- Evaluación realizada por los biólogos Yuri Hooker y José Pizarro, con el apoyo de la SPDA, determinó que existe una considerable disminución en la población de nutrias (Lontra felina) en el sector afectado por derrame de petróleo producido por Repsol.
- Del promedio de 15 nutrias que habitaban la zona, por lo menos 5 han muerto como consecuencia directa del derrame. Además, no se puede determinar si las que han huido de su hábitat podrán sobrevivir en el mediano plazo.
Por: Pamela Loli / ploli@spda.org.pe
Entre rocas amontonadas y laberínticas, y en cuevas naturales muy estrechas viven las nutrias marinas (Lontra felina). Esta especie era fácilmente reconocible por su aspecto amigable desde los botes turísticos que paseaban por Ancón. Sin embargo, desde el 15 de enero, debido al derrame de petróleo de la empresa Repsol, las nutrias han dejado de verse en el mar con la frecuencia de siempre.
Con los reportes ciudadanos que mostraban el hallazgo de nutrias en las orillas o con los cuerpos que flotaban sobre el mar se encendió la alerta para los especialistas. Los biólogos Yuri Hooker y José Pizarro, miembro del grupo de especialistas en nutrias de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se dispusieron a realizar una tarea: rastrear a las nutrias de Ancón para saber cómo el petróleo pudo afectar su hábitat y su población.
Un equipo de Actualidad Ambiental acompañó a los biólogos en uno de los recorridos que hicieron para una investigación apoyada por la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA). Aquella mañana del 17 de febrero, los especialistas tenían por objetivo peinar la zona desde el límite de la playa Chacra y Mar (Aucallama), hacia los muelles de Ancón (Lima), de ida y vuelta, con la ayuda de un pescador.
Con mapas marcados previamente se identificaron tres tipos de puntos de interés: 9 zonas de avistamiento de nutrias anteriores al derrame de petróleo, 7 donde se habían reportado después de esa fecha, y otros 7 sitios con potencial para hallarlas. Estos últimos reúnen características geográficas de interés para la nutria, donde podría haber encontrado albergue después del impacto del petróleo. El recorrido fue desde Ventanilla hasta Aucallama, terminando el serpentín de Pasamayo.
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Sobre el mar y entre la espesa neblina, aún se podían apreciar rastros de petróleo en la superficie. Una larga columna marrón se extendía sobre la marea junto a pequeños parches transparentes y tornasolados. Esas marcas invisibles sobre el agua era el crudo diluido, casi imperceptible y difícil de recoger.
Durante la navegación se pudo avistar fauna afectada, como pingüinos de Humboldt, una especie declarada “en peligro” por el Estado. A la fecha, de acuerdo con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), se ha recuperado más de 420 aves afectadas por el petróleo.
Indicadores de la salud del mar
“La nutria come lo que come el ser humano: peces de roca, mariscos y algunos crustáceos. Entonces, si desparece quiere decir que la situación es realmente peligrosa para los humanos. Y, en el caso de los hidrocarburos, especialmente de los hidrocarburos policíclicos aromáticos, constituyen una grave amenaza no solamente para el ecosistema marino sino también para la población”, afirma José Pizarro, quien ha estudiado a esta especie durante los últimos 20 años.
Las nutrias suelen aparecer en grupos, sobre roqueríos y tienen poca práctica para la migración, por lo que su reproducción es frecuentemente endogámica, es decir, se relacionan con sus pares familiares. Además, nadan y consumen pescados y mariscos casi igual que las personas. En las costas de Ancón se calculaba una comunidad de alrededor de 15 nutrias, por lo que su ausencia es un signo de alerta para Pizarro y Hooker.
“La nutria nos está diciendo que [la situación] es grave porque se está yendo o ha muerto o está con un daño subletal que, a la larga, también le va a causar la muerte”, dice Pizarro.
Al consumir productos del mar posiblemente contaminados o al no poder hacerlo, representa en la actualidad una afectación para la pesca artesanal y la de subsistencia. Solo en Ancón existen alrededor de 1000 pescadores artesanales organizados, entre los que se encuentran también quienes se dedican a la extracción de mariscos.
Apoyados por información de voluntarios, vecinos y algunos pescadores, y de los recorridos realizados desde las playas y el mar, los biólogos han podido rastrear el destino de las nutrias. De un promedio de 15 nutrias, 5 han muerto directamente afectadas por el petróleo: 3 aparecieron muertas al sur de Santa Rosa, 2 fueron rescatadas en Bahía Blanca y entregadas a Serfor, y de ellas una murió y no se conoce el estado final de la otra. La sexta fue encontrada en Ancón intentando limpiarse el petróleo sobre la arena, y hoy se desconoce el paradero de esta. Según los biólogos, es necesario conocer el estado físico de las nutrias para saber cómo puede repercutir en el futuro de la especie.
Un ejemplo que se incluye en el estudio de Hooker y Pizarro es el de la catástrofe del Exxon Valdez, en 1989. En esta zona de Alaska vivía la Enhydra lutris, un tipo de nutria marina cuya población resultó gravemente afectada. Los impactos de la contaminación por el petróleo podían comprobarse hasta diez años después.
Es tal la importancia de la nutria como indicadora de la salud del mar que en Chile —país con el que compartimos una población total de poco más de 2 mil nutrias, según datos de Juan Valqui en el 2012— existe un caso emblemático. A partir de los recurrentes derrames de petróleo en bahía Quintero (Valparaíso), la justicia ha exigido un programa de monitoreo ambiental que incluye a las nutrias como especie directamente impactada por un desastre con crudo ocurrido en 2014.
Una especie en peligro
De acuerdo con estudios de Manuel Apaza y Leonardo Romero en el 2012, existe una población de 756 ejemplares de nutrias que viven en la costa peruana. Para Yuri Hooker y José Pizarro, es necesario realizar un censo específico para conocer el número real de esta especie. Esto podría ayudar a enfrentar las tres grandes amenazas, además de la contaminación por petróleo.
Una de estas amenazas es la endogamia. Al reproducirse entre sí se generan problemas genéticos, lo que reduce la viabilidad de las poblaciones y genera problemas en el organismo.
Otra amenaza es la presencia de perros domésticos en puertos y caletas. Las nutrias, al tener sus madrigueras debajo de las plataformas de desembarque, están expuestas a peleas con los canes ya que ambas especies son territoriales.
La tercera amenaza es la polución. Se han registrado casos de muerte por envenenamiento con raticidas en puertos, y por exposición a desagües. Este último caso ha sido investigado por el peruano Carlos Calvo, quien ha registrado los efectos en la nutria a causa de los antibióticos que llegan a través de estas tuberías.
El futuro de las nutrias de Ancón
Para Hooker y Pizarro es necesario mantener un monitoreo constante y un programa de censo para la población de nutrias del área impactada. Durante su investigación, solo lograron registrar 3 nutrias vivas en la zona entre Ventanilla y Ancón. Cabe precisar que otras 6 fueron registradas por el Sernanp en Islas Pescadores, área que pertenece a la Reserva Nacional Sistema de Islas Islotes y Puntas Guaneras.
Finalmente, el estudio señala la urgencia de “analizar la calidad ambiental de suelo y agua para determinar la acumulación de contaminantes de hidrocarburos en el ecosistema, más allá de lo que se puede observar a simple vista”. Además, recomienda la implementación de un programa de censo y monitoreo de la población de nutrias afectadas y su evolución.
Para este informe también se contó con la colaboración de pescadores locales que recorren la zona constantemente y que han aportado información de los lugares donde se registraban nutrias antes del derrame y de las que han registrado posteriormente: Henry Guanilo La Madrid (Santa Rosa), Luis Vargas (Bahía Blanca), Alejandro Huaroto (Bahía Blanca), Manuel Chapeyquen (Ancón) y Edgar Tejeda (Ancón).
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