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Escribe Manuel Pulgar-Vidal / Director ejecutivo de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental
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Hoy día resulta innegable que el cambio climático es consecuencia del accionar irresponsable del ser humano al no reconocer los límites de la naturaleza. Sin embargo, ello no implica que debamos ver el futuro con pesimismo o con un enfoque catastrófico. Creo que el cambio climático nos presenta oportunidades reales de cambio. De cambio de paradigma, de un nuevo enfoque de desarrollo. Creo firmemente que sí hay esperanzas para revertir lo que hemos causado y que estas se encuentran en las oportunidades que nos brinda la actual realidad, si actuamos responsable y conscientemente.

La primera oportunidad está ligada al conocimiento y a la conciencia masiva del problema. Antes, estos temas se conversaban en círculos específicos de especialistas en conservación y científicos. El día de hoy se ha masificado la información fruto de las evidencias palpables del problema. Así, el conocimiento de sus causas y consecuencias se encuentra al alcance de todos.

En segundo lugar, el cambio climático ha hecho dialogar a distintas disciplinas y actores. El tema ha dejado de ser de debate exclusivo entre científicos especializados. En la actualidad, campesinos, profesores, políticos, técnicos, empresarios y ciudadanos pueden y aportan soluciones desde sus capacidades.

Tercero, al ser el cambio climático cada vez más evidente, la creatividad vinculada a las necesidades de sobrevivencia se está viendo fortalecida. Hay que aprovechar esta crisis para despertar nuestra creatividad, ya sea para disminuir las acciones humanas que generan este cambio, como para adaptarnos de manera rápida y eficiente, haciendo que el planeta sea más habitable.

Por su lado el cambio climático ha transformado la forma en que el ser humano se relaciona con la naturaleza. Esta crisis ha generado un importante reconocimiento de la naturaleza como ecosistema y como fuente de servicios ambientales. Por siglos hemos visto a la naturaleza como fuente de recursos de aprovechamiento directo. Nos orientamos a su extracción y no a su protección. Ahora somos capaces de reconocer los servicios que presta y que la conservación es una forma de desarrollo y crecimiento.

Asimismo, y como quinta reflexión, se está generando, aunque no exento de dificultades, solidaridad para atender el problema de manera conjunta. Solidaridad para asumir el costo financiero entre los países más desarrollados y los menos desarrollados. Este será uno de los temas centrales en Copenhague. Sin embargo, esto no solo se dará a nivel de país, también se dará a nivel interno entre los que más tienen y los que menos tienen. Sin solidaridad no creo que salgamos exitosos.

Sexto, creo que esta crisis va a generar una revolución tecnológica. Necesitamos tecnología limpia, que reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero, principal problema causante del cambio climático. Esta revolución puede ser tan grande y del mismo impacto como la generada por la revolución industrial. Es necesario reconocer que el desarrollo demanda energía, pero esta energía puede ser limpia y sostenible.

Por último, y este es el punto de mayor trascendencia, el cambio climático nos obliga a revisar el principio y el concepto de desarrollo. El desarrollo ya no puede centrarse simplemente en el concepto de crecimiento económico sin límites. Debe basarse en reconocer los límites de la naturaleza.

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Fotografía: Thomas Müller / SPDA