Un grupo interdisciplinario de científicos investiga en la actualidad el proceso de desglaciación de la Cordillera Blanca (Áncash), en especial los glaciares que alimentan las aguas del río Santa. El objetivo es desarrollar modelos para predecir el flujo de agua y sus efectos sobre los pobladores que viven en la zona y que dependen de ese recurso natural.
El incremento de la demanda de recursos hídricos en el lugar para el consumo humano, irrigación y generación de energía eléctrica, podría generar conflictos debido a la disminución progresiva de agua proveniente de los glaciares.
Los problemas no solo son por los flujos decrecientes de agua sino también por el exceso de este recurso debido al desprendimiento de glaciares que pueden causan inundaciones en las diversas lagunas.
A ello se suma la contaminación a causa de las aguas residuales, así como la presencia de niveles naturalmente altos de metales pesados como el arsénico, cadmio y plomo en el agua.
Según Gabriel Quijandría, viceministro de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales del Ministerio de Medio Ambiente (Minam), nuestro país “no tiene ningún plan integral para hacer frente a la futura escasez en la cuenca del río Santa”.
Por ello, dicho estudio generará información crucial que servirá para la formulación de nuevas políticas públicas sobre cómo adaptarse al cambio climático en la región y, especialmente, para tatar la amenaza de la disminución de los suministros de agua.
Los glaciares sirven como amortiguadores del agua, ya que reservan agua en tiempos de lluvia y en estaciones secas liberan agua lentamente entre junio y setiembre.
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Foto: Archivo SPDA
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