miércoles 13 de julio, 2016
Este especial fotográfico forma parte de la campaña #HistoriasAmazónicas, que muestra el lado humano detrás de la conservación, narrando historias a través de personajes que han marcado una diferencia en sus respectivas comunidades en la Amazonía andina del Perú. Conocer más: http://goo.gl/xfS3rJ
La campaña #HistoriasAmazónicas forma parte de las actividades del consorcio Loreto y Manu-Tambopata, conformado por Wildlife Conservation Society (WCS), la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) y el Fondo de las Américas (FONDAM) y forma parte de la Iniciativa para la conservación en la Amazonía Andina (ICAA), la cual es financiada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
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La familia Caritimari abre su vida en la Comunidad Diamante – 7 de Julio, ubicada en la zona de amortiguamiento del Área de Conservación Regional Comunal Tamshiyacu Tahuayo (ACRCTT), en Loreto. Ahí, Carlos y su esposa Pilar inician el día junto a Nataly, Colette, Emely y Tyler, sus hijos.
Carlos, el padre de familia, se dedica a diversas actividades. Es, por ejemplo, artista y artesano. Talla dijes trabajando la tagua o yarina —una semilla conocida como «el marfil del bosque»—, hace esculturas con la topa o madera balsa, y pinta murales en las paredes de su casa y la de sus amigos.
Para trabajar la tagua, la recoge del bosque, la deja secar, la pela, pule y corta en láminas, y, finalmente, le da la forma deseada con el punzón. Recientemente, ha tallado 80 dijes para comercializar en tiendas de Lima.
Carlos tambien funge de vigilante. Como toda familia de la Comunidad Diamante – 7 de Julio, la de Carlos también debe cumplir, una vez a la semana, con labores de control y vigilancia. La misión: asegurar el que nadie ajeno al área de conservación pueda ingresar a extraer madera u otros recursos naturales.
Cada comunidad ribereña tiene un puesto de vigilancia desde el cual se cumple con la labor de control. En Diamante, el puesto, ubicado frente al río Quebrada Blanco, representa uno de los ingresos al ACRCTT, ubicada a 6 horas en lancha desde Iquitos.
Carlos está a cargo de una labor crucial dentro del esquema de cogestión para la sostenibilidad en el ACRCTT: él lleva los registros de caza en su comunidad. Así, se pueden controlar las especies cazadas y respetar las cuotas pactadas en el Comité de Gestión. Los acuerdos de caza actuales dictan que cada familia puede cazar, cada 60 días, 5 ejemplares grandes o 6 especies pequeñas.
Entonces, llega el día de salir de cacería. El desayuno en familia, con patacones, arroz y boquichico frito, brindará las energías necesarias para emprender la jornada.
De forma metódica, Carlos desarmará, limpiará y aceitará su escopeta antes de salir a cazar. Si da con individuos grandes, como el sajino o la huangana, puede comercializar 4 de ellos, mientras que el restante es para consumo familiar. Si se trata de individuos pequeños, como el majaz, el añuje o el armadillo, puede cazar 6 y comercializar 5 de ellos. Este es el sistema de cuotas acordado entre las comunidades como parte de la estrategia de conservación.
Llevando consigo la escopeta, además de botas de hule, una olla con tallarines y otra con café, Carlos se adentrará, surcando el río Quebrada Blanco, en el ACRCTT. Esta está ubicada al sureste de Iquitos y cuenta con una extensión de 420 000 hectáreas.
El destino para la caza será una colpa donde los animales suelen detenerse a beber y alimentarse de la sal de la tierra. Machete en mano para abrir trocha, Carlos también lleva consigo 10 cartuchos en su canguro, máxima cantidad permitida por los acuerdos para cada sesión de caza.
Al caer la noche, Carlos se preparará para salir a cazar en el bote, buscando en las orillas animales que se acerquen a beber. Cena y café serán su combustible y el del bote, ya que irá remando para no alertar a las presas.
Remando silenciosamente río abajo, Carlos alumbrará las orillas con una linterna amarrada a una lado de la cabeza, sobre la oreja. Cuando la presa reciba el haz de luz, se pasmará y permanecerá sin moverse. El tiempo será el adecuado para que Carlos encuentre al animal en su mira, apunte, respire levemente y dispare.
La presa ha sido un ronsoco, cuyo precio en Iquitos oscila entre los 120 y 150 soles, y, con sus 45 kilos de peso en promedio, puede alimentar hasta a 45 personas. Como su carne permanece fresca por hasta un máximo de 12 horas, Carlos debe extraer su piel, aplicar abundante sal y quitarle las entrañas.
Bimestralmente, los representantes de las comunidades que forman parte del Comité de Gestión del ACRCTT se reunen en una asamblea. En esta ocasión, se llevará a cabo en El Chino, comunidad de 450 habitantes ubicada a una hora río abajo de Diamante – 7 de Julio.
En la asamblea del Comité de Gestión del ACRCTT, Carlos, en su condición de Presidente del Comité de Manejo de Recursos Naturales de Diamante – 7 de Julio, entregará el correspondiente informe bimestral.
Son 11 las comunidades que participan del Comité de Gestión del ACRCTT, las mismas que en esta ocasión también votan por la aprobación de su nuevo reglamento, y para elegir a los nuevos miembros que presidirán el comité por los próximos dos años. Estas reuniones son cruciales para tomar las decisiones respecto al mejor uso y conservación de los recursos naturales del ACRCTT.
Para Carlos, así se cierran los días, así va la vida: de arte y de cacería, de comunidad y conservación. Así van él y los Caritimari, así va la Comunidad Diamante – 7 de Juliio, y por ahí va el Área de Conservación Regional Comunal Tamshiyacu Tahuayo.
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