- En las alturas de Amazonas, la catarata de Gocta se erige como uno de los destinos turísticos más importantes del Perú. ¿Cómo asegurar que el agua de la catarata se mantenga en el tiempo?
- Junto al equipo de Conservamos por Naturaleza nos aventuramos a explorar qué hay detrás de está imponente catarata y la importancia de trabajar con las poblaciones locales por su conservación.
Por: Carolina Butrich / cbutrich@spda.org.pe
Rugiendo entre las nubes, un monstruo de espuma blanca aparece y desaparece empequeñeciendo los grandes farallones de roca caliza de la cordillera Oriental. Visto desde cerca, este río rugiente se precipita con estruendo sobre bosques de palmeras cubiertos de musgo. La gran catarata de Gocta deja perplejo a todo aquel que tiene la suerte de contemplarla, mientras descarga con furia el producto de las lluvias que bañan la jalca de Utcubamba.
El valle del río Utcubamba es famoso por sus numerosas cataratas. La impresionante Gocta, con sus 771 metros de caída, es considerada una de las más altas del mundo. Ubicada entre los pueblos de Cocachimba y San Pablo de Valera (provincia de Bongará, Amazonas), atrae visitantes del Perú y el mundo por su incomparable belleza.
Desde su presentación al mundo en 2006 por el explorador alemán Stefan Ziemendorf, la catarata de Gocta se ha convertido en uno de los destinos más populares del circuito nororiental amazónico. El turismo es ahora la principal actividad económica, no solo en Cocachimba y San Pablo, sino también de gran parte de la región. Un regalo de la naturaleza que ha cambiado la vida de poblaciones enteras. Un regalo frágil que debe ser cuidado con celo para que sus beneficios sigan construyendo un futuro para los hombres y mujeres de esta parte del país. Sin embargo, su aprovechamiento depende exclusivamente del mantenimiento del hábitat y la cobertura vegetal de las tierras ubicadas en la parte alta de la gran catarata, las cuales pertenecen a la comunidad de San Pablo de Valera.
En el 2019, con el apoyo de la organización Naturaleza y Cultura internacional (NCI), la comunidad solicitó al Ministerio del Ambiente (Minam) la creación del Área de Conservación Privada San Pablo – Catarata de Gocta. Con una extensión de 2603.57 hectáreas, busca conservar la diversidad biológica existente, así como asegurar el aprovisionamiento de las fuentes de agua que alimentan a la gran catarata.
Avanzamos lento, paso a paso, mientas intentamos cubrir extenuados los más de mil metros de desnivel que separan el poblado de San Pablo de la gran meseta que se extiende tras las rugientes cataratas. Caminamos sobre escaleras de piedra labrada, un espinazo que forma el antiguo camino de arrieros que permitía unir el caserío de Jumbilla con la ciudad de Chachapoyas hace más de un siglo. A nuestra caravana, formada por un guía, un cocinero y dos caballos de carga, le toma diez horas superar las montañas, atravesar el espeso bosque de neblina –parcialmente convertido en potreros para ganado– y acceder finalmente a los grandes pajonales inundados que componen la jalca o turbera, el verdadero corazón de estas montañas y una gigantesca esponja que almacena y garantiza el agua, no solo de las mágicas cascadas que adornan esta parte de Amazonas, sino de la agricultura y consumo humano de muchos de los pueblos de esta región.
Turberas: el suelo preciado
Se conoce como “turba” a los suelos caracterizados por una gran saturación hídrica, alto contenido de carbono y una gruesa capa de materia orgánica en descomposición. Las turberas son, en realidad, gruesos colchones de vegetación que actúan como reservorios para la captación de agua, permiten la regulación hídrica de la zona y aseguran la permanencia de la impresionante catarata de Gocta.
Es conocido que las turberas almacenan cuatro veces más carbono que vegetación tropical, lo que evidencia la importancia del rol que cumplen estos ecosistemas en el secuestro de carbono. Para identificar las zonas de mayor importancia para la conservación, el equipo de Conservamos por Naturaleza realizó, entre 2019 y 2021, un análisis de la distribución de turberas en la cuenca de la catarata de Gocta. Utilizando imágenes satelitales y muestras de suelo, encontramos que más del 46 % de las tierras que almacenan agua para la catarata de Gocta se encuentra dentro del área que protege la comunidad de San Pablo.
La información recogida y analizada ha resultado en la elaboración de un artículo académico, que está a puertas de ser publicado en una revista científica y que permitirá que a futuro se puedan establecer estrategias de conservación más focalizadas que aseguren la protección de las áreas que garantizan el almacenamiento de la catarata de Gocta.
Un esfuerzo conjunto por conservar Gocta
Hasta antes de la pandemia, Gocta recibe más de 50 mil visitantes anuales, la mayoría de los cuales acceden a ella a través de la localidad de Cocachimba. La Asociación de Turismo de Cocachimba ha comprendido que para mantener este regalo de la naturaleza, es importante garantizar la conservación de las tierras ubicadas en la parte alta. Sumado a esto, la comunidad de San Pablo, desde donde se accede a la segunda caída de la catarata, también se ha mostrado interesada en la protección de la parte alta de Gocta y enlazar sus actividades diarias con la conservación.
Cocachimba y San Pablo de Valera, de la mano de Conservamos por Naturaleza, han formado comités ambientales que tienen como misión establecer estrategias de conservación locales. De esta forma, protegen la zona de incendios, tala, ganadería extensiva y otras actividades que podrían cambiar el uso del suelo. Si esto sucediera, se afectaría el flujo de la catarata de Gocta y, con ello, también se afectarían los beneficios que genera para las comunidades locales.
En los últimos meses, más localidades cercanas como Cuispes y La Coca también se han sumado a estos esfuerzos de conservación locales. Se están fortaleciendo las capacidades y técnicas de viveros nativos para proveer de plantas nativas a la región Amazonas, a través de talleres, charlas e intercambio de experiencias con aliados como la Universidad Nacional Toribio Rodríguez de Mendoza, en Amazonas y WWF Perú.
Además, en 2022, la Municipalidad de Valera aprobó un plan de acondicionamiento urbano, impulsado por la SPDA y diversos actores locales, que permitirá tener un ordenamiento territorial en la región. Este documento fue construido de manera participativa con todas las comunidades del Valle de las cataratas durante todo un año. Estos diferentes mecanismos forman un abanico de diferentes estrategias de conservación en la región del valle de las cataratas.
El viento cambia de dirección y trae consigo el rugir de las cataratas en la lejanía. Es tiempo de volver y de procesar los datos obtenidos en la visita de campo. Todavía queda mucho por trabajar para asegurar la conservación a largo plazo de esta imponente catarata, pero regresamos satisfechos de ser parte de los esfuerzos comunales para realizar actividades sostenibles y que permitan a todos los peruanos seguir disfrutando de uno de los espectáculos naturales más hermosos de la Tierra.
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