Conoce a Dayana Muñoz: joven que lucha por evitar desaparición del «árbol del jabón»

Foto: Andina

  • Futura ingeniera forestal recolecta semillas de esta especie para plantar 1000 ejemplares en terrenos de la Universidad Nacional de Tumbes, con el fin de continuar estudiándola. 

 

Dayana Múñoz Aguilar es una estudiante del cuarto año de Ingeniería Forestal y Medioambiente de la Universidad Nacional de Tumbes (UNT). A los 20 años, se ha propuesto salvar al checo o “árbol del jabón”, una especie cuyo fruto es usado como jabón natural para lavar ropa o asearse, desde tiempos inmemoriales.

Este árbol, según explica la futura ingeniera, tiene como científico Sapindus saponaria, y es conocido por la pulpa amarillenta de su fruto y que es usado, incluso, como remedio para eliminar garrapatas y piojos. Es una especie presente en ecosistemas cálidos en América Latina, que llega a medir hasta 10 metros de altura.

“He pensado en reforestar 1000 árboles, según el resultado de la germinación”, explica Dayana, joven talento de Beca Permanencia del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación, según informó la Agencia Andina.

El interés de Dayana por este árbol nació hace tres años, durante un trabajo de campo en el sector Langostura Faical, a una hora en vehículo de la ciudad de Tumbes. Ella observó la reducción masiva de estos ejemplares en la zona, por lo que comprometió a contribuir a su conservación. “Cada vez que iba, era el único checo que veía. Preguntaba si había más y me decían que no. Fui al caserío de Casitas y tampoco vi”, señaló.

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La desaparición del checo, según pudo comprobar, se da debido a la reconversión de suelos boscosos en plantaciones de frutales, en particular, de plátano y limón. “Los talan para coger el terreno y poder sembrar”, afirmó.

Por esta razón empezó a recolectar semillas de checo en el caserío de Tútumo, donde encontró bastantes árboles, aunque explicó que no hay datos sobre el número de checos en pie en Tumbes.

La estudiante proyecta germinar las semillas durante cinco o seis meses hasta obtener plantones, luego sembrarlos en una concesión de 127 hectáreas de la UNT. A partir de dicha experiencia, la joven elaborará un protocolo de propagación de la especie, con el cual sustentará su tesis de grado.

Pero su tarea no concluirá ahí. En un par años, planea estudiar Biotecnología Molecular, porque desea realizar una maestría en dicho campo, con el fin de profundizar en el conocimiento genético del árbol y su fruto. Con ello, prevé mejorar la especie y acelerar su desarrollo, reduciéndolo de 15 hasta 5 años, y añadirle valor industrial.

“Me gustaría tener mi propio vivero de checo, con especies que den de 5 a 10 años de cultivo y aprovechar los frutos para elaborar un detergente natural y prevenir la contaminación en el agua. Hasta jabones se pueden hacer. Hay mucho por aprovechar”, comentó la joven estudiante.

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