Día del Cóndor Andino: 5 datos sobre el ave más grande de Sudamérica

Cóndor Andino liberado por el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre. Foto: Serfor

  • Pese a ser símbolo de muchos países y ciudades sudamericanas y cumplir un rol clave para el ecosistema, el cóndor andino está en vulnerabilidad por la injerencia humana. 

Desde tiempos milenarios, el cóndor andino (Vultur Gryphus) ha maravillado a los humanos. Su imponencia y su gran envergadura, que llega a los 3 metros, llevó a que las culturas quechuas y aimaras lo consideren un animal sagrado y, que sea parte de la trilogía andina, junto al puma y la serpiente. En el Día Internacional del Cóndor Andino, que se conmemora todos los 7 de julio, te presentamos información importante para seguir conservando a esta especie. 

El cóndor andino es un ave nómade, puede viajar 350 kilómetros en un día y, durante sus viajes, desciende a la tierra para alimentarse de restos de animales muertos. Como carroñero, quita estos restos de carne y con ello, previene liberaciones de gases por putrefacción y puntos de infección que pueden afectar a otros animales. De esta manera, cumple un rol de “limpiador” de ecosistemas.  

A pesar de tener un rol importante, su conservación implica desafíos ocasionados por su naturaleza y la injerencia humana. 

Dependen de los adultos para mantenerse 

Una pareja de cóndores puede poner, en promedio, un huevo cada dos años. Para que el pinchón alcance la madurez sexual y pueda reproducirse, deben pasar, al menos 6 años. La supervivencia del ejemplar juvenil hasta esa edad no está asegurada. A diferencia de otras especies de fauna silvestre, una población saludable de cóndores tiene una cantidad de ejemplares maduros considerables.  

Es una especie que ha sufrido persecución 

Aunque su nombre indica lo contrario, ornitólogos como Marcelo Stucchi, Renzo Piana, Fernando Angulo y Víctor Gamarra-Toledo, señalan que la presencia del cóndor en la costa es histórica. Sin embargo, durante la época del guano, con el objetivo de proteger a las aves guaneras, la Compañía Nacional del Guano incluyó una política de ejecución directa de los cóndores que pasaban por las islas. Esto, sumado a su poca tasa de reproducción, impidió que la especie se recuperase de tan alto nivel de mortandad. 

Melitón Lurquin con dos cóndores de San Gallan. Foto: Robert Murphy (1925). 

Sus organismos ya están afectados por la contaminación 

Los cóndores son víctimas de envenenamiento indirecto. Los campesinos, al intentar controlar depredadores para proteger su ganado, envenenan animales muertos. Esta carroña es consumida por cóndores que luego fallecen al ingerir carne envenenada.  

Además, en San Fernando y Pampas Galeras, se examinó la presencia de microplásticos en el cuerpo de cóndores. El 100 % de ejemplares de la costa tenía este contaminante en el cuerpo, mientras que, de la muestra andina, el 85 %. Según Victor Gamarra-Toledo, no hay otra ave carroñera que tenga tanta cantidad de plástico en el cuerpo. 

Visitantes recurrentes de las áreas naturales protegidas 

Para que un Cóndor Andino pueda alimentarse, necesita carroña de un animal fallecido y un lugar donde no sea disturbado. En el caso de los cóndores que transitan por la costa peruana, las grandes colonias de fauna silvestre, como lobos marinos, se concentran en las reservas nacionales de Illescas (Piura), Paracas y San Fernando (Ica) y en estos lugares, pueden alimentarse sin que los seres humanos los perturben. Estas tres Áreas naturales protegidas son, precisamente, de los pocos lugares de la costa en los que aún puede avistarse cóndores. 

Cóndor volando sobre el mar en San Fernando (Ica). Foto: Víctor Gamrra-Toledo.

Son una especie merecedora de estudio 

En Perú, haciendo estimaciones con base en el primer censo nacional de cóndores, existe una población de entre 400 a 500 ejemplares. Además, en territorio peruano solo están marcados los cóndores rescatados. Para Victor Gamarra-Toledo, ornitólogo del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional San Agustín, es necesario realizar marcaje de ejemplares silvestres para poder entender sus rutas de viajes, zonas de alimentación y ciclos reproductivos y comprender mejor las amenazas propias de nuestro territorio, como los cables de alta tensión, la minería ilegal y el Yawar Fiesta. 

A la investigación científica, el cuidado de las áreas naturales protegidas y el monitoreo de la especie debe sumarse una población que entienda el valor del cóndor andino para el ecosistema, pues la protección del ave símbolo de Sudamérica depende de todos. 



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