- En el Día Mundial del Clima, resaltamos el valor de las turberas amazónicas de Loreto, ecosistemas que controlan y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que ayuda a mitigar el impacto del cambio climático no solo en el Perú, sino en el mundo.
Cada 26 de marzo se conmemora el Día Mundial del Clima, una fecha que con el pasar de los años logra mayor notoriedad debido a los efectos producidos por el cambio climático (calentamiento global, fenómenos meteorológicos, desplazamiento de fauna, descongelamiento de glaciares, entre otras) y la importancia de conservar sistemas naturales que contribuyen a controlar los gases de efecto invernadero.
Tal es el caso de las turberas amazónicas en Loreto, formadas en un terreno fangoso compuesto por la aglomeración de turba (mezcla de materia orgánica en descomposición y agua), y que cumplen un rol determinante purificando el agua y el aire.
Con más de 5 millones de hectáreas de aguajales que captan y almacenan unos 3 mil millones de toneladas de carbono, las turberas amazónicas de Loreto controlan y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que ayuda a mitigar el impacto del cambio climático no solo en el Perú, sino en el mundo.
Cabe resaltar que, al existir una mayor concentración de gases de efecto invernadero, se dará una mayor retención de calor. Con los gases extra, se aumenta este tipo de efecto natural y se genera el calentamiento global, que genera un cambio global en el clima denominado cambio climático.
Para conocer a detalle los flujos de gases de efecto invernadero y cómo el dióxido de carbono, metano y vapor de agua en los aguajales de la selva loretana actúan, un grupo de científicos del Instituto de Investigación de la Amazonía Peruana (IIAP) monitorean la dinámica de los bosques con modernos dispositivos, como una torre de 42 metros de altura (colocada en el parque turístico Quistococha) y que cuenta con sensores de alta precisión instalados en el suelo, árboles y palmeras ‘aguaje’, conocidas por, precisamente, desarrollarse en zonas inundables que forman grandes turberas.
“Estos ecosistemas cumplen un rol fundamental en el control de gases de efecto invernadero. Conocer su comportamiento e importancia es vital para ayudar a mitigar el cambio climático”, indicó a Andina Lizardo Fachín, investigador del IIAP.
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Respecto a la metodología aplicada (Eddy Covariance), la idea es medir el intercambio de gases entre el ecosistema y la atmósfera. Tal como explica Fachín, “se miden simultáneamente las variaciones de la concentración de gases y de la dirección del viento arremolinado utilizando sensores de alta frecuencia que se encuentran a la parte más alta de la torre”.
Entre los primeros resultados figura el comportamiento de los aguajales como sumidero o captador de dióxido de carbono y una fuente o emisor de metano, además de aumentar la “respiración” del ecosistema del aguajal en condiciones secas.
“Es importante conservar los aguajales, evitando la tala y la quema de sus árboles para que no se libere a la atmósfera la enorme cantidad de esos gases de efecto invernadero que se almacenan en esta turbera tropical […] También se ha determinado un aumento en las emisiones de metano durante la temporada de lluvias, aunque no existe un patrón diario significativo como la temperatura en la emisión de este gas de efecto invernadero, como planteaba inicialmente nuestra hipótesis de investigación”, precisa el investigador.
Datos:
- Según información del Ministerio del Amiente, las mediciones contribuyen a una base de datos internacional Fluxnet, a través de la red AmeriFlux.
- Este proyecto inició en 2016 con el apoyo del Programa de Mitigación y Adaptación Sostenible de Humedales de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Departamento de Energía de este país, además de otras organizaciones y el Gobierno Regional de Loreto.
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