En las últimas décadas, el incremento de los eventos metereológicos anormales han impactado sobre diversas actividades humanas, especialmente la agricultura y, por tanto, ha puesto en peligro el abastecimiento de alimentos a nivel mundial. Ante ello, los gobiernos están tomando medidas para combatir las sequías, inundaciones, plagas, precipitaciones y diversos fenómenos climáticos que se presentan cada vez con mayor intensidad.
Según la Organización de las Naciones Unidades para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los sectores rurales son los más afectados, porque enfrentan el riesgo de pérdida de cosechas, ganado, pesca y recursos forestales, además sufren una reducción de la disponibilidad de los recursos naturales. En este grupo, los más vulnerables se encuentran las mujeres y poblaciones indígenas.
Si bien la información científica en diversos sectores resulta prioritaria para lograr medidas de adaptación, existen otros saberes que aportan en esta tarea y han estado presentes desde épocas ancestrales. Hablamos de los conocimientos tradicionales, aprendidos mediante la observación y experiencia durante cientos de años y que ha pasado de generación en generación.
Conversamos con el biólogo Juan Torres, de la Universidad Agraria La Molina, para conocer un poco más sobre estos aportes cultivados por los antiguos peruanos.
-¿Qué ejemplos de conocimientos tradicionales relacionados al cambio del clima tenemos en nuestro país?
-Hay tradición de adaptación a la variabilidad climática. Tenemos por ejemplo, a los andenes, que representan una forma de adaptación. También están los waru waru en Puno, otro mecanismo que usa el agua como termorregulador. Los peruanos hemos sabido siempre manejar la diversidad y agrobiodiversidad. Hemos manejado 3 mil variedades de papa conocidas por los agrónomos, mil variedades conocidas por el Centro Internacional de la Papa, y hay como 9 mil nombres campesinos de papas, en sus diferentes clasificaciones.
-Es decir, somos un país privilegiado en cuanto a estos conocimientos…
-En primer lugar, tenemos que reconocer que el Perú es un país viejo. Es centro de origen de plantas cultivadas, uno de los centros de origen de la agricultura, de la hidrálulica, entre otros. O sea, hay una vieja tradición agrícola. Se sabe leer las estrellas, ver los cambios del clima, advertir las sequías, heladas, las inundaciones, y todo ello tan solo viendo los insectos, las flores, o viendo el comportamiento de las aves. Entonces, hay todo un conocimiento y lo que debemos hacer es investigar para que estos conocimientos nos ayude. La ciencia en el Perú no está muy desarrollada y los conocimientos tradicionales nos pueden ayudar en lo que aún nos falta.
-Los conocimientos tradicionales son primordiales, pero ¿qué tanta importancia se le da para que sean tomados en cuenta en la toma de decisiones?
-Quizás en la toma de decisones todavía falta, pero en el reconocimiento de los conocimientos tradicionales cada vez es mayor. Senamhi acaba de publicar un trabajo sobre señas para ver el clima. La publicación se llama Willay (significa señas o avisos en quechua). Esto nos dice que la academia y el Estado reconocen que existen conocimientos ancestrales que pueden ser usados en la actualidad y estos están muy asociados a la cultura. O sea, hay avances. No digo que ahora estamos en otro escenario perfecto, pero avanzamos. Lo que falta es que le demos más prestigio. No hay que olvidar que estos conocimientos son parte de una cultura también excluida.
-¿Hay algún choque o enfrentamiento entre los conocimientos tradicionales y la academia?
-La academia exige ciertas reglas que no cumplen los conocimietos traicionales, pero estos solucionan problemas. Lo que ya está sucediendo es que la academia reconoce que el tema de los conocimientos tradicionales es otra epistemia, otra epistemología, otra teoría del conocimiento y ahí a la academia no le queda otra más que hacer una alianza. Ya existen bastantes esfuerzos, pero falta todavía.
Lee en línea Willay:
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