Derrame de Repsol: “Limpiar el fondo del mar técnicamente es imposible”

Desde enero, el biólogo marino Yuri Hooker ha recorrido el litoral para monitorear las zonas afectadas por el derrame de petróleo. Foto: SPDA

  • “La contaminación está allí, limpiar lo que está en el fondo del mar es imposible, arriesgarse a levantar las prohibiciones que existen para el uso de las playas y dar el visto bueno para que se reanuden las actividades pesqueras es demasiado riesgoso”, afirmó Yuri Hooker, biólogo marino.  

 

Guillermo Reaño / Viajeros                  

 

Yuri Hooker, biólogo y conocido investigador de la biodiversidad submarina se ha convertido, por méritos propios, en un referente nacional al momento de hablar de ecosistemas acuáticos, áreas de protección marina y pesca artesanal, entre otros temas de su especialidad.

Conocida la magnitud del derrame en el mar de Ventanilla, hace nueve meses el estudioso se ha dedicado a recorrer la zona afectada por el vertido de cerca de 12 mil barriles de petróleo que sigue impactando en el ecosistema marino-costero, los medios de subsistencia de los pescadores del norte de Lima y en el día a día de miles de habitantes de una ciudad que se apresta a tomar por asalto en los próximos meses sus playas más cercanas.

Lo abordamos para conocer sus impresiones con relación al informe emitido por el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), que ordena a Repsol la presentación de un Plan de Rehabilitación de los sitios que aún muestran, nueve meses después de producido el desastre ecológico, evidencias de contaminación con el fin de implementar medidas de protección ambiental complementarias para su recuperación.

Como hemos informado en Actualidad Ambiental, el reporte de OEFA indica que, de los 97 sitios evaluados por la institución, 71 siguen estando afectados por la presencia de hidrocarburos. Además, de los lugares monitoreados entre Cavero, en Ventanilla y Punta Salinas, en Huacho, 48 playas aún siguen contaminadas.

Foto: Jorge Pezantes / SPDA

Actuar con prudencia

“La contaminación está allí, limpiar lo que está en el fondo del mar es imposible, arriesgarse a levantar las prohibiciones que existen para el uso de las playas y dar el visto bueno para que se reanuden las actividades pesqueras es demasiado riesgoso”, afirmó cuando mencionamos las primeras conclusiones de Repsol al informe de OEFA. Para la transnacional española, que por cierto ha reiterado su compromiso de retornar el litoral a su estado natural, “el agua de mar y el lecho marino se encuentran limpios” y en tal sentido se podrían abrir las playas cerradas y reactivar las actividades de pesca.

Para el biólogo marino es necesario tener análisis de acumulación de contaminantes de petróleo en los tejidos de peces e invertebrados acuáticos, pero lamentablemente en el país no se cuenta con laboratorios que puedan analizar las trazas o pequeñas concentraciones de ellos.

“Mientras no se tengan análisis químicos cuyos parámetros permitan detectar la presencia o no de hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), no se deberían extraer recursos hidrobiológicos en las zonas afectadas”, añadió. Los HAP son los contaminantes más dañinos para la salud de los organismos acuáticos y para las personas que lo consumen por su capacidad de generar mutaciones genéticas (cáncer, para decirlo con mayor claridad).

Hooker considera que las actividades pesqueras en la costa norte de Lima se deberían reanudar cuando se demuestre que las especies que se capturan en la zona ya no tienen concentraciones peligrosas de contaminantes. En el caso del derrame provocado en 1989 por el carguero Exxon-Valdez en Alaska, se necesitaron entre diez y quince años para restablecer el litoral contaminado a su estado anterior. “En el caso peruano, otros factores están jugando a nuestro favor: la cantidad de petróleo vertido es mucho menor, la limpieza de hidrocarburos en las playas afectadas ya se hizo y, muy importante, las condiciones de las corriente y el oleaje de nuestro mar ayuda a dispersar el petróleo derramado de manera más rápida”, acotó el investigador.

Foto: Diego Pérez / SPDA

Lecciones aprendidas

Para el biólogo trujillano es necesario seguir reflexionando sobre la gravedad del desastre ecológico del pasado 15 de enero en el Callao para evitar que un fenómeno como este se repita: “El Estado y la empresa privada no actuaron articuladamente y la ausencia de liderazgo por parte del Gobierno fue notable”, comentó.

Al preguntarle si es que, como ha mencionado un informe de Naciones Unidas, el de Ventanilla ha sido el peor desastre ambiental en la historia reciente del Perú, el científico marino no dudó en decirnos que afectaciones por derrames de petróleo más graves vienen ocurriendo en la Amazonía peruana y que tan dramáticos como aquellos son los daños que producen los relaves mineros en los Andes sin que nadie haga algo sustantivo por evitarlos.

“Nuestra sociedad es muy indiferente a lo que ocurre en lugares alejados de la capital, a pesar de que estos eventos afectan terriblemente a comunidades nativas y a la naturaleza. Este derrame de petróleo frente a la costa de Lima, si es que algo ha mostrado, es el cinismo y la caradura que puede tener una empresa al negar o minimizar los efectos contaminantes del petróleo, actitud común que viene de décadas de negación del impacto de la contaminación”, concluyó.

 



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