Los presidentes de Perú, Alan García, y Brasil, Luiz Luiz Inácio Lula da Silva, encargaron a sus ministros de Energía y Minas la redacción del acuerdo sobre integración energética, que sería firmado en un plazo límite de 60 días.
En el punto 3.3 de un comunicado conjunto hecho público hace minutos, los mandatarios de Perú y Brasil “reafirmaron su compromiso para la suscripción de un acuerdo orientado a implantar centrales de generación hidroeléctricas en territorio peruano para la producción de electricidad para su mercado y la exportación de energía eléctrica al Brasil”.
La nota indica que esto se realiza “en conformidad con los respectivos modelos institucionales de comercialización de energía en los dos países”.
El comunicado también destaca algunos acuerdos de desarrollo e integración fronteriza (proyectos de cooperación en materia de promoción de cadenas productivas en las localidades fronterizas de Iñapari y Assis Brasil, y la reactivación del Comité de Frontera en la misma zona); integración conectividad física; promoción del comercio y turismo; cooperación educativa cultural; cooperación técnica, entre otros puntos
Se indica además que los presidentes realizarán un viaje a la zona, en fecha que deberá ser acordada por las cancillerías.
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Foto cortesía Palacio de Gobierno
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CITA DE MANDATARIOS DE PERÚ Y BRASIL Y GLOBALIZACIÓN DEL ESPACIO AMAZÓNICO
El encuentro de los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, del Brasil, y Alan García Pérez, del Perú, cataliza la globalización del espacio amazónico.
La reunión ha servido para asegurar la continuidad del modelo corporativo global. Por ello, los acuerdos suscritos priorizan la hidroenergía, la prospección y explotación de combustibles fósiles, las inversiones para la producción de commodities como el cemento para los megaproyectos y la construcción de rodovías (así llaman los brasileros a las carreteras) e hidrovías (ríos navegables). Poco o ningún interés en los pueblos indígenas, en salud y educación y casi ninguna referencia a la mitigación y adaptación al cambio climático. Llamó la atención sin embargo el comentario de Alan García respecto a la facilitación del acceso a los servicios de salud de nuestras poblaciones en el vecino y mucho más desarrollado Estado do Acre.
Los más famosos gurúes de la economía y la geopolítica mundiales afirman que al final del colapso del capitalismo los recursos fundamentales de la economía global serán el agua, la energía, los alimentos y la biodiversidad. A la caza de estas riquezas, el capital transnacional está explorando por todo el planeta para asegurar y controlar la oferta de agua, comprar tierras para la producción de biocombustibles y alimentos baratos y bosques como sumideros de carbono, uno de los proyectados nuevos grandes negocios del siglo XXI.
Elmar Alvater, economista de la Universidad Libre de Berlín y autor de “Las limitaciones de la globalización. Economía, ecología y política de la globalización” escribió en octubre de 2008: “Capital disponible, de todos modos, sigue habiéndolo, a pesar de la crisis. Se halla al acecho de aquellas inversiones que, hoy y en lo venidero, podrían reportar réditos. ¿Cuáles podrían ser? Las materias primas, señaladamente petróleo y gas, así como agrocombustibles procedentes de la biomasa son la primera opción. Sus precios deberían subir, porque escasean y la demanda es alta. Los certificados de emisión para dióxido de carbono, conforme al Protocolo de Kyoto, prometen buenos réditos”.
La experta en geografía humana Annelies Zoomers, de la Universidad de Utrecht, Holanda, entrevistada en la edición 106 de abril del 2009 por “La revista AGRARIA” del Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES), declaró: “Desde hace relativamente poco tiempo se observa una tendencia, a nivel global, por lo cual ciudadanos o instituciones extranjeras se convierten en propietarios de grandes extensiones de tierra en países lejanos. Esto está resultando en un proceso global de acaparamiento de tierras. La familia Benetton, por ejemplo, es dueña de un millón de hectáreas en la Patagonia argentina”.
Luego agrega: «Se trata de una situación bastante desconsoladora: mientras millones de personas migran de África, Asia y América Latina hacia Estados Unidos, Europa y los Estados del Golfo, el dinero viaja en la dirección opuesta, en búsqueda de tierras. Es un hecho que la globalización está siendo acompañada por cambios a gran escala en la propiedad y uso de la tierra”.
Para la Dra. Zoomers, la “fiebre” mundial de compra de tierras por parte de los capitales, nacionales y extranjeros, tiene como objetivo el gran negocio de hoy y del futuro: la producción de biocombustibles y alimentos a bajo precio, los complejos ecoturísticos, la reservas naturales (cita los casos de Doug Tompkins, dueño de la compañía “Sprit” que ha comprado 300,000 hectáreas en Chile y las compras en el distrito de Kcosñipata en el Manu, en el Perú, donde ACCA y otras ONGs se están haciendo de grandes propiedades), la adquisición de tierras para la creación de zonas económicas especiales como complejos industriales y ciudades para jubilados y sobre todo bosques y territorios para servicios ambientales para mitigación y adaptación a los impactos del cambio climático.