- El 8 de marzo es un día para reflexionar sobre la importancia de la mujer en la sociedad, la defensa de sus derechos y, además, sobre los temas que aún están pendientes, especialmente los relacionados a la mujer indígena.
Escribe Valeska Ruiz Peña / Programa de Biodiversidad y Pueblos Indígenas
El 8 de marzo es un buen día para reflexionar sobre el papel que las mujeres del mundo han cumplido y vienen desarrollando para alcanzar sus derechos desde sus múltiples identidades, incluyendo sus diversidades sexuales. Esta fecha también es un buen momento para evidenciar el papel que desempeñan actualmente los hombres, los gobiernos, las personas líderes de opinión, los medios de comunicación, entre otros actores de la sociedad, para disminuir la brecha de discriminación estructural que impide hasta ahora que todas las personas en el mundo ejerzan sus derechos en igualdad.
¿Qué entendemos por “discriminación estructural”? Según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), es el “conjunto de prácticas reproducidas por patrones socioculturales instalados en las personas, las instituciones y la sociedad en general. Esta discriminación se expresa en prácticas y discursos excluyentes y violentos que son avalados por el orden social, donde hombres y mujeres se relacionan a nivel social, político, económico y ético”.
En estos tiempos de pandemia, donde urgen las miradas positivas, me permito reflexionar sobre qué podemos celebrar y agradecer en el Día Internacional de la Mujer. Las ideas que surgen son sobre la fuerza y el coraje de tantas mujeres quienes, con su determinación, desarrollan papeles claves en la historia de nuestras comunidades indígenas.
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A través de este humilde texto, invito a celebrar a las mujeres indígenas organizadas, sobre todo a las amazónicas, quienes desde la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) cuentan con el Programa Mujer, creado para promover la participación de la mujer indígena en la toma de decisiones relacionadas con el desarrollo y defensa de sus territorios, aportando de esta manera a su desarrollo local, regional y nacional como estrategia fundamental para la construcción de una sociedad con equidad de género y democrática (Aidesep: 2020).
Celebremos a las mujeres diversas de Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (Onamiap), quienes aportan constantemente en la agenda sobre los derechos pendientes para las mujeres indígenas andinas y amazónicas. También a las mujeres luchadoras y diversas de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (Femucarinap), la Confederación Nacional Agraria (CNA) y la Confederación Campesina del Perú (CPP); celebremos con todas las organizaciones de todas las mujeres en defensa de sus territorios; celebremos la fuerza y decisión con que afrontan los desafíos para ejercer sus derechos; celebremos la determinación para acompañar los casos de diferentes formas de violencia que nos afectan, sobre todo las violencias sexual y económica. Celebremos, por supuesto, a todas aquellas mujeres defensoras de los derechos humanos ambientales; me permito aquí celebrar a las compañeras de Organización Regional de los Pueblos Indígenas del Oriente (Orpio), en Loreto, y la Federación Indígena del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), en Madre de Dios.
Celebremos también la capacidad de todos los hombres de las juntas directivas de las comunidades y organizaciones indígenas para trabajar en igualdad, y admiremos el compañerismo con el que se comprometen a no ser un obstáculo para propiciar la participación política de las mujeres indígenas, comprendiendo que el espacio político aporta y afianza el camino hacia el buen vivir.
La presencia y eficacia de las instancias del Gobierno para la atención de las agendas de las mujeres indígenas está pendiente. Esperemos que pronto celebremos que las brechas de discriminación estructural han disminuido, que más niñas y adolescentes indígenas rurales ya acceden a educación básica sin violencia; que las instituciones públicas de defensa de derechos fundamentales por fin están presentes, disponibles, y son efectivas y humanas para que las mujeres y niñas puedan acudir sin miedo, reciban acciones de prevención y defensa de su integridad, contra toda forma de violencia y sobre todo la sexual.
Esperemos celebrar pronto que la Estrategia Rural del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables se ha fortalecido, cuenta con presupuesto, articulación y más personal presente en más lugares del país, con la misma calidad del que actualmente disponen. Esperemos celebrar pronto que los sistemas de defensa de defensoras de derechos humanos ambientales están fortalecidos, previenen y protegen. Deseo que ponto podamos celebrar que el Ministerio de Cultura ya cuenta con procedimientos adecuados e implementados para garantizar la participación efectiva de las mujeres indígenas en las decisiones sobre el desarrollo de sus pueblos.
Esperemos celebrar que, en las próximas elecciones regionales, distritales y nacionales, hemos logrado tener la opción de elegir a más mujeres indígenas como representantes de los gobiernos regionales y municipales, así como del Congreso y la presidencia; y que esto sea el resultado del cumplimiento de las garantías que se les debe.
Esperemos celebrar que más juntas directivas de las comunidades responsables de su gobierno y administración están constituidas por lo menos con el 30% de mujeres, como lo ha propuesto la Ley 30982. Esperemos celebrar que ya se han implementado las propuestas normativas dirigidas a que más mujeres participen en la gestión de los componentes ambientales de sus territorios, como por ejemplo en la gestión del agua determinado por la Directiva de los Mecanismos de Retribución por Servicios Ecosistémicos (MRSE) implementados por las Entidades Prestadoras de Servicio (EPS).
Gracias al esfuerzo de muchas mujeres indígenas en el país y el mundo, hoy tenemos asuntos para celebrar, pero también hay temas pendientes para asegurar que todas las mujeres, en sus diversidades, puedan acceder plenamente a sus derechos fundamentales. Desde aquí siempre estaremos con el ánimo de aportar con análisis y propuesta interseccional.
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Datos:
- Tarcila Rivera Zea fue la primera mujer indígena del Perú designada como miembro del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas, ONU (2017-2019). Este foro es un organismo asesor de la ONU cuya finalidad es examinar los asuntos indígenas relacionados al desarrollo económico y social, la cultura, la educación, la salud, el medio ambiente y los derechos humanos de estos pueblos.
- Cinco personas del Perú han recibido el Premio Goldman, de los cuales tres son indígenas de la Amazonía y entre ella está una mujer: Ruth Buendía, del pueblo ashaninka. Los otros dos indígenas son Julio Cusurichi del pueblo shipibo, y Evaristo Nugkuag, del pueblo aguaruna. Asimismo, lo han recibido Máxima Acuña (Cajamarca) y Maria Elena Foronda (Chimbote). Este premio honra los logros y el liderazgo de activistas ambientales de base en todo el mundo, inspirando a todos a tomar medidas para proteger nuestro planeta. (Goldman: 2021)
- ONU afirma que, si bien hemos alcanzado algunos derechos, persisten restricciones legales que impiden a 2700 millones de mujeres acceder a las mismas opciones laborales que los hombres. Menos del 25% de los parlamentarios eran mujeres en 2019 y una de cada tres mujeres sigue sufriendo violencia de género (ONU: 2020).
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