Foto: Vico Méndez / SPDA
La comunidad nativa Boca Pariamanu se ubica en la provincia de Tambopata (Madre de Dios), a orillas del río Las Piedras. Este hermoso paisaje se puede encontrar a dos horas desde la ciudad de Puerto Maldonado (hora y media en auto, y media hora en deslizador).
Boca Pariamanu fue fundada por descendientes de la etnia amahuaca, a principios de la década de 1980. Aquí viven unas 180 personas, disfribuidas en un poco más de 20 familias. La comunidad posee más de 4 mil hectáreas que fueron reconocidas con título de propiedad debidamente inscrito desde el 2019.
En el siguiente especial fotográfico podremos conocer más sobre este maravilloso lugar cuyos habitantes están apostando por la conservación de sus bosques y actividades productivas sostenibles.
Fotos de Vico Méndez, Diego Pérez y Jaime Tranca. [Clic en la foto para leer las leyendas]
En Boca Pariamanu, la principal actividad es la recolección de castaña. Este fruto del bosque es recolectado desde enero a marzo y es el producto estrella de la zona. La venta de castaña es fija, no hay pierde. La demanda ha crecido con los años. Foto: Diego Pérez / SPDA
La segunda principal actividad es el turismo, un tema al que los habitantes de este lugar le están poniendo gran esfuerzo en los últimos tres años. Foto: Jaime Tranca / SPDA
Rolín Pacaya, presidente de dicha comunidad, cuenta que al lugar llegan sobre todo investigadores atraídos por la flora y fauna, especialmente por las plantas medicinales. Jaime Tranca / SPDA
Si bien la presencia de animales silvestres ha disminudio debido a diversas actividades del hombre, en este lugar aún se pueden apreciar águilas harpías, jaguares, tapires, maquisapas, huanganas, águila crestada, venados, entre otros. Además, cuenta con árboles de cedro, caoba, shihuahuaco, lupunas y muchos otros. Foto: Diego Pérez / SPDA
Boca Pariamanu también es conocida porque en diciembre de 2017 denominó a 1800 hectáreas de sus bosques como “Nihii Eupa Francisco” (Bosque Papa Francisco). Esto se dio justo un mes antes de la visita del Sumo Pontífice a Madre de Dios, una región golpeada por la degradación de sus bosques por la minería ilegal. Foto: Diego Pérez / SPDA
“Ha sido difícil conseguir el título, fueron más de 30 años de conflictos con nuestros vecinos”, dice Rolín Pacaya al contar sobre el proceso de titulación de sus territorios. Para ello contaron con el apoyo de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), así como la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), que apoyaron con el tema de saneamiento. “Gracias a Fenamad y la SPDA se agilizó bastante”, agrega. Foto: Diego Pérez / SPDA
La comunidad ha sufrido amenazas de mineros ilegales pero, gracias a los constantes patrullajes que realizan, pudo echar a los invasores. Lo mismo sucede con los taladores ilegales, incluso con los que llegan para robarles las castañas. Foto: Diego Pérez / SPDA
Otra actividad que realizan -y están fortaleciendo- es la agricultura sostenible. Algunos habitantes de la comunidad están apostando por la siembra y cosecha de cacao, plátano, papaya, entre otros. La idea es tener productos orgánicos y crear una marca libre de químicos.
Ana del Castillo llegó hace trece años a la comunidad desde Pucallpa. Ella y su esposo se dedican a la agricultura, especialmente de productos como el cacao, plátano, verduras y maíz. El producto que más rentabilidad les da es el cacao, sobre todo porque están convirtiendo dicho fruto en chocolates, dulces, frutos secos y otros productos. Foto: Vico Méndez / SPDA
“Tenemos bastantes compradores, ahora solo hacemos pedidos. Antes sí teníamos que hacerle probar a la gente, participar en ferias. Ahora no, todo es pedido, tenemos comprador fijo. Todos nuestros productos son naturales, son orgánicos, no tienen químicos. Es poco, pero es de calidad”, dice Ana. “Hay que trabajar, hay que invertir. Al principio es duro, pero los resultados son buenos”, agrega. Foto: Vico Méndez / SPDA
En el tema turístico, la comunidad ya ha construido una maloca que sirve para hospedar a los visitantes. Asimismo, brindan servicio de alimentación y están resolviendo los problemas relacionados a la falta de agua potable o desagüe. Foto: Vico Méndez / SPDA
Nerci Inuma, tesorera de la comunidad, descendiente amahuaca, es una de las diez personas que descienden directamente de esta etnia. Ella es una de las promotoras del turismo en la comunidad. Se encarga de recibir y atender a los turistas, además de administrar los ingresos y organizar a sus demás compañeras. Foto: Vico Méndez / SPDA
Un cambio importante que se ha dado en este lugar esta comunidad está relacionado con la participación de las mujeres en los trabajos y decisiones de la comunidad ha crecido. “El rol de las mujeres en tiempos de la castaña es igual al de los varones. Recolectamos, cargamos, macheteamos, igual que los hombres”, dice Nerci, madre de dos hijos. Foto: Vico Méndez / SPDA
Para seguir en este camino de desarrollo, Rolín Pacaya señala que aún existen diversas necesidades básicas que se deben atender, sobre todo las relacionadas a la salud, educación y servicios como agua, luz y desagüe. Asimismo, pide más apoyo para realizar actividades productivas sostenibles. Foto: Vico Méndez / SPDA
En Boca Pariamanu solo hay dos pequeñas escuelas. Una de inicial y otra primaria, hasta sexto grado. En el caso de primaria, son once alumnos de diferentes grados que estudian en un solo salón. En inicial son cinco alumnos. Además de la humilde infraestructura de madera, les falta libros y material educativo en general. Foto: Vico Méndez / SPDA
En el tema de salud, la población pide que el Gobierno Regional de Madre de Dios mande un profesional para abrir y atender en la posta médica que hace seis meses está cerrada. Foto: Jaime Tranca / SPDA
Mientras no se resuelvan estas necesidades, Boca Pariamanu no podrá continuar con la senda del desarrollo que con esfuerzo han trazado sus habitantes. Foto: Vico Méndez / SPDA
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