidrológicos y que traerá agua. En estos casos, restaurar cinco mil hectáreas de bosques de la misma especie debe ser más rápido que reconstruir un puente. ¿Acaso tengo que demostrar que necesito el puente? ¿No debo ir directo a la reconstrucción?, con las mejoras correspondientes, obviamente. Acá es aún más simple pues hablamos de naturaleza, de pastos, de bofedales que existían y fueron extraídos de comunidades que trabajarán para prestar un servicio y recibirán una retribución. No podemos pasarnos 7 años –que es el promedio del ciclo del proyecto de inversión pública en el Perú– para hacer una reforestación.
¿Por qué en ciudades como Lima tenemos la paradoja de que en momentos de abundancia sufrimos una escasez?
Efectivamente, es paradójico, cuando más agua vemos en el río más posibilidades tenemos de tener cortes de agua. Si hay huaicos o grandes avenidas por dos o tres días seguidos, seguro habrá cortes de agua. Y si esto sucede, la planta potabilizadora se encuentra imposibilitada de tratar agua con tantos sedimentos (prácticamente lodo) que trae el río. Entonces hay que cerrar la planta de tratamiento y esperar que las lluvias disminuyan y se reabra la planta. Sucede en los ríos de la costa del Perú y en especial en Lima. Estos claramente tienen periodos de avenidas y estiaje. Las temporadas de avenidas son entre 3 a 4 meses al año y las de estiaje entre 8 y 9 meses.
La infraestructura natural de las zonas altas brinda servicios de regulación, control de sedimentos y de cantidad y calidad de agua. Pero esos espacios, al ser degradados, no pueden continuar brindando estos beneficios. Cuando no cerramos bien los asentamientos mineros, cuando dejamos los relaves cerca de las fuentes de agua como los del cerro Tamboraque o cuando extraemos los bofedales y suelos de Carampoma para venderlos en los viveros; todas estas acciones destruyen los ecosistemas valiosos para la seguridad hídrica.
Tenemos que resolver estos problemas de manera urgente. Para eso tienen que funcionar los incentivos y la gobernanza. Las comunidades quieren ayudar, pero ¿cuál es su incentivo? SUNASSS estableció una tarifa para poder retribuir a esas comunidades por el cuidado, seguridad y mantenimiento de esos humedales y bofedales. Ahora toca pasar a la acción.
¿Qué debemos hacer en el sector saneamiento respecto a la captación del agua para asegurar su abastecimiento durante la temporada de lluvia? ¿Qué alternativas de acción se tienen frente a estos problemas?
Se piensa que una forma de tener más agua en épocas de estiaje es hacer reservorios. Escuchamos decir “toda el agua que se va al mar en épocas de avenida no la aprovechamos. Deberíamos hacer reservorios”. Este tipo de soluciones son complejas, de alto costo y si no tienen una combinación con infraestructura natural, son altamente ineficientes. Vean los grandes reservorios como Poechos o Tinajones, llenos de sedimentos. Una opción es proteger, conservar y recuperar la infraestructura natural. Los bofedales y humedales funcionan también como represas, retienen el agua en épocas de avenidas y la drenan lentamente en las épocas de estiaje, manteniendo un flujo de agua. Pero como hemos dicho, esas zonas altas de las cuencas están amenazadas por la extracción de bofedales para su comercialización, o por pasivos mineros, o incluso por sobrepastoreo.
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Hoy tenemos una gran problemática en zonas pobladas donde se contaminan los ríos y otras fuentes de agua a través del vertimiento de desagües. ¿Qué se podría proponer a estos pequeños municipios para evitar que se siga contaminando, especialmente en cuencas media y alta?
El tratamiento de aguas residuales en el país es un gran problema. SUNASS hizo hace unos años un estudio profundo que estableció que de las aproximadamente 165 plantas de tratamiento que había en el ámbito de las empresas prestadoras de servicios (EPS), solo funcionaban correctamente 7. El resto tenía una serie de problemas desde mala construcción hasta de abandono absoluto; pero, sobre todo, el gran problema es la falta de gestión adecuada. Si muchas empresas prestadoras están en crisis, es debido, fundamentalmente, a deficiencias en la gestión. No se puede solucionar el problema de tratamiento de aguas residuales sin mejorar la gestión de las empresas prestadoras. En el caso de las poblaciones de las cuencas altas y medias, con un modelo de gestión de administración directa o municipal, no podemos esperar un resultado diferente. La solución no pasa por construir infraestructura si esta no va acompañada de una sostenibilidad a largo plazo y una buena gestión.
El principio general es que “el que contamina debe pagar para descontaminar”. Pero es probable que encontremos incapacidad de asumir el tratamiento de aguas residuales en las cuencas media y alta; si no es posible que esos pobladores financien el tratamiento de las aguas residuales, entonces el municipio o la región debería hacerlo y si no son ellos, el mismo Estado. Los pobladores de la cuenca baja no deberían subsidiar el tratamiento de aguas residuales de los pobladores de la cuenca alta. Los pobladores deben pagar por la prestación de un servicio. Como es el caso de la retribución por servicios ecosistémicos: los pobladores pagan para que se conserven los pastos, para que se protejan las zonas que acumulan agua, para retirar el ganado o hacer un manejo de pastos.
En ciudades como Lima, con alta densidad poblacional, un recurso como el agua debería ser aprovechable al máximo. Quizás la búsqueda de un cambio de paradigma es necesario. Proponer nuevos caminos, como el desarrollo de programas a mediano y largo plazo con el sector Vivienda y Ambiente, que estén enfocados en alternativas como economía circular del agua, podría ser una opción viable a través de la generación de incentivos.
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