Texto de Alberto Benavides Ganoza / Filósofo y conservacionista
Es viejo el tema de los estropicios que ha causado el centralismo en el Perú. Lima vive de espaldas al Perú; desde la capital el ciudadano asiste al espectáculo de un Perú que le queda demasiado lejos. La vida de la gran ciudad es una serpiente que se muerde la cola. Si teléfonos, cámaras y computadoras ahora hacen del individuo un autista encerrado en sí mismo, la vida de la ciudad también encierra a la persona en preocupaciones falaces.
Mientras tanto las provincias languidecen por falta de las más elementales comodidades y servicios. En la ciudad de Ica hasta ahora solo hay agua durante 2 horas al día, los desagües están ciertamente colapsados y malolientes; mototaxis, ticos y motos infectan la ciudad; el terremoto fue en el 2007 pero todo quedó ahí.
Y ahora nos dicen que nos van a pasar el Dakar. Los argumentos en contra son claros:
1. El Dakar anterior pasó por geoglifos prehispánicos destruyéndolos antes de haber tenido su María Reiche. Sí, necesitamos en Ica varias Marías para que caminen por el desierto. Sobre líneas venerables pasó el Dakar anterior y todos nuestros desiertos de todo el Perú están repletos de esas venerables escrituras que tanto turismo captarían, además, claro, de lo más importante: investigación científica.
2. El Dakar anterior destruyó en Ica y Nasca nuestros accesos al mar. Las carreteras, ya precarias, que nos llevaban a Lomitas o a la boca del río quedan intransitables. Perjuicio para cientos de pescadores artesanales.
3. También destruyó los innumerables fósiles que ahora han quedado hechos polvo.
Dicen que es un deporte y es mera publicidad. Locura desfogada en el desierto de parte de los pilotos (supongo), quemar petróleo y máquinas por el gusto del ruido, levantar polvaredas en el desierto durante días. Todo para hacer publicidad. Del África los botaron y estoy seguro de que Evo no lo permitirá en Bolivia. No es buen negocio para el Perú.
Pero mientras en Lima se discuten temas policiales el Perú sigue a paso cansado entregándose a negociuchos repletos de corrupción.
¿El Dakar no requiere de permisos, estudios de impacto ambiental? A los mineros serios se les exige. Yo creo que tanto el Ministerio del Ambiente (Minam) como el de Cultura, los gobiernos regionales y municipios deben oponerse al Dakar. En una democracia el ciudadano consciente exige un consenso inteligente, porque la inteligencia señala al bien, como dice don Abraham Valdelomar
Ica necesita de muchas cosas y ahora estamos esperanzados en la gestión de Fernando Cillóniz. Necesitamos sobre todo, traer agua a los valles más fértiles del Perú, a nuestras costas centrales.
Necesitamos decentar el Perú, no necesitamos ruido, ese ruido del que salen despavoridos e indefensos zorros, zorrillos, lagartijas y huanacos y con mucha alharaca los huerequeques: son los animales del tayta orjo, la fauna silvestre en cuyo nombre también me atrevo a decir: NO AL DAKAR.
Supongo que la publicidad tendrá todavía un lugar en la globalización, pero estoy seguro de que será más civilizada y regulada por leyes universales. Si tuviéramos ciudadanos más despiertos supongo que la publicidad tendría que presentarse con más inteligencia e ingenio. Pero la publicidad no produce nada. Cuando ella destruye es intolerable. Es el caso del Dakar.
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Foto: Asociación María Reiche
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